El mundo de la cultura arropa a los titiriteros: “se está poniendo en peligro la libertad de expresión”
Abominable, terrible, absurdo, exagerado, excesivo, esperpéntico, desorbitado, disparatado. El mundo de la cultura no ahorra en calificativos para definir el encarcelamiento de los titiriteros granadinos de Titiriteros desde Abajo, que se encuentran ya en libertad, por enaltecimiento del terrorismo el pasado viernes en Madrid tras la representación de la obra La Bruja y Don Cristóbal, en la que un personaje entregaba a otro una pancarta que rezaba 'Gora Alka-Eta'.
El enfado y la indignación son patentes entre los artistas andaluces consultados, que lo ven no solo como un ataque a la libertad de creación, sino como un mensaje del Estado a la sociedad civil: “si disientes, te meto en prisión”, reflexiona el actor Antonio de la Torre.
Al protagonista de películas como Grupo 7 o La Isla Mínima, le parece “terrible el mensaje que se le está mandando a la sociedad. Lo más peligroso de este tema es que pueda generar miedo, porque las decisiones que generan miedo restan a la democracia. La autocensura es una cosa aún peor que la censura, porque ahí es cuando vence el poder: cuando ni siquiera nos planteamos hablar de ciertos temas. Me parece un retroceso democrático y es bueno que haya saltado la voz de alarma. Es un disparate que les hayan aplicado prisión preventiva por enaltecimiento del terrorismo, porque resulta evidente que no hay ninguna vinculación”.
Violencia necesaria para narrar
Gervasio Iglesias, productor de, entre otros filmes, La Isla Mínima, considera “un fallo programarlo en horario infantil”, pero ve que se ha tomado “una medida exagerada. Se trata de una ficción y no se puede sobredimensionar de esta manera algo que ocurre en la ficción”. Iglesias, que ha empleado escenas violentas en muchas de las películas que ha producido (desde la satírica de Juan de los Muertos a la más cruda en Grupo 7 o La Isla Mínima), considera que “la violencia es necesaria para, por ejemplo, narrar las circunstancias de cierta época. Eso no significa que a mí gusten las cosas que hacen mis personas”. En la obra de títeres de cachiporra representada en Madrid se empleaba la violencia para hacer una crítica social sobre el poder del Estado, la religión y los abusos policiales.
En este sentido, los artistas cuestionados trasladan una cierta sensación de estupor por tener qué explicar la diferencia entre realidad y ficción. Uno de ellos es Alfonso Zurro, multripremiado dramaturgo y director de teatro, que tilda las actuaciones judiciales contra los titiriteros de “excesivas y fuera de lugar. El teatro y la ficción son cosas muy diferentes de la realidad. Hay gente que parece que no es consciente de eso. La verdad es que miro hacia atrás y veo cosas que hemos hecho en las salas de teatro y me doy cuenta de que muchos estaríamos metidos en la cárcel. Se me quedan los ojos a cuadros”.
Zurro insiste en que la violencia está presente en numerosas obras de cine y teatro. “Valle Inclán tiene textos cargados de violencia. Que no se entienda eso significa que algo muy grave está ocurriendo con la libertad de expresión y de creación. Lo que está ocurriendo es una cosa esperpéntica, para meterle miedo al creador y al titiritero”. Al igual que Iglesias o de la Torre, asevera que todo esto nada tiene que ver con que la obra fuera o no para niños.
Sujetos a la ira del PP
Por su parte, José María Roca, director de la sala de teatro La Imperdible y presidente de la Asociación Escenarios de Sevilla, subraya que las responsabilidades pueden existir “por programar fuera de su contexto y espacio”, pero tacha la detención de “despropósito absoluto a todos los niveles. Es abominable, se está poniendo en peligro la libertad de expresión”.
Roca recalca que “todos hemos hecho obras con asesinos y con gente mala, que hacían apología de todo. Es una auténtica locura, lo preocupante de todo esto es que pueda ser una constante y que estemos sujetos a la ira de un partido (el PP) que ha perdido el poder. Estos chavales deberían ahora denunciar el estado policial y la ley mordaza”.
Ángel Calvente, fundador de la compañía teatral de títeres El Espejo Negro, se muestra “indignado” con lo ocurrido. El también multipremiado autor, director, actor y creador de marionetas malagueño considera “desorbitada” la encarcelación por apología del terrorismo. “Esto está ocurriendo en España, en 2016. La verdad es que me quedo perplejo. Pertenezco a muchas asociaciones teatrales y la gente está indignada, es algo totalmente desmedido, parece que ahora no vamos a poder decir nada”.