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Aquí teletrabajamos desde el chiringuito, no te jode

Paloma Zamora Burgos

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Me llega un mensaje de mi amiga Mamen: “Oye, bajo el finde que viene ¿podremos quedar?”, y un emoticono que lo mismo vale para rezar, que para dar las gracias o pedir perdón. En ese momento, fantasmas del pasado me atraviesan de arriba abajo. Me teletransporto a aquella época en la que era yo la que estaba fuera, y a esos malabares (dignos de un gif de cálculos matemáticos) que todas las personas que hemos vivido fuera conocemos bien: tienes dos o tres días para ver a cuanta más gente mejor porque no sabes cuándo podrás volver a ver a tu familia elegida, no sabes cuándo podrás volver a “bajar”.

BAJAR es el verbo que usamos porque, cuando perteneces al sur, si emigras, es al norte. Concretamente a Madrid, donde se han ido 35.721 jóvenes de Andalucía, según un reportaje de ElDiario.es publicado a principios de este mismo año. Un reportaje al que recomiendo echar un vistazo y, de paso, llevarte una alegría. Sí, porque pone la horquilla de personas jóvenes desde los 25 hasta los (ojo, que se viene) ¡39 años! Por favor, un besi para la persona que decidió establecer ese margen. Pero a lo que vamos, que nos perdemos. 

Además de a Madrid, primer destino de todas nuestras provincias (excepto Huelva), nos mudamos también a las Islas Baleares, donde se nos han ido 14.148 personas, y a Barcelona (¡oh, sorpresa!), donde tenemos a 7.773 jóvenes. Madrid, Baleares y Barcelona. Porque claro, aquí no hay trabajo. ¿O sí? 

Y seguro que llega algún Joseluis de la vida para preguntar: “Pero ¿cómo no va a haber trabajo si Andalucía es la comunidad autónoma de España con más empresas dedicadas al turismo?”. Pues bien, mi vida, estaremos en el top de la hostelería, pero resulta, da la casualidad, parece ser que… [coge aire] NO todas las personas andaluzas QUIEREN y/o PUEDEN dedicarse al turismo.

¡Hala, ya lo he soltao!

Y digo “quieren” porque a veces no queda otra que currar “de lo que hay”. Y digo “pueden” porque trabajar en, ponte tú, hostelería, y hacer una vida medioqué es un poco (bastante) incompatible. Sobre todo si tienes peques en casa o personas dependientes. Y añadiría “saben”, porque en el reportaje donde se analizaba todo esto, se hablaba de “fuga de cerebros” refiriéndose a personas con estudios superiores. “Talento” lo llaman. Pero más talento que para aguantar idiotas en un chiringuito y seguir el ritmo de infarto que llevan las personas que trabajan en uno, me dirás tú cuál es. Como pasa en Canarias, donde no se habla andaluz pero entienden bien lo que decimos.

A veces no hay que irse para recibir esta discriminación profesional por ser de nuestra tierra. Alba Moreno, divulgadora científica sevillana, ha explicado en múltiples ocasiones que recibe mofas por su acento

Pero si nos queremos centrar en estudios superiores, te diré que mi amiga Mamen, la que me envió el mensaje, es investigadora bioquímica especializada en el diseño de inmunoterapias en diferentes tipos de cáncer (mama, pulmón, páncreas, colon, etc). ¡Ahí es nada! Y después de muchos años intentando abrirse camino aquí, en Andalucía, no le quedó otra que pirarse.

Aunque a veces no hay que irse para recibir esta discriminación profesional por ser de nuestra tierra. Alba Moreno, divulgadora científica sevillana, ha explicado en múltiples ocasiones que recibe mofas por su acento: “A veces me dicen que si estoy intentando crearme un personaje por hablar así”, recordaba en este podcast  sobre los acentos. Glotofobia se llama, tú. Pero no solo en ciencia están formados los “talentos” que se nos van.

