Nadie lo predijo. Tampoco ninguna encuesta, salvo la ultimísima a pie de urna. Uno de los sociólogos consultados lo compartió con sus más cercanos al observar algunos indicadores concretos del CIS preelectoral. El “espectacular cambio” en la puntuación media de la valoración de los partidos políticos de ese último sondeo respecto a 2018, principalmente cuál inspira más confianza, no le dejaba lugar a duda de que el PP conseguiría más de la mitad del arco parlamentario. Efectivamente, la primera mayoría absoluta del PP en Andalucía, gobernada durante 37 años por el PSOE, ha sido histórica también por haber supuesto un vuelco total respecto a las elecciones anteriores. ¿Qué ha pasado para que, en tres años y medio, los populares hayan pasado de 26 a 58 representantes en el Parlamento autonómico? ¿Qué razones sociológicas podrían estar detrás de que el PP haya pasado de 750.778 votos a 1.582.412 y tenga vía libre para ejecutar sus políticas en una comunidad votante mayoritariamente de izquierdas durante más de tres décadas? ¿Ha habido mucho del denominado voto prestado o del resultado de las urnas se desprende un cambio en el seno de la sociedad andaluza?
La particular legislatura de la pandemia ha dejado tras de sí una variación en los votos de la ciudadanía que ha hecho que el PP haya logrado mayoría absoluta en 91 municipios, ganando en todas las ciudades de más de 20.000 habitantes (hay 83) salvo en La Rinconada, en Sevilla. Mientras que Vox y Adelante Andalucía no han sido la fuerza más votada en ninguna localidad andaluza, el PP ha sido el partido más votado en nada menos que 575 municipos, el PSOE en 205, Por Andalucía en 11 y Ciudadanos Cs en dos.
¿A qué se debe este cambio en tan poco tiempo? Recordemos que a finales de 2018 el PSOE ganó las elecciones autonómicas con el 27,95% de los votos (33 diputados) mientras que el PP, que luego formó gobierno con Ciudadanos y el apoyo de la extrema derecha, quedó segundo con el 20,75% y 26 diputados, igualando el peor resultado de su historia en 1990. No está de más recordar que las primeras elecciones autonómicas de Andalucía, en 1982, otorgaron al PSOE la victoria más amplia hasta la fecha, con 66 escaños, 1,49 millones de votos (el 52,7% del escrutinio, 36 puntos por delante de Alianza Popular y UCD). La siguiente mayoría absoluta por número de escaños la logró Manuel Chaves en 2004, con 61 escaños (51% del escrutinio, 19 puntos por delante del PP).
El “desgaste” del PSOE
Lo que ha ocurrido en el 19J “es una mezcla de cosas, como todo en la vida”, expone Manuel Pérez Yruela, profesor de investigación de Sociología del CSIC en el Instituto de Estudios Sociales Avanzados, quien traslada a elDiario.es Andalucía alguno de los porqués que ayuden a explicar lo sucedido. “Aquí se recuerdan solo los 400.000 votos que el PSOE perdió el 2018 respecto al 2015, pero nadie quiere recordar los 650.000 que se perdieron del 2008 al 2012, que ya no se recuperan”, expone tirando de los antecedentes en cuanto al “desgaste del PSOE” en estos años. “Desde 2008 hasta ahora, el PSOE es un partido que ha tenido de forma sistemática y reiterada una pérdida de apoyo electoral”, una cuestión que hace corresponder con “tres relevos” en la Secretaría General de Andalucía y que “es algo que debilita de alguna manera a los partidos”.
No ha habido un cambio dramático de políticas. Eso, junto a la inexistencia de oposición, ha favorecido la sensación esa de que 'no lo han hecho tan mal'
A su juicio, “el PSOE se ha dedicado tanto tiempo a gobernar, a ocupar cargos públicos, etc. que ha ido perdiendo paulatinamente la vinculación con la sociedad, con perfiles de líderes incluso que no responden al ciudadano medio común de una ciudad”, advirtiendo Yruela “una especie de 'decalage' entre la estructura social del partido, las personas que lo forman y la representación social que pueden tener”. “Todo eso hace que sea difícil que una verdadera pedagogía se pueda llevar a cabo”, añade. “La izquierda tiene que tener como identidad fundamental hablar de políticas redistributivas en favor, fundamentalmente, de la igualdad y de la mejora de las condiciones de vida de la gente más necesitada, vía impuestos, mientras que la derecha tiene una visión diferente y da más importancia al mercado y no tanto las políticas públicas”, explica.
