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Ay Untamiento de Granada
“¿Qué motivo tengo yo para dimitir?”, se pregunta candorosamente el alcalde del Ay Untamiento de Granada, José Torres Hurtado, tras salir de la comisaría acusado de cohecho, fraude en la contratación, asociación ilícita (¿quizá la cofradía del Rocío?), prevaricación, tráfico de influencias, malversación de caudales públicos, estafa, falsedad en documento mercantil, administración desleal y contra la ordenación del territorio. Y la verdad es que es una pregunta adecuada, ya que en parecida situación está la ex alcaldesa valenciana Rita Barberá y sigue siendo aforada y aforrada; al igual que el ministro Soria, que ha dado muchas explicaciones sobre su lío en Panamá, concretamente cinco, todas ellas distintas; o el mismísimo Aznar ascendido a los cielos, que ha tenido que pagar una multa de 70.000 euros a Hacienda tras intentar guindar 200.000 en impuestos.
También podría preguntarse mi todavía campechano alcalde (lo confieso: soy vecino de Granada por voluntad propia) por qué todavía no ha recibido ningún mensaje de Rajoy animándole a que sea fuerte, ni tampoco un pequeño hálito de apoyo de su partido. Que por no tener no tiene ni perrito que le lama.
Podría pensarse que por fin el PP (Partido Pútrido) se ha puesto a perseguir la corrupción, aunque puedo descartarlo, ya que no hace muchas fechas, el presidente regional, un tal Moreno Bonilla, se negó a pedir la dimisión del presidente de la Diputación de Almería, del PP provincial y alcalde de Roquetas, Gabriel Amat, que le aseguró categóricamente que no había ningún pelotazo urbanístico, palabrita del Niño Jesús.
Así pues, a lo mejor tiene razón el presunto Hurtado al afirmar que todo se debe a una trama política. Aunque si así fuera tampoco tendría que ir muy lejos para descubrirla, que a lo mejor bastaba con acercarse a la sede de su partido. Y es que en Granada, dicen las malas lenguas, quien no ha explicitado su apoyo al alcalde es sobre todo Sebastián Pérez, presidente provincial, ex presidente de la Diputación y otras hierbas, que a su vez es teniente de alcalde de la ciudad y heredero natural del cargo de que se trata. Dicho de otro modo, el visir que quiere ser califa en lugar del califa. Lo que no quita para que se lleven bien (dicen ellos). No en vano ambos aman a Granada sobre todas las cosas, creen que el PP es la única salvaguarda de España y les une un franco compañerismo, con perdón por lo de franco.
“La malafollá” granadina
Para que entiendan esta relación tan especial entrambos, tendría que explicarles lo que es “la malafollá”, un concepto etéreo que abarca muchas cosas, aunque bien pudiera resumirse así: se encuentran dos granadinos de pura cepa en Puerta Real (el epicentro de la malafollá) y uno le dice a otro: “Me alegro mucho de verte, aunque sea en estas circunstancias. ¿Qué pollas te ha pasado?”. A lo que el segundo le responde: “Anda y que te divierta tu puta madre”. Perdón por el lenguaje, pero se perdería mucho en la traducción.
Pero volviendo al principio, dije lo de candorosamente porque no creo que Hurtado haya hurtado en el sentido más literal de la palabra, sino que la cosa es bastante peor. Como todos en el PP, ha llegado a creerse que lo que hace, trampear con los suelos y con los dineros, y con las flores y con las sillas de las procesiones, es a mayor beneficio de Granada. Y que si les invitan a algo, sólo es un justo pago por sus esfuerzos, que no sólo de amor viven los patriotas.
Dicho todo ello sin perjuicio de que pueda aparecer una cuenta en Panamá, que tampoco lo descarto. Y si no, ahí tienen a Granados (el nombre era premonitorio), que el día anterior a ser detenido con varios millones en Suiza todavía osaba aleccionarnos sobre la honradez.
Espero que los de Podemos no me vengan ahora con la tontada de que PP, C´s y PSOE son lo mismo y se apunten a la moción de censura, que lo de Hurtado era una desgracia, pero lo de Pérez puede hacer verdad la canción del maestro Lara: Granada, tierra de fantasía, de vírgenes morenas, flor de melancolía, de sangre y de sol. La sangre, en concreto, la pondríamos los vecinos.
“¿Qué motivo tengo yo para dimitir?”, se pregunta candorosamente el alcalde del Ay Untamiento de Granada, José Torres Hurtado, tras salir de la comisaría acusado de cohecho, fraude en la contratación, asociación ilícita (¿quizá la cofradía del Rocío?), prevaricación, tráfico de influencias, malversación de caudales públicos, estafa, falsedad en documento mercantil, administración desleal y contra la ordenación del territorio. Y la verdad es que es una pregunta adecuada, ya que en parecida situación está la ex alcaldesa valenciana Rita Barberá y sigue siendo aforada y aforrada; al igual que el ministro Soria, que ha dado muchas explicaciones sobre su lío en Panamá, concretamente cinco, todas ellas distintas; o el mismísimo Aznar ascendido a los cielos, que ha tenido que pagar una multa de 70.000 euros a Hacienda tras intentar guindar 200.000 en impuestos.
También podría preguntarse mi todavía campechano alcalde (lo confieso: soy vecino de Granada por voluntad propia) por qué todavía no ha recibido ningún mensaje de Rajoy animándole a que sea fuerte, ni tampoco un pequeño hálito de apoyo de su partido. Que por no tener no tiene ni perrito que le lama.