Cinco barcos encallados en los últimos 15 años entre Algeciras y Gibraltar
En los últimos 15 años, al menos cinco buques han sufrido accidentes a gran escala en la Bahía de Algeciras o de Gibraltar, según como la denominan las cartas marinas en español o en inglés, respectivamente. Naufragios como el del New Flame, Tawe, Fedra, Samotraki y, ahora, el SO35, convierten a esta zona, castigada por el viento y con mareas cambiantes, en una suerte de cementerio marino que, a veces, provoca vertidos contaminantes.
El último incidente registrado esta semana podría marcar un antes y un después en este tipo de sucesos, dado que por primera vez, la cooperación entre las autoridades gibraltareñas y las del resto de la Bahía parece engrasada, lo que no siempre ha ocurrido.
Verano horribilis para Picardo
Fabian Picardo, ministro principal de Gibraltar, se ha dejado la barba en un verano horribilis para el Peñón: a las turbulencias provocadas por el Brexit y por la tardanza de acuerdo final sobre el Tratado que fijará las relaciones de su comunidad con la Unión Europea, hay que sumar el incendio en Power's Drive, uno de los túneles conectados a la desaladora de AcquaGibl, que provocó varias semanas de ley seca en las tuberías locales. Y, ahora, el incidente del SO35, que puede provocar una marea negra frente a Catalan Bay, la pequeña bahía de La Caleta, que es como se suele llamar en español y que es objeto de una profunda reforma en sus infraestructuras, empezando por el veterano hotel que la corona o la urbanización del Eastside.
El líder gibraltareño ha limitado sus declaraciones a una breve entrevista con la Gibraltar Broadcasting Corporation y los comunicados oficiales que vienen reflejando un argumentario político meridianamente claro: el de que Gibraltar cuenta con medios para contener el vertido, que acepta y que agradece la cooperación española y que cuenta con el respaldo de las autoridades británicas.
Precisamente, cuando el pasado lunes se produjo el choque entre el SO35 y el buque de transporte de Gas Natural Licuado, Adan NG, se iniciaba la remoción de alrededor de 400 toneladas de escombros del área afectada por el incendio en el túnel que, a pesar de las previsiones iniciales, “permanece en gran parte intacto”. Una buena noticia en mitad de un marasmo de malas nuevas: en algunas áreas de las galerías afectadas, según el informe geológico, hubo hasta dos metros y medio de desprendimiento de rocas. Estos trabajos permitirán normalizar una situación que ha afectado al suministro de agua de los gibraltareños, también inquietos por las colas en la frontera por la aplicación de las normas Schengen que el Tratado que se prepara permitirá eliminar, en caso de que se llegue a un acuerdo en las próximas semanas o en los próximos meses.
Si bien el suministro de agua está garantizado, a excepción de un problema concreto en una de las bombas, este verano fue necesario recurrir a la cooperación española, con la importación de cisternas de agua potable para abastecer a la población. Si algo ha demostrado esa crisis y la actual, es que la cooperación a un lado y a otro de la Verja funciona y un Brexit duro, probablemente, impediría que esto siguiera siendo así.
Aguas en litigio
Cualquier asunto relacionado con Gibraltar, aunque sea de interés público, tiene un cariz político: hasta el grupo ecologista Agaden ha reclamado la “supervisión” de las operaciones en relación con el barco siniestrado, cuando España carecer de competencias directas en dichas aguas que, sin ser reconocidas como británicas vienen admitiéndose que lo son. ¿Cómo conciliar un Tratado, el de Utrecht, de comienzos del siglo XVIII, con la prevención de un desastre medioambiental tres siglos más tarde? En los memorandos que España y Gran Bretaña suscribieron como paso previo a las negociaciones del Tratado, se incluye al menos un amplio protocolo de actuación en esta materia.
Este jueves, el alcalde de Algeciras, del Partido Popular, tan beligerante en esta cuestión como en la supuesta intención del Gobierno de instalar un CETI en dicha población, ha atenuado las críticas de días anteriores al Peñón, a cuyas autoridades llegó a acusar de “irresponsables” por no aceptar la cooperación española. La realidad ha demostrado que esto no era del todo así y, esta vez, el Ayuntamiento algecireño se ha limitado a indicar que mantiene activado, en su fase de preemergencia, el Plan Local de Actuación Contra la Contaminación del Litoral en previsión de posibles incidentes medioambientales causados por el barco encallado en la otra cara del Peñón.
