Andalucía afronta la inminente cita electoral de las autonómicas, que en principio podrían celebrarse en junio u octubre, con tres formaciones a la izquierda del PSOE (Unidas Podemos, Adelante Andalucía y Andaluces Levantaos), una fragmentación de la oferta que de partida resta opciones en el objetivo que se han marcado de desalojar a las derechas del poder, con PP y Cs en la Junta más el apoyo parlamentario de Vox.
La lógica política, apoyada además en las singularidades del sistema electoral, establece que las opciones de obtener más diputados crecen con una concentración de esta oferta, pero el desencuentro entre algunos de estos partidos es de tal calibre que de la tarea de intentar la unión de sus proyectos se están encargando mediadores externos ajenos a las actuales cúpulas dirigentes y que se presentan como sociedad civil. Y estos cascos azules de la izquierda ya han puesto sobre la mesa una propuesta concreta: una coalición electoral que calque el modelo de En Comú Podem, lo que implica contar con grupo propio en el Congreso si todo esto se materializa y la fórmula se prolongue incluso para las elecciones generales.
La propuesta es un guiño directo a la refundada Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez, en especial para Anticapitalistas, el partido que lidera la gaditana y que tiene ahora el control de Adelante tras la ruptura con sus socios fundadores: IU y Podemos. Los Anticapis son la formación más contraria a esta unión de izquierdas e insisten en concurrir en solitario. La opción de constituir una nueva coalición electoral, esta vez con voz propia en Madrid, se incluye en un documento de 10 puntos que los mediadores han entregado a las direcciones de IU, Podemos, Adelante y Andaluces Levantaos tras una primera reunión en la que lograron sentar a sus máximos responsables: Toni Valero, Martina Velarde, Teresa Rodríguez y Esperanza Gómez. Si la coalición cristaliza, el objetivo es incluir también a Equo, que en Andalucía por ahora no camina de la mano de Más País como sí hace en el ámbito nacional.
De esta labor de intermediación se están encargando Sebastián Martín Recio (histórico dirigente de IU en Sevilla y hoy cara visible de la Marea Blanca sevillana) y Francisco Sierra, catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla, que este martes citaban a la prensa para exponer cómo va el proceso y dejaban caer más de una vez el nombre de Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo. ¿Esto significa que Díaz está detrás del intento de unificar la izquierda andaluza y conectarla con su “frente amplio”? Pues formalmente no. “Tenemos contactos con su equipo, pero Yolanda Díaz no ha participado, no es el momento todavía para que se implique” porque primero hay que resolver la situación andaluza, apuntaba Martín Recio, que considera que este objetivo es factible pero a la vez muy complicado.
Un modelo “aplicable en Andalucía”
En los encuentros que los mediadores han mantenido con las partes han constatado que coinciden al 90% no sólo al diagnosticar el actual escenario político, sino también a la hora de presentar propuestas y movilizarse. Con este punto de partida se ha elaborado una “propuesta de síntesis”, el documento con 10 puntos que suscita una “alta coincidencia” entre las tres formaciones de izquierdas, que Martín Recio cifra en un 70%. Todo ello se articularía alrededor de una marca electoral que clonaría el modelo de En Comú Podem, “que es aplicable en Andalucía porque garantiza un espacio compartido que reconoce la voz propia” de cada formación.
En Comú Podem es una coalición electoral formada por varios partidos políticos de izquierdas que comparten principios ideológicos, pero discrepan en algunas estrategias y planteamientos. Se constituye con el objetivo de aglutinar el voto progresista en las elecciones generales de 2015 por la circunscripción de Cataluña, y posteriormente en las catalanas de 2021. Desde su nacimiento, En Comú Podem planteó una relación de igual a igual con el Podemos de Pablo Iglesias. De hecho, la formación morada era uno de los tres partidos que se integró con En Comú. La coalición nació con autonomía política, orgánica y económica, y tuvo grupo parlamentario propio en el Congreso –integrado ahora en el grupo confederal de Unidas Podemos–. Éste es el esquema de partido que, durante años y sin éxito, Teresa Rodríguez reclamó a Iglesias para Podemos Andalucía.
