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Que 50 años no es nada
El anuncio del presidente de Gobierno de que se conmemorarán los 50 años de la muerte de Francisco Franco no ha sentado bien al equipo mediático habitual. Dicen que es reverdecer viejos odios, que la gente ya no se acuerda del dictador; como sentó escuela ABC, un clamor popular, aseguran, está en contra de dicha conmemoración.
La verdad es que la crítica más gorda que se me viene a la cabeza por la efeméride es la vergüenza. La vergüenza culposa compartida de recordar y asumir haber sufrido una dictadura fruto de un golpe militar contra la democracia cuyo protagonista muriera plácidamente en la cama. De todas maneras se desconoce en qué consiste dicha conmemoración, si se desgranarán históricamente cada uno de los hitos de ese periodo funesto y criminal o se van a resaltar los restos de aquel tiempo que aún permanecen entre nosotros, desde la sucesión en la jefatura del Estado hasta los presentes en los distintos cuerpos sociales, al descubierto o en el Estado profundo, un poner, los restos legados de la milicia togada, elegida en su momento no por los jueces, sino por un escrupuloso caudillo que solo quería con toga a sus mejores pretorianos. La Transición ha supuesto en muchos casos la continuidad del viejo régimen y así estamos, aún sufriendo sus coletazos en todos los nudos que nos dejó el franquismo y que todavía siguen por desatar.
El equipo mediático habitual hace como si Franco se hubiera ido pero más parece que lo esperan o creen en su fe que resucitará dentro de un largo tercer día en el que estamos, tal vez sea eso y vean en el anuncio presidencial una especie de sortilegio, una ristra de cabezas de ajo, que impida que vuelva. Por eso, desde antaño han sido muy cuidadosos en mantener sus símbolos, es decir, su presencia intimidatoria en el imaginario popular, sea manteniendo su mausoleo de Cuelgamuros hasta ayer o a Queipo de Llano en la basílica de la Macarena, solo extraído gracias al arrojo democrático de su hermano mayor.
Desde las críticas se ha llegado a oír o leer que se trata de una maniobra canina de Pedro Sánchez, una cortina de humo para tapar sus casos de corrupción
En realidad deberían estar contentos, la rememoración va a coincidir plenamente con el afloro entusiasta de sus correligionarios de extrema derecha por doquier, no conviene olvidar su ideología, incluso con llamados a una internacional que aglutine a todos los extremismos de derecha por el mundo, presentes, latentes o patentes. Y no, no es una caricatura.
Desde las críticas se ha llegado a oír o leer que se trata de una maniobra canina de Pedro Sánchez, una cortina de humo para tapar sus casos de corrupción, una afirmación que esconde el temor a que durante todo 2025, los socialistas sigan gobernando y que no les funcione su maquinaria de ataque nervioso sin esperar unas nuevas elecciones en las que ese clamor del pueblo se pueda transformar, si acaso, en voluntad democrática.
Si solo fuera ese temor sería una reflexión o valoración política, en ningún caso una reflexión cívica de lo que ahora convenga o no socialmente, pero mucho me temo que donde dice cortina de humo querrían decir descubrir la cortina, levantar el telón, para que colectivamente reflexionemos sobre lo que supuso para España aquel golpe de Estado y someter a todo un pueblo a décadas de dictadura fascista.
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