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Los esquimales del sur

8 de junio de 2022 20:41 h

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Estoy en Madrid. La que se ha liado con el debate de la RTVE de todos. No habían previsto una mesa de análisis in situ –y eso que ya tenemos AVE– ni contado con periodistas andaluces. La lupa de siempre, la mirada de Madrid y su visión mesetaria.

Solo se habla de eso. Los bien fundados argumentos de la izquierda en el debate no les parecen relevantes. Es lo de menos, esto para ellos es puro exotismo, fascinación pasajera entre ferias y ferias, chiringuitos y flamenquito. Y todo en el entorno del penetrante olor a colonia de los retretes de la pública, no a Gotas de Oro precisamente, empresa de Hinojos. El meado de la pública es de calidad parisina. 

Se me ocurre un abanico de buenas periodistas andaluzas residentes. No es cuestión de nacer, no nos líen, hemos tenido cuatro presidentes de la Junta de Andalucía que no nacieron aquí. Aquí no nació ni Bertín Osborne, ¿entienden? 

La mayoría de las críticas ha venido de los propios profesionales de la comunicación. Espero que no sea corporativismo o cosas de cuchipandis, muy propias de la profesión. Espero que sea sentida y, por fin, hayan caído en lo del centralismo mediático.

De los que analizaron, ni una queja, son periodistas. Les deseo lo mejor, incluso que se suelten en catalán por si la cadena repite en las elecciones catalanas. Ponerse una ka y varías teequis en tu gracia cuela y te habilita para las vascas, aconsejo. Da tiempo. 

En uno de los primeros capítulos de Borgen, la extrema derecha y la izquierda acomodada de Copenhague se preguntan el porqué de la autonomía de Groenlandia, con sus esquimales y sus nieves perpetuas. Esos que no saben ni autogobernarse. 

La televisión pública, que se dice del sur, que tendría que articular el territorio, asumir los déficit de las privadas y huir de la Andalucía del pasado, sus tópicos y atavismos, no hace sino contribuir a amplificar sus tópicos, exagerándolos

No somos esquimales, el equivalente pero con mucha caló. Tal vez, por eso, conviene releer a los que saben, aunque sean de Sevilla, un poner, el libro del catedrático e historiador de la Economía Carlos Arenas. En 'Lo andaluz. Historia de un hecho diferencial' sostiene Arenas que Andalucía es una colonia económica, añadiría que mediática, también. Aquí tenemos el minifundio periodístico, y más de un cipayo. La televisión pública, que se dice del sur, que tendría que articular el territorio, asumir los déficit de las privadas y huir de la Andalucía del pasado, sus tópicos y atavismos, no hace sino contribuir a amplificar sus tópicos, exagerándolos. Tan autónoma ella como que el nuevo manijero del cortijo nos trajo hasta un Álvaro Zancajo, natural de la patria de la libertad y las cañas, para domesticar y meter en verea a los periodistas del canal. Ahora, por fin en su entorno natural, será feliz de hombre mediático de la extrema derecha.

Mediáticamente, no hemos alcanzado ninguna de las modernizaciones. La Andalucía imparable nunca llegó al periodismo, y mucho menos la California europea de un socialismo que ahora trata de sobrevivir. Muchos buenos periodistas se han tenido que dedicar a otra cosa o a precarizar su trabajo, víctimas de mil reducciones de plantilla, o viéndolas caer desde la Corte.

Desde Madrid, después de cuatro años mirando para otro lado, a Bruselas o Ucrania, el Gobierno, la izquierda o la derecha, esperan de los andaluces o que paremos a la extrema derecha o que ayudemos al cambio de ciclo. Después de que la extrema derecha allén Despeñaperros les haya rebozado por las orejas entre complicidades y magreos mediáticos de los líderes de la comunicación asentados y acantonados en la Corte. No esperan de nosotros, ni les interesa o lo temen, que de verdad un día tomemos las riendas de esto, que no seamos esquimales del sur. Que nos levantemos y volvamos a ser lo que fuimos.

De todas maneras, para más información, lean, oigan y vean la prensa de Madrid. Ellos sí que saben de lo nuestro. 

Estoy en Madrid. La que se ha liado con el debate de la RTVE de todos. No habían previsto una mesa de análisis in situ –y eso que ya tenemos AVE– ni contado con periodistas andaluces. La lupa de siempre, la mirada de Madrid y su visión mesetaria.

Solo se habla de eso. Los bien fundados argumentos de la izquierda en el debate no les parecen relevantes. Es lo de menos, esto para ellos es puro exotismo, fascinación pasajera entre ferias y ferias, chiringuitos y flamenquito. Y todo en el entorno del penetrante olor a colonia de los retretes de la pública, no a Gotas de Oro precisamente, empresa de Hinojos. El meado de la pública es de calidad parisina.