De hecho, los mediadores consideran que esta propuesta atiende las reivindicaciones de Rodríguez y su Adelante Andalucía, que insisten en un proyecto político de exclusiva obediencia andaluza, es decir, sin plegarse a las directrices de las cúpulas nacionales de los partidos. Los cascos azules de la izquierda ven factible construir “un grupo soberano” para “andalucizar la izquierda” –en una síntesis de la izquierda andaluza y el andalucismo de izquierdas– y abren incluso la puerta a la existencia de divergencias en el seno de este proyecto compartido, con votos en sentido contrario de sus integrantes ante determinados asuntos. “Hay que convivir con la diversidad” y se admiten todos los matices, insisten, pero la clave de bóveda es “el aspecto unitario”, que las izquierdas se integren en una misma marca electoral.
Una encuesta electoral para impulsar la unión
Para animar en esta dirección, los mediadores han entregado a los dirigentes de los cuatro partidos implicados un estudio demoscópico que avala que una coalición obtendría hasta siete parlamentarios más que los 17 que cosechó la primigenia Adelante Andalucía en 2018, hoy desintegrada en la Cámara andaluza con seis escaños de Unidas Podemos y los 11 diputados no adscritos que encabeza Teresa Rodríguez. De confirmarse este pronóstico en las urnas -24 diputados a la izquierda del PSOE no tiene antecedentes en la historia parlamentaria andaluza-, bastaría que los socialistas mantuviesen su representación actual -33 escaños- para que el bloque progresista alcanzase la mayoría absoluta en la Cámara [55 diputados].
El vaticinio es complejo. Los 17 escaños que logró Adelante Andalucía en 2018, cuando sus miembros se respetaban y se querían, ya supusieron un retroceso respecto a los números conseguidos en las autonómicas de 2015, cuando concurrieron por separado Podemos, que se estrenó en la política andaluza con 15 diputados, e IU, que se quedó con cinco. Al poco de iniciarse esta legislatura, los partidos que integraban Adelante Andalucía entraron en una guerra abierta, provocada por discrepancias políticas y estratégicas (el rechazo a pactos de gobierno con el PSOE, la idea de concurrir a las generales con marca propia frente a Unidas Podemos). Todo implosionó en cuestión de semanas, y Teresa Rodríguez acabó siendo expulsada del grupo Adelante por sus socios -junto a otros diez diputados afines- bajo la acusación de “tránsfuga”, con la connivencia del resto de fuerzas del Parlamento y en el marco de una reforma exprés del reglamento que parecía hecha a medida para orillar a la gaditana (ahora en la bancada de los no adscritos).
De ahí este estudio electoral, para intentar disipar la idea de que si se camina en solitario se pueden conseguir mejores resultados. La atomización de la oferta electoral de la izquierda más allá del PSOE haría muy complicada la lucha por los restos de votos que otorgan el último diputado en cada provincia, lo que sí sería más factible con una marca única.
¿Y esta coalición electoral facilitaría el camino del PSOE a la Junta si –en contra de lo que hoy apuntan las encuestas– la suma de las tres derechas no le da una mayoría absoluta? Eso, vino a decir Martín Recio, lo tienen que decidir los responsables de las organizaciones implicadas, pero da por hecho que “el 90% de la población progresista apoyaría que no salga un gobierno de derechas”. Cuestión distinta sería entrar en el ejecutivo de turno, pero evitar la unión de PP, Cs y Vox “debería ser una prioridad consensuada”.
El escollo de las inercias internas
Los cimientos están puestos, consideran los mediadores, y sobre el papel no hay argumentos sólidos para oponerse a esta unión, pese a lo cual se admite que la tarea no es precisamente sencilla “por las inercias internas de los partidos, cada uno quiere el dominio de su pequeño territorio”. Si se le pone nombre y apellidos, el foco está puesto en Anticapitalistas, y el hecho de que ya se haya mostrado rotundamente en contra de la propuesta –todavía por concretar– de Yolanda Díaz no abona precisamente el optimismo. Si Anticapitalistas impide que Adelante Andalucía dé un paso al frente para este proyecto, los impulsores de esta paz de izquierdas dan por hecho que el resto de formaciones sí sellarían su pacto.
Por ello, y para reforzar su mensaje de unidad, los cascos azules se arroparon este martes de otros dirigentes históricos de la izquierda andaluza como Diego Cañamero y de personalidades de la sociedad civil progresista, que coincidieron en su mensaje de reclamar “humildad e inteligencia” a todos los implicados para conseguir “una conjunción de las fuerzas de izquierda que permita dar un golpe de timón”. “Sería una irresponsabilidad histórica acudir separados”, se repitió, aunque la mera unión de marcas en una coalición no es el objetivo final de una iniciativa que –subrayó Francisco Sierra– persigue “un cambio de cultura política” en el que la sociedad civil tanta también mucho que decir.