“Nada de oposición”
Para Joan Font, doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universitat Autònoma de Barcelona, el Gobierno andaluz de PP y Ciudadanos “lo ha tenido muy fácil porque no ha tenido nada de oposición”. “Tanto el PSOE como Adelante Andalucía se han pasado los cuatro años centrando todas sus energías en sus guerras internas. La Junta, mientras, no ha hecho cambios muy radicales. Es cierto que ha habido profundización en la privatización en la sanidad, algo más de apoyo a la escuela privada de lo que había, algunos recortes a las subvenciones a las asociaciones feministas y de memoria histórica para conseguir el apoyo de Vox a la aprobación de los presupuestos, pero no ha habido un vuelco, no ha habido un cambio dramático de políticas. Esto, junto a esa inexistencia de oposición, favorece la sensación esa de que 'no lo han hecho tan mal, ¿no?'. 'Si de los demás no sabemos nada y solo son una gente que se dedican a darse puñaladas entre ellos, y estos no lo han hecho tan mal, pues que sigan'”, ejemplifica.
La campaña del PP
Pero yendo más a la raíz de ese cambio en el sentido de los votos de las personas de Andalucía, Pérez Yruela, que fue portavoz de la Junta con José Antonio Griñán en 2009 y 2010, “reconoce” a Juan Manuel Moreno que “ha tenido un acierto después de perder el PP todas las elecciones del mundo”, como es “formar un gobierno” en 2019 y “luego lo ha comunicado bien y se ha sabido presentar en público, con una gran campaña publicitaria en estos años”. “No tengo la menor duda de que han utilizado mucho los medios públicos, porque durante la pandemia estaba en todos los periódicos locales y las hojas de publicidad de acciones más o menos sociales, comunitarias, que venían financiadas por las consejerías, por las diputaciones, por los ayuntamientos, etc., recordando que, de su perfil, ”se ha hecho la comparación de que se parecía a la imagen de Manuel Chaves, un hombre de centro, moderado, afable, cercano“.
La derecha conoce muy bien sus intereses y conoce muy bien que el voto útil es lo más importante
“La derecha conoce muy bien sus intereses y conoce muy bien que el voto útil es lo más importante. Bonilla ha sabido convertirse en el voto útil de la derecha, de la derecha de Ciudadanos que, al fin y al cabo, era un apéndice del PP. Mucho hipotético votante de Vox que estaba en el PP ha vuelto a sus orígenes y el voto útil se ha concentrado”, comenta. En cuanto a la abstención, el sociólogo considera que “tiene su importancia”, pero con puntualizaciones. “En el 2012, que es cuando se pierden en el PSOE esos 650.000 votos, es cuando se inicia en Andalucía un ciclo de participación cuya característica numérica es que es diez puntos más bajo en términos medios que toda la media entre las elecciones de 1982 y las 2008”. “Realmente, no puede achacarse la pérdida de los votos solo a la participación”, apunta.
"Nos dejamos llevar por esos mapas de partido ganador en que se ve todo azul e impresiona". Pero destaca: "Dos de cada tres votos que ha ganado el PP vienen de Ciudadanos"
Según explica Joan Font, “el crecimiento del PP ha sido tan espectacular que no miramos lo que ha ocurrido” y “nos dejamos llevar por esos mapas de partido ganador en que se ve todo azul e impresiona”. Pero destaca: “Dos de cada tres votos que ha ganado el PP vienen de Ciudadanos”. “Estamos poniendo mucho énfasis en qué ha pasado entre la izquierda y la derecha. Hace ocho años parecía que había algo importantísimo en el sistema de partidos, de ruptura del bipartidismo, que afectaba a derecha e izquierda. Pero esa herida, que en la derecha también parecía gorda, porque había unos votantes de Ciudadanos que tenían muy claro que estaban muy enfadados con el PP o con Mariano Rajoy, no les ha costado nada 'perdonar' y volver al redil. A mí eso me parece mucho más impresionante que lo que ha pasado entre entre izquierda y derecha”, sentencia.
De jornalero a camarero
Font abunda un poco más en las razones sociológicas de ese cambio de criterio al meter el voto en la urna y que “aún no tenemos completamente bien estudiado” como es el proceso del “cambio sociológico a largo plazo”, es decir, “si el mito de la representación de Andalucía era el jornalero y ahora es el camarero”. “Los dos son sectores populares pero, en términos de conciencia de clase, de comportamiento político, de afiliación sindical, etc., no tienen nada que ver. Uno es de los más combativos y el otro al revés, muy afectado por la precariedad y que funciona con una lógica del 'me busco la vida', de 'si me tratan muy mal, me cambio a la empresa de al lado y aquí ya no hay ningún sindicato que me defienda'. Seguramente eso sí va provocando un pequeño cambio a largo plazo, que puede hacer que la sociedad sea más de derechas, si queremos llamarlo así”, analiza en cuanto al cambio sociológico que se pueda haber producido o pueda estar produciéndose en Andalucía.
