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Libres de tutores y paternalismo
Recuerdo en la televisión de antaño a Fraga concediendo a grito limpio la libertad a su discípulo Aznar tan servil que le había entregado una carta de dimisión sin fecha para que el mentor hiciera uso de ella cuando quisiera: “¡Ni tutelas, ni tutías!” bramó el libertador. Y Aznar con su raya al lado y su bigote recortado sonreía azorado.
Veo en los telediarios de hoy a los catalanes proclamando sus anhelos pese a los vetos del Constitucional y al empecinamiento del Gobierno que en última instancia se la ha tenido que envainar porque, tensada la cuerda al máximo (en gran medida para desviar la atención de sus escándalos), sólo le quedaba el recurso de la fuerza. A todas luces exagerado y que habría escandalizado en todo el Estado.
Y veo que la cuestión catalana destaca en la actualidad con el rotundo avance de Podemos como fuerza política nacional que preconizan el sondeo del CIS y otros privados, como el de Metroscopia para EL PAÍS.
La clase política que tan cómoda ha vivido estos cuarenta años subvirtiendo la democracia participativa de la que debió ser embrión la Transición, en un régimen partitocrático bipartidista -con apoyo en los nacionalistas de PNV y CIU- parpadea incrédula. Como preguntándose: “¿Pero qué pasa, en Cataluña y en España?”
Se suma al recuerdo de Fraga, el de otro padre de la patria, Alfonso Guerra que se jubila presumiendo ante la prensa de que se va con 50 años cotizados “cosa que los periodistas rara vez logran”. ¡Y recibe aplausos! Él que atacaba a sus adversarias ideológicas con la misoginia de llamarlas “monja alférez”, él que dejó sembrados cadáveres políticos como el expresidente Suárez sobre el que se retractó cuando era todo olvido o la directora Pilar Miró que se refería a él con el referente fílmico de El Padrino: “Corleone alza la ceja y sus chicos disparan”. Aún espera la mujer en el cielo, a la diestra de Gary Cooper, las disculpas. Guerra con el caso (práctico) Juan Guerra y la lección teórica de “El que se mueve no sale en la foto”. De esos polvos, los actuales lodos.
Pero resulta que quien grita ahora “Ni tutelas, ni tutías” es la ciudadanía. Y parece que a fuerza de moverse va a irrumpir en las fotos... y en las instituciones.
La estrategia del miedo
Por más que Cospedal azuza el temor al abismo al que llevaría a España la victoria de Podemos, por más que Aguirre agita el espantajo del modelo venezolano, por más que voceros de la ultraderecha española como Herman Tertsch en la pública Telemadrid aseguran que Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero “matarán por cuestiones políticas” si llegan a ganar, ¡así tal cual!, por más que Susana Díaz subestima a la sociedad por dejarse engañar por una música atractiva pero con una letra que la realidad -léase los mercados y los poderes fácticos- no permitirán... Podemos crece ¡y cómo crece!
¿Algún efecto positivo ha tenido ya esa música celestial, no, presidenta? ¿O es casual que la semana en que Podemos brilla en el CIS, la luz le haya deslumbrado como a San Pablo, para anunciar que retirará el acta de diputados a los imputados por el Tribunal Supremo o el Superior de Justicia de Andalucía? Chaves y Griñán, incluidos. Otros tutores abandonados.
Cuyo abandono forzamos los ciudadanos. Porque, ¡mira que ha costado! A medidas como ésta creo que se refiere Pablo Iglesias con lo de “tomar el cielo por asalto”. Expresión cuya forma me desagrada, como todo referente militarista, bélico. Pero cuyo fondo alude a que los derechos no los regala nadie, se conquistan. Se pierden en cuanto uno se despista y luego hay que redoblar esfuerzos para recuperarlos. En ésas estamos.
¿No pensaría la clase bipartidista que mientras ellos decretaban que la crisis -resultado de sumar la estafa financiera internacional y el saqueo en España de las arcas públicas por esos ultraliberales tan poco dados a emprender con dinero de sus bolsillos- se arreglaba desmontando la sanidad y enseñanza públicas, parando la investigación, cobrando por la Justicia, desahuciando familias y condenando a “la generación perdida” íbamos a quedarnos de brazos cruzados?
Si lo pensaron, erraron. Han orillado a tantos que ahora la mayoría es outsider del sistema. Parados, pre-jubilados, exiliados, familiares y amigos de éstos se están movilizando mientras los pocos que acumulan el poder, mal acostumbrados a la pasividad social, no saben reaccionar. O se empeñan en hacerlo mal. ¡Hasta indultan bajo cuerda a Jauma Matas! Seguid, continuad y aún dejaréis cortos los actuales resultados del CIS.
Valoración y críticas a Podemos
Valorar de Podemos el esfuerzo y capacidad de aglutinar la reacción social, la habilidad y el conocimiento de la táctica política que han hecho del proyecto de hace medio año la actual sólida realidad, no quita ciertas críticas.
No tendría que costar tanto, creo, responder a quienes acusan a Podemos de no condenar la falta de derechos humanos en Irán o el maltrato a la disidencia política en Venezuela. Más aún cuando es tan fácil apuntar lo entregado que está nuestro Gobierno ultraliberal a la dictadura comunista china, sin que los comentaristas cerquen a los ministros o al presidente exigiéndoles que proclamen la libertad política, sexual, artística, laboral en el gigante asiático. Rajoy y Cospedal gustan de postrarse ante la roja bandera que preside la Plaza de Tiananmen, en genuflexión tan devota como cuando se hincan en San Pedro tocados de mantilla. Se ve que en sus lecturas pías han pasado por alto las advertencias sobre el pecado de adorar al becerro dorado. ¡Que hemos derogado en España la justicia universal para tener a los chinos contentos! ¡Seamos serios!
Sería de agradecer también, antes de que se consoliden prácticas que con el tiempo arraigan, que los representantes de Podemos evitaran el paternalismo de dirigirse a nosotros con canturreos y chascarrillos. Me refiero a Monedero con sus cánticos en Madrid y Sevilla -bastante cantada protagonizó al reprender a Sabina afirmando que de política ninguna opinión es más cualificada que la de un politólogo- y también al chistecillo escatológico del aspirante a la Comisión de Garantías, Joaquín Urías. Con demasiada edad y años en movimientos sociales como para caer en el simplismo de prometer que nos librará de “indeseables” por su capacidad de “oler la mierda antes de que salga”.
No se confunda nadie. Ni fuera, ni dentro del círculo de círculos. Si se ha llegado aquí -y aún es pronto para considerar que se ha llegado a alguna parte- es porque los ciudadanos no admitimos tutelajes, ni un trato infantil. Nosotros, adultos libres, decidimos.
Recuerdo en la televisión de antaño a Fraga concediendo a grito limpio la libertad a su discípulo Aznar tan servil que le había entregado una carta de dimisión sin fecha para que el mentor hiciera uso de ella cuando quisiera: “¡Ni tutelas, ni tutías!” bramó el libertador. Y Aznar con su raya al lado y su bigote recortado sonreía azorado.
Veo en los telediarios de hoy a los catalanes proclamando sus anhelos pese a los vetos del Constitucional y al empecinamiento del Gobierno que en última instancia se la ha tenido que envainar porque, tensada la cuerda al máximo (en gran medida para desviar la atención de sus escándalos), sólo le quedaba el recurso de la fuerza. A todas luces exagerado y que habría escandalizado en todo el Estado.