Landaluce, en vísperas de las elecciones municipales del próximo año, necesita marcar distancias con Vox, un rival de cierto calibre si se tiene en cuenta el impacto electoral que dichas siglas tuvieron en esa localidad campogibraltareña, tanto en las últimas generales como en las autonómicas, y el general retirado Agustín Rosety, a la sazón diputado de Vox, ha tirado de soberanismo ante esta alerta ecológica: “Ese mar es mar territorial español, pero los británicos dicen que es suyo y hacen lo que quieren. Han varado el barco ahí, y la contaminación que puedan sufrir nuestras costas la sufriremos los españoles”.
Así que Landaluce se remangó esta mañana y posó para la prensa mientras supervisaba el material que su Consistorio tiene preparado para ser utilizado en caso de que se produzca algún tipo de vertido procedente de este barco, y que de producirse alguna contingencia sería inmediatamente desplegado en el litoral algecireño.
Acompañado por el concejal delegado de Playas, Ángel Martínez, técnicos de su departamento y personal de la empresa Urbaser, concesionaria del mantenimiento de los arenales de la ciudad, ha comprobado que el equipamiento está en disposición de ser utilizado en cuestión de minutos ante la arribada a la costa de hidrocarburos u otro tipo de fluidos procedentes del granelero. Tras la mano tendida a Gibraltar por parte de Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, y la conversación mantenida con Fabian Picardo, ministro principal del Peñón, Landaluce moderó su discurso y, este jueves ha declarado que “en situaciones como esta es fundamental la coordinación entre administraciones y la preparación de los equipos y elementos necesarios para dar una respuesta ágil y rápida en caso de incidente medioambiental”, al tiempo que ha reclamado “al Gobierno de Gibraltar que solicite y acepte la ayuda que se le está brindando desde todas las administraciones españolas”.
Algeciras queda a 15 millas náuticas del Peñón y las playas de La Línea, apenas a 3 del lugar donde el SO35 permanece semihundido. Así que resulta curioso que la posición del alcalde linense, Juan Franco, del partido localista La Línea 100x 100, sea mucho más moderada que la de su colega algecireño.
Cita en capitanía
Franco ha participado esta mañana en la reunión convocada en la Capitanía Marítima de Algeciras, “con el objetivo de coordinar las actuaciones que se llevan a cabo a raíz de la crisis provocada”.
Al encuentro asistieron el subdelegado del Gobierno en Cádiz, José Antonio Pacheco; la delegada del Gobierno andaluz en Cádiz, Mercedes Colombo, el Capitán Marítimo del puerto, Karim Breir, y el presidente de la Autoridad Portuaria Bahía de Algeciras, Gerardo Landaluce entre otras autoridades de la zona.
Franco, al contrario que Landaluce, ha confirmado “la coordinación existente entre la Capitanía Marítima y las autoridades gibraltareñas para acometer las actuaciones previstas en torno a este incidente”.
Tras la reunión, el alcalde señaló que por parte española, se está montando una segunda red de protección para mitigar cualquier impacto ambiental que pudiera provocar la fuga. De igual forma, ha comentado que se trabaja en el desalojo de las cisternas de combustible, con la esperanza puesta en que ningún vertido llegue a sus costas.
Juan Franco confía, por la cuenta que le trae, en “que la situación sea controlada y que se mantenga la misma situación meteorológica, declarándose expectante ante el desarrollo de los acontecimientos y la retirada del material contaminante que contiene el buque”.
El alcalde de La Línea de la Concepción, Juan Franco, ha subrayado el “buen funcionamiento” de la primera barrera de contención situada para evitar posibles escapes del buque OS35, que está provocando que “el vertido no se extienda más allá de sus cotas”.
Además, Franco también ha señalado que por parte española se está montando una segunda red de protección para mitigar cualquier impacto ambiental que pudieran provocar posibles fugas.
La memoria del “Freda”, el “Tawe” y el “New Flame”
El sanroqueño Antonio Muñoz, portavoz del grupo ecologista Verdemar, está con la mosca tras la oreja. No en balde, recuerda todavía cuando el buque granelero Fedra encalló en el peñón de Gibraltar el 10 de octubre de 2008, hasta ser reflotado a 31 de diciembre de aquel año: “Se ocultó información y el naufragio ocasionó vertidos en las costas españolas durante meses”, asegura.