Hay un indicador, mejor que el de cualquier encuesta, para ver el progresismo cultural: el porcentaje de niños de Primaria que cursan la asignatura de Religión. Y ahí Andalucía es la segunda comunidad autónoma más de derechas de España
El experto expone que la idea de Andalucía como el bastión de la izquierda “tenía una parte de verdad porque tenía que ver con el componente de izquierda-derecha que había dominado la política española y la política europea a lo largo de la mayor parte de las últimas décadas, que era el componente socioeconómico”. Desde ese punto de vista, según su argumentación, “sí tiene sentido decir que Andalucía es una sociedad de izquierdas en la que hay predisposición por su historia, por su estructura social, por aquello de proteger a los débiles” a través de los impuestos, por ejemplo. “Pero cada vez más el conflicto izquierda-derecha, en los últimos 15 o 20 años, en toda Europa y en España también, el componente izquierda-derecha se ha rebajado y ha ganado más importancia el otro, el componente cultural. En ese, Andalucía no es de izquierdas. Yo creo que hay un indicador, mejor que el de cualquier encuesta, para ver ese progresismo cultural: el porcentaje de niños de Primaria que cursan la asignatura de Religión. Y ahí Andalucía es la segunda comunidad autónoma más de derechas de España. En la medida en que esos conflictos están más presentes en la vida política, el elector los tiene más en la cabeza a la hora de ir a votar, y eso les hace mucho más fácil a estas personas, que socioeconómicamente tienen preferencias políticas de izquierdas, pero culturalmente las tienen de derechas, elegir a partidos de derecha”.
De PSOE a Ciudadanos, de Ciudadanos a PP
En ese punto, Pérez Yruela considera que “el PSOE siempre ha tenido una proporción de votos prestados”, que él llama “votos que no son ideológicamente de esa afinidad”, y “ha recibido apoyos durante muchos años porque ha podido leer bien la historia de Andalucía o dar respuestas razonables a los problemas de la gente” pero “ahí se ha podido ir cambiando de opinión”. ¿Por qué? “Son votos de clase media, de profesionales, de gente que desde el punto de vista estructural su voto no tiene por qué ser de izquierda. El voto de ideología de izquierda, de justicia social, de igualdad, ha existido durante mucho tiempo y fue muy importante en la España del año 82 porque, aliado con el voto de los trabajadores, puso en marcha la democracia”. Ese grupo de personas se ha ido perdiendo, según argumenta el sociólogo, porque “en este momento, para su situación económica y social, ese grupo de personas oye con buenos oídos la rebaja de impuestos o la escuela concertada, o entiende que la sanidad pública tenga más dificultades o sea menos rápida. Es un movimiento lento, suave, pero que empieza a gotear y acaba trasladándose al voto, que pasó a Ciudadanos en primera instancia en las elecciones anteriores y ha pasado de Ciudadanos al PP en estas elecciones”.
La mitad de la población andaluza no ha vivido una vinculación con el problema histórico de Andalucía y eso no les ha hecho ser de izquierdas
Pérez Yruela también resalta otro grupo de electores “contrario al caso anterior” y que se refiere a personas cuyas condiciones de vida son precarias y tienen mucha dificultad, teniendo en cuenta que Andalucía está en los podios de pobreza, exclusión social, menor renta per cápita, etc. “Es una clase social muy castigada que ve que la política no es capaz de solucionar sus problemas y piensan que los cambios de gobierno no les afectan mucho en su vida y, por tanto, ir a votar no les supone un incentivo. Hay mucha gente que puede haber ido a la abstención, a sumar la que ya se venía dando”, explica.
El experto también alude a qué ha podido pasar con generaciones más jóvenes, “personas que nacen después del año 80, que ahora mismo son casi la mitad de la población andaluza, que no han vivido una vinculación con el problema histórico de Andalucía y eso no les ha hecho ser de izquierdas, que no pueden tener honestidad con recuerdos históricos o familiares porque no los tienen”. Al carecer de esa 'memoria', “su voto no tiene una conexión ideológica tan importante como tenían la de sus mayores o la gente de zonas rurales”.
Para Pérez Yruela supuso una “sorpresa” que el PP tuviera una intención de voto mayor que el PSOE en todos los tramos de edad en la última encuesta del CIS. “Las generaciones más modernas pueden ver también que las situaciones de pobreza son inamovibles, aunque desconocen que en la democracia nada es inamovible, igual que se pueden perder algunos beneficios que tenemos como la sanidad pública, y solo hay que mirar a Estados Unidos”, explica. Esas generaciones más jóvenes “no se sienten concernidos como para defender” algunas cuestiones. A su juicio, “eso necesita una pedagogía política, una pedagogía en las escuelas, probablemente estudiando la Historia bien estudiada, observando las millones de vidas perdidas en la Segunda Guerra Mundial por defender la democracia”.