Justo cuando tenía en mente el hacer este artículo, me llegó por múltiples canales el proyecto de Andalusian Crush, la última campaña publicitaria de turismo andaluz (que estamos faltitos de guiris, ¿sabes, tú?). Sin entrar en matices, el vídeo es espectacular, una flipada flipante con actor internacional incluido. Una producción audiovisual de la leche, realizada por una agencia de… [redobles de tambores] ¡MADRID! ¡Ohhh! ¡No se podía saber! Rauda y veloz, con una impaciencia incipiente en la yema de mis dedos, acudí a señalar el “¡joder, desde Madrid tenía que ser!”. Sin embargo, llegó Auxi Barea, una colega profesional del sector publicitario, y me dijo: “Ey! que esta campaña salió a concurso”. Pero ¿qué agencia andaluza tiene la capacidad de afrontar un proyecto de semejante calibre? Solo hay que sumar dos más dos para saber que una agencia más pequeñita tendría que paralizar toda su actividad durante varias semanas para poder producir semejante campaña. Pero la cosa tiene más guasa.

En Andalucía, los prejuicios nos llegan a domicilio, que ni para eso nos levantamos, ¿no lo sabes? Sobre la brecha salarial entre comunidades y el absentismo laboral, ya hablamos otro día en una terraza

Sí, porque luego me escribió @Mismamente y me dijo: “sé de buena tinta que en esta campaña participaron muchos andaluces”. Auxi Barea y Mismamente también son de Andalucía, llevan muchos años trabajando en publicidad, han trabajado en grandes agencias y, por supuesto, para hacerlo, se han tenido que marchar. Ahora, Mismamente teletrabaja desde Granada y me consta que Auxi, a la que se rifan como jueza de festivales publicitarios y que acaba de ganar un ORO con una campaña para Greenpeace, cada vez pasa más días por aquí abajo.

En cuanto a la campaña de turismo andaluz pues se resume fácilmente en: andaluces haciendo una campaña para Andalucía desde Madrid.

Como bien sabéis, lo de Auxi y Mismamente es un caso que se repite; se repite bastante. Comentarios como “¡Qué suerte, trabajas en Andalucía, allí con la playita!”, “tía, es que esto me parece una ciudad de vacaciones!”o “bueno, es que allí tenéis un montón de días festivos”se dan a diario, aunque ni siquiera hayas salido de tu tierra. Porque en Andalucía, los prejuicios nos llegan a domicilio, que ni para eso nos levantamos, ¿no lo sabes? Sobre la brecha salarial entre comunidades y el absentismo laboral, ya hablamos otro día en una terraza. Mientras, sigamos teletrabajando desde el chiringuito con una caña que nunca se enfría. ¿O tú no curras así?

Me llega un mensaje de mi amiga Mamen: “Oye, bajo el finde que viene ¿podremos quedar?”, y un emoticono que lo mismo vale para rezar, que para dar las gracias o pedir perdón. En ese momento, fantasmas del pasado me atraviesan de arriba abajo. Me teletransporto a aquella época en la que era yo la que estaba fuera, y a esos malabares (dignos de un gif de cálculos matemáticos) que todas las personas que hemos vivido fuera conocemos bien: tienes dos o tres días para ver a cuanta más gente mejor porque no sabes cuándo podrás volver a ver a tu familia elegida, no sabes cuándo podrás volver a “bajar”.

BAJAR es el verbo que usamos porque, cuando perteneces al sur, si emigras, es al norte. Concretamente a Madrid, donde se han ido 35.721 jóvenes de Andalucía, según un reportaje de ElDiario.es publicado a principios de este mismo año. Un reportaje al que recomiendo echar un vistazo y, de paso, llevarte una alegría. Sí, porque pone la horquilla de personas jóvenes desde los 25 hasta los (ojo, que se viene) ¡39 años! Por favor, un besi para la persona que decidió establecer ese margen. Pero a lo que vamos, que nos perdemos.