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El año en que ganaron ellas: de la excepción al orgullo del fútbol base femenino

El club femenino de fútbol Honeyball en Sevilla es uno de los pocos del país con la directiva femenina

Sara Rojas

Sevilla —

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2023 pasará a la historia como el año en que ganaron ellas. Ganaron las futbolistas de la selección española al conquistar un Mundial por primera vez. Ganó el deporte femenino en su conjunto al demostrar que ellas también pueden convertirse en un éxito de audiencias a nivel global. Y ganaron todas las niñas porque al levantar la copa de campeonas del mundo en las antípodas, se estaban levantando también los prejuicios que durante años han impedido a muchos padres y madres entender que sus hijas también podían formar parte de un equipo de fútbol.

Ese “cambio estructural” que han impulsado jugadoras como las sevillanas Olga Carmona o Irene Guerrero en el deporte rey (y en la sociedad en general) ha alcanzado al fútbol base femenino en Andalucía, donde las licencias han aumentado un 78% en los últimos cinco años, desde las 9.001 tramitadas en la temporada 2019-2020 y las 16.075 que se han renovado para 2023-2024, según datos de la Real Federación Andaluza de Fútbol (RFAF) solicitados por este periódico.

De ahí que Meritxell Rubio, la responsable de fútbol y fútbol sala femenino en la RFAF, hable de un “boom” en el fútbol femenino, que ha derivado en un crecimiento “inimaginable” este año con la suma de casi 2.000 licencias y la creación de nuevos equipos de base femeninos en todas las delegaciones territoriales y, sobre todo, “en las categorías más pequeñas”.

Tanto es así que este año han conseguido objetivos que hasta ahora consideraban “inviables”, como contar con una liga exclusivamente benjamín –“y ya tenemos tres delegaciones que las tienen”– o batir récords de asistencia a partidos de la selección femenina en España, como el que se logró a principios de diciembre en La Rosaleda de Málaga, con un total de 15.896 espectadores, mientras que “antes regalábamos las entradas y no querían venir”, como recuerda Meritxell Rubio.

Un cambio de mentalidad en los padres

Por tanto, el balance del 2023 que hacen desde la Federación Andaluza de Fútbol es más que positivo, pues confirma y dispara la tendencia al alza registrada desde 2019 en la sección femenina. Un impulso que no se puede explicar sin mencionar el fenómeno de este verano al que alude Meritxell Rubio: “Ganar el Mundial fue una victoria de toda España, todo el mundo se sintió identificado con ellas, y las niñas que antes no se sabían el nombre de las jugadoras ahora las ven como ídolos y referentes”.

De esta forma, ha ido calando en la sociedad “una imagen del fútbol femenino que antes no existía” y que entronca también con “la visibilidad” que le han concedido los medios de comunicación en proporción a las hazañas deportivas que han ido conquistando las futbolistas. Pero ese cambio de imagen que la responsable de la RFAF percibe en la sociedad no sólo se ha traducido en que cada vez más niñas se interesen por este deporte, sino en que los padres dejen de asociar el fútbol con “algo de hombres”.

Así pues, mientras que “antes era una excepción que las niñas jugaran al fútbol y no estaba bien visto por algunos padres”, ahora el Mundial “ha abierto la puerta a que el fútbol femenino se respete y se vea de otra manera”, de acuerdo con el análisis que comparte quien ha sido jugadora antes que responsable a nivel federativo.

“Aprovechar el tirón”

Uno de los clubes que más ha notado el efecto mundial de la selección española ha sido el Atlético Sanlúcar C.F. en Sevilla, que ha pasado de tener dos niñas jugando en equipos mixtos en 2022 a sumar hoy 40 repartidas en tres equipos. Lo cuenta orgulloso Jesús Gil, uno de los directivos de este club del municipio de Sanlúcar la Mayor que más está “apostando por el fútbol femenino”.

Hasta ahora, “no es que estuviera olvidado, pero se fomentaba poco”, reconoce Jesús Gil, aludiendo especialmente al ámbito local, “por los estereotipos del fútbol y de encasillar a los niños en el deporte que se acentúa en los pueblos”, como apostilla en conversación con este periódico.

Sin embargo, según su propia experiencia, “las niñas son más disciplinadas, se esfuerzan más y aprenden rápido”, de ahí que confiese “disfrutar mucho” y sentir “orgullo” al ver la evolución de las jugadoras de su club porque “de no saber nada, en tan poco tiempo ya compiten y pelean”. De modo que desde el Sanlúcar C.F. se declaran “volcados con los tres equipos femeninos” que se han formado recientemente, aunque “cuesta mucho porque hay padres más reacios”.

Con el afán de “aprovechar el tirón” impulsado por las jugadoras de la selección y de otras tantas de primer nivel que están haciendo historia, el club de Sanlúcar la Mayor está fomentando el fútbol base entre las niñas del pueblo mediante mensajes de ánimo lanzados por boca de las futbolistas que admiran, como Andrea Medina, jugadora sanluqueña del Atlético de Madrid.

Recorrer el trecho que queda

Testigo del auge que ha experimentado el fútbol femenino en los últimos años es Sara Trillo, presidenta del C.D. Honeyball Femenino: “De vernos sin equipo, buscando por todos lados chicas que se quisieran unir, a tener que derivarlas a otros equipos porque no tenemos más horas”. Así resume Trillo la historia del club que fundó en 2015 junto a otras jugadoras en la capital andaluza para que las niñas también pudieran contar con “un sitio seguro” en el que practicar su deporte.