El armador de aquel otro carguero rehusó la ayuda de los remolcadores y, sin máquina, con un Levante de fuerza 10, con rachas de 120 kilómetros por hora, y mar gruesa a muy gruesa, terminó partiéndose en dos tras chocar contra los arrecifes de Gibraltar, el 10 de octubre de 2008. Según rememora Muñoz, el barco encalló en la pared del peñón y estuvo vertiendo toda la carga de fuel pesado que necesitaba para la navegación: “Los vertidos se extendieron por la Bahía de Algeciras y el Estrecho de Gibraltar”.
El bulk Carrier, propiedad de la naviera griega Dilek Transporting, y al mando del capitán, Adrian Milhailescu, de nacionalidad rumana y que obedecía órdenes de la empresa propietaria, rechazaron la ayuda de los dos remolcadores españoles, el ‘Clara Campoamor’ de la pública Salvamento Marítimo y el ‘VB Ártico’ de Boluda, según reveló la revista Transporte XXI.
Fletado en 1984 y navegando bajo bandera liberiana, el barco desplazaba 35.886 toneladas (GT), con 220 metros de eslora y llevaba 31 tripulantes a bordo. Según dicha publicación, “el buque se fue contra las piedras porque el armador y el capitán convirtieron la operación de salvamento en un ‘mercado persa’. Aseguran que ambos estaban más preocupados por cerrar un buen precio con los otros dos remolcadores que salieron en su ayuda, el ‘Warrior’ de la estadounidense Titan Salvage y el ‘Med Fos’ de la griega Five Oceans Salvage, de menor tiro y potencia que los españoles, que por sacar al barco del peligro en el que se encontraba”.
Tras encallar en Gibraltar, el Fedra se partió en dos y sus tripulantes fueron rescatados por efectivos españoles y gibraltareños. Pero no fue el único barco que encalló aquel día, aunque sólo se hable de este, por el hecho de que lo hiciera en el Peñón. También embarrancó otro carguero, a su vez de bandera liberiana, el Tawe, pero este frente a la cosa de Algeciras, en las proximidades de Punta de San García, con un vertido que afectó a 500 metros de litoral en un lugar de alto valor ecológico pero sin contenciosos de soberanía de por medio. Este último buque había recogido el ancla para capear el temporal, al encontrarse fondeado al norte de la Bahía, quedando sin gobernalle y siendo arrastrado por las olas hacia la costa, aunque sus 22 tripulantes también resultaron ilesos.
Ambos incidentes se produjeron catorce meses después de que el MV New Flame, otro carguero fletado en Corea del Sur y propiedad de un armador griego, chocara con un petrolero a poca distancia de Punta Europa, frente a la bahía de Algeciras, el 12 de agosto de 2007 y al igual que el SO35 acabó parcialmente hundido, partiéndose en dos, cuatro meses después sin que hasta entonces tuvieran éxito los intentos de recuperación. Este caso es mucho más similar al que ahora preocupa a un lado y a otro de la Verja: de hecho, su capitán fue detenido por haber partido sin autorización aunque, más adelante, fue puesto en libertad bajo fianza.
Más transparencia
Ahora, Muñoz admite que la política informativa del Peñón ha variado. Dieciséis años atrás, el hermetismo fue absoluto, pero a su juicio sigue faltando ahora luz y taquígrafo.
El buque OS35 (TV) que colisionó el lunes 29 de agosto con un barco gasero en la Bahía de Algeciras tiene, según han informado las autoridades, en sus bodegas 183 toneladas de fueloil pesado, 250 toneladas de diésel y 27 toneladas de aceite lubricante: “Hasta el momento ha vertido aceite lubricante desde una grúa, pero el buque se ha roto y con toda seguridad habrá vertidos mucho más graves”, vaticinan los ecologistas.
Los antecedentes se acumulan. La organización ecologista denuncia estos hechos se repiten continuamente debido al colapso del puerto gibraltareño y las aguas que utiliza al este y en la Bahía de Algeciras. Ecologistas en Acción recuerda otro naufragio, el del Samotraki.
