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La fantasía de la invulnerabilidad
Lo contaba el otro día aquí mismo: la pandemia ha disparado los índices de ansiedad, depresión y otros trastornos, para los que en la mayoría de los casos se ofrece una salida meramente farmacológica, y por lo tanto una inevitable cronificación. Hoy mismo llega a las librerías Invulnerables e invertebrados: mutaciones antropológicas del sujeto contemporáneo, el último ensayo de la psicoanalista y narradora Lola López Mondéjar, muy bien editado por Anagrama. Si en aquella columna yo lamentaba el abordaje de los malestares psicológicos desde una mirada ajena al contexto social en que se producen, este ensayo profundiza, con prosa exquisita, rigor y honestidad, en la época y sociedad donde tienen lugar.
López Mondéjar, a la que ya he ensalzado como novelista en otra ocasión, bebe de la que para mí es sin duda la tradición psicoanalítica más rica, aquella que se entrevera con el análisis sociológico, filosófico y epocal y que, por consiguiente, sitúa al sujeto en el meollo de la más estricta contemporaneidad sin renunciar a su herencia, individual e histórica. De ese modo, su autora pondrá el foco en la experiencia del amor, del propio cuerpo, del afecto, del sexo, de la identidad, de la subjetividad y las mutaciones que en la época de la velocidad, del Me Gusta, de Tinder y la incertidumbre se concretan en un amplio abanico de sujetos (¿o consumidores?).
Los valores últimos de un capitalismo asimila el afecto, la decepción, la separación o el duelo (la vulnerabilidad, en suma) como síntomas de una debilidad intolerable en estos tiempos acelerados
¿Cuál sería el rasgo común en este nuevo tipo de sujetos? La fantasía de invulnerabilidad, propia de un tipo de personalidad empapada, embriaga de los valores últimos de un capitalismo siempre proteico que, en su forma reciente, asimila el afecto, la decepción, la separación o el duelo (la vulnerabilidad, en suma) como síntomas de una debilidad intolerable en estos tiempos acelerados. De hecho, tan acelerados, tan vaporosos, que carecen de un verdadero anclaje, de un eje moral o ético, es decir, de una vertebración: invulnerable e invertebrado, por tanto, así es ese nuevo sujeto. Esa fantasía de invulnerabilidad, como no puede ser de otra manera, acaba por manifestarse en malestares definitorios de nuestra época, que López Mondéjar analiza tanto a partir de la investigación como de su propia práctica clínica.
La obesidad, sin ir más lejos, se ha convertido en una pandemia con cifras alarmantes y terribles consecuencias para la salud (y la economía), como no deja de avisar la OMS. En España triplica o cuatriplica la incidencia de un trastorno más mediático, como es el de la anorexia, lo que cuestiona la supuesta sumisión a los cánones de belleza dictados por la moda. El cuerpo como coraza de grasa, como protección para esconder la vulnerabilidad, se convierte en nuestra sociedad en un problema de primer orden, toda vez que solo en contadas ocasiones atiende a causas endocrinas o se explica por la relación entre pobreza, bajo nivel cultural y consumo de comida basura.
Uno de los grandes valores de este ensayo es la forma en que mira de frente todos esos asuntos, sin rehuir debates delicados
Desde ese punto de vista, Invulnerables e invertebrados también establece un diálogo, no exento de controversias pero siempre honestísimo, con algunas de las cuestiones más candentes de los feminismos actuales. Lo podríamos resumir del siguiente modo: ¿de qué manera pueden los feminismos sortear dispositivos patriarcales como el sistema sexo/género, al amor monogámico, el cuerpo normativo o cualquier posición subalterna sin caer en la autocomplacencia o reducir a una cuestión puramente volitiva problemáticas multicausales (pues siempre atienden a orígenes individuales, familiares, históricos, sociales, psicológicos, etc.)?
Uno de los grandes valores de este ensayo es la forma en que mira de frente todos esos asuntos, sin rehuir debates delicados. Dicho con otras palabras: es la forma en la que la autora propone ese diálogo, aceptando a veces sus propias limitaciones, otras dando espacio muy relevante a maneras de pensar discordantes con las de ella misma, pero también dejando caer algunas afirmaciones discutibles (“En la experiencia de las personas trans, adoptar una identidad imaginaria, casi caricaturizada, teatralizada, del género de elección, es una forma de rechazar la pluralidad de experiencias que les habita y que no pueden sino conciliarse en esa fantasía de integración siempre inconclusa que es la reasignación de género” [p. 327]).
Pocas veces tendremos ocasión de sentirnos invitados a una conversación tan elegante, profunda, exigente y bien llevada como la que propone Lola López Mondéjar en este ensayo. Este libro es un tesoro, no lo duden.
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