En aquellos inicios, recuerda, tenían que impartir talleres y acudir a los centros educativos para darse a conocer. Sin embargo, ahora las chicas “ya contactan directamente con nosotras”. Ese es uno de los síntomas del “cambio” que también detecta la presidenta del Honeyball, quien sostiene que “cada vez vienen más chicas, sobre todo en edades pequeñas que eran las categorías más difíciles de encontrar jugadoras, porque ya no tienen tanta vergüenza de decir que quieren probar y tampoco los padres, que eran los primeros reacios a apuntarlas”.

Por todo ello, Sara Trillo celebra que se haya dado al fin “el paso que había que dar”, aunque todavía, asegura, “queda un trecho”. Se refiere al nivel de juego –“como no empiezan siendo tan niñas a jugar, hay que empezar desde cero”– pero también a nivel de banquillo, en alusión a la ínfima presencia de mujeres al frente de la dirección de los equipos. De hecho, el club Honeyball cuenta con “una de las pocas directivas que es entera femenina en España”, como destaca su responsable, a quien todavía le dicen “muchas veces” que “consulte las cosas con el presidente”. En este punto coincide también Meritxell Rubio desde la Federación Andaluza de Fútbol, al abogar por consolidar una “estructura femenina” que garantice “entrenadoras en los banquillos”.

Crecimiento limitado

Otro club femenino veterano, el Azahar C.F., también ha crecido este año en número de futbolistas, pasando de seis equipos en 2022 a los nueve que gestionan hoy entre Sevilla y Huelva. Para Maikel, su entrenador y director deportivo, ese incremento también obedece a que “los padres ahora están más abiertos a que jueguen las niñas al fútbol, antes eran más reacios”. Desde 2002 lleva Maikel vinculado al fútbol femenino y ha presenciado cómo los padres solían buscar “cualquier excusa para quitarlas”, mientras que él insistía en que “no castiguen a sus hijas con el fútbol porque con los niños no se plantean ese castigo”.

Al igual que los directivos de otros clubes andaluces, el del Azahar C.F. reconoce que la victoria del Mundial ha repercutido en que este año hayan “aparecido muchas niñas que quieren jugar” porque “cada vez tienen más referentes en la tele y cada vez saben más de fútbol”. No obstante, Maikel encuentra un “pero” a ese incremento, en la medida en que no ha redundado “en apoyo y crecimiento de infraestructuras o espacios”. A este respecto explica que “el problema es que los equipos base dependemos de alquileres y espacios y por mucho que queramos crecer no podemos”. Este obstáculo se acentúa en el caso de los equipos femeninos que tienen aún “más limitado el tiempo y el espacio” y eso condiciona el rendimiento de las jugadoras.

Como muestra, asevera que este año “han llegado tantas niñas nuevas a infantil que por no cortarles la ilusión, antes de dejarlas fuera, hemos optado por compartir el campo”. De modo que en un mismo terreno de juego entrenan más de 30 niñas, lo cual implica que “avanzan menos”. En cambio, en las categorías de cadete para arriba, al ser más mayores, “tuvimos que cortar porque no cabían”, lamenta Maikel, quien concluye con pesar “no es que no queramos, es que no podemos avanzar más”.

En ese sentido, el entrenador de este club femenino que arrancó en 2007 con un solo equipo añade que “no podemos ofrecerles más de lo que nos dan”, apelando al problema de instalaciones deportivas que percibe en la ciudad de Sevilla. El testimonio de Maikel sirve así de contrapunto a un relato protagonizado por la ilusión de las niñas que se incorporan a un equipo de fútbol sin la reticencia de sus padres. Las “trabas” que menciona este director directivo aparecen después, en las categorías superiores, cuando empiezan a confrontar con las diferencias que todavía lastran al fútbol femenino frente al de los hombres. “Esa ilusión se frustra cuando descubren que en el femenino hay más trabas para llegar arriba y mantenerte que en el masculino”, explica para confesar que a veces “te quitan las ganas al ponerte tantas zancadillas”.

Propósitos 2024: seguir creciendo

Con todo, la responsable andaluza de fútbol femenino asegura que desde la RFAF “los tratamos igual”, concediéndoles las mismas ayudas y recursos. Si bien queda camino por recorrer, Meritxell Rubio reconoce como un triunfo que lo que “antes era una excepción” –conocer a niñas que jueguen en equipos de fútbol– cada vez está más extendido y más valorado entre la población, gracias a que ellas han ido conquistando victorias y ganando espacio en los medios de comunicación, a través de los cuales el público ha podido comprobar “la calidad” de su juego.

Por esta razón, la responsable del fútbol femenino a nivel andaluz resume este 2023 como el año en que “la estructura del fútbol a nivel español se ha asentado con la misma fuerza que el masculino”. También se ha consolidado “el salto que ha pegado tácticamente el fútbol femenino” y el interés de las más pequeñas por formar parte algún día de la selección española.

En la lista de propósitos para el 2024, Rubio señala “seguir en la misma línea de trabajo”, esto es, creciendo en número de licencias, intentando hacerse fuertes detectando debilidades y apostando por “los equipos arriba para que no desciendan”, porque eso significa tener referentes para las bases y garantizar que los próximos años sigan ganando ellas.

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