Por ello, esta ONG exige a Gibraltar descongestionar la zona de buques peligrosos junto a la Zona de Interés Comunitario del Estrecho Oriental y la bahía de Algeciras. Asimismo, la organización ecologista denuncia la descoordinación del Sistema Nacional de Respuesta integrado en el Plan Nacional de Salvamento.
En palabras de Antonio Muñoz, su portavoz, tampoco las autoridades españolas destacan por su transparencia: “No es de recibo que la Capitanía Marítima de Algeciras active el Plan Nacional de Salvamento Marítimo sin especificar su fase e identificación a su coordinador general”, lamenta.
En ese contexto, dando por supuesto que se activó la Fase 3, Ecologistas en Acción echa en falta la presencia en Algeciras de la ministra de Transportes y Movilidad y Agenda Urbana (MITMA), Raquel Sánchez, además del Director General de la Marina Mercante.
“De igual forma, se desconoce la identidad del Director de Operaciones y los componentes del preceptivo Consejo de Dirección –lamenta--. Tampoco hay noticias del Centro de Información que tiene la misión de evaluar, elaborar y distribuir los comunicados y la información que sobre la emergencia se estime precisa por el coordinador de la misma, dirigido por el Jefe de Gabinete de Prensa del MITMA e integrándose en el mismo los representantes de la Dirección General de la Marina Mercante y la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima”.
En ese contexto, Ecologistas en Acción reclama información al Gobierno de España “para conocer con exactitud cuál es la peligrosidad del naufragio y un plan de contingencia, en colaboración con las autoridades gibraltareñas, para poder controlar el vertido”.
Como bien ha recordado el Gobierno gibraltareño, el SO35 no es un buque tanque ni una gasolinera flotante, sino un simple granelero que, en su caso, llevaba a bordo piezas de acero y el combustible que puede provocar vertidos es el que contienen sus depósitos para consumo propio.
Entre los submarinos y el bunkering
Sin embargo, por el Estrecho de Gibraltar pasan al año 120.000 buques y, en aguas internacionales, no son pocos quienes aprovechan para vaciar los tanques de lastre fuera de la mirada de las autoridades comunitarias: ¿de dónde vendrían aquellos peces tropicales que se asentaron junto al pantalán de la Refinería Gibraltar de Cepsa, en San Roque; de dónde el alga asiática que ahora vuelve pestilentes buena parte de las orillas del Estrecho?
En esta formidable autopista marina, no faltan los submarinos de propulsión o carga nuclear, en dirección a la Base de Rota o a la de Gibraltar. O camino a ninguna parte: en los 80, un sumergible soviético de estas características intentó burlar el protocolo de paso inocente de los estrechos, sin emerger en superficie y refugiado bajo el casco de un mercante ruso, el Brastsvo, contra el que chocó accidentalmente y tuvo que ser reparado en Tammamet, en Túnez. Por esta última circunstancia, trascendió el accidente. Y, en la memoria de todos, aún perdura el caso del “HMS Tireless”, con daños en su reactor nuclear, que tuvo que ser reparado en Gibraltar a comienzos de este siglo, cuando el puerto gibraltareño carecía de suficientes garantías de seguridad para ello.
Sin embargo, los vertidos más frecuentes corresponden a las operaciones de bunkering –carga de combustible a gran escala—en la Bahía de Algeciras y en Ceuta. Ese tipo de operaciones, según han denunciado Verdemar y Agaden en situaciones sucesivas, suponen un alto riesgo de contaminación marina.
En lo que se refiere a esta orilla del Estrecho, se calcula que aquí se trasvasan cada año 5,5 millones de toneladas de fuel marino. 4 millones de toneladas en su milla y media de “supuestas aguas de Gibraltar” y 1, 5 millones de toneladas al año en el resto de la Bahía. En gran medida, Cepsa, una compañía española, parte la pana en esta peligrosa actividad, que ha provocado vertidos de muy diversa escala, sean en las aguas que sean: “La situación en el litoral del Campo de Gibraltar es insostenible. Vertido tras vertido manchan nuestra costa –afirman desde Verdemar--. Son muchas las denuncias que hemos interpuesto a estamentos locales, comarcales, regionales, estatales y europeos, sin que se mejore la situación”.
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