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Si te engañan dos veces es tu culpa
Controlar los medios de comunicación es rentable para ciertos políticos, es más, es el objetivo fundamental de aquellos que ya conceden de antemano que por su mediocridad necesitan la mentira para ganar y permanecer en el poder. El núcleo del desenlace de las responsabilidades por la DANA valenciana así lo parece demostrar. En el peor momento, Carlos Mazón, máximo responsable de la Generalitat y ordinario del Estado, estaba almorzando largamente con una periodista. ¿Para qué? Dicen que para ofrecerle lo que por ley no podía ofrecerle porque no depende de él. ¿O sí? Otro asunto a analizar es la promiscuidad mediática entre políticos y periodistas. Otro día.
Y ese es el meollo de lo que nos está pasando, lo peligroso democráticamente, el control de la información, es decir, la desinformación. Eso es lo que dicen los mejores analistas de la política estadounidense: Trump ha ganado por la desinformación. Ya uno lo sospechaba, de hecho, el plutócrata y autócrata en ciernes empezó controlando un programa, una televisión, ciertos periodistas y la red social, esto último en íntima sociedad con Elon Musk, que según algunos también ha ganado las elecciones. De todas maneras, mirado desde otro prisma, no deja de ser un eximente para sus votantes, han votado engañados, desinformados. Es una tarea larga pero eficaz que da frutos, miles de horas ante la televisión recibiendo información procesada es malo para la salud democrática.
Sin lugar a dudas que hay periodistas que cuentan la verdad, gracias a ellos veremos algo de luz, otra cosa serán las responsabilidades; otros, sin embargo, cuentan lo que está en su imaginario a sueldo o en las consignas y argumentarios facturables
Desde luego que no hay que irse a ultramar para observar los efectos de la desinformación y su núcleo irradiador contra la democracia, pongamos que Madrid y sucursales, donde se produce la concentración y centralización del mensaje político. La radialidad permite, además, una gran capacidad de movilización cuando huele a sangre y hay detritos y gandinga de libre disposición. Hay muchos ejemplos de la sobrexposición, la propagación del malestar difuso, el postureo habitual y la depredación mediática; solo pondré algunos de ellos, que van desde afirmar que cientos de cuerpos estaban en un garaje, a embarrar platós como decorado, negar los hechos, la presencia del Estado, contar sin despeinarse, en un acto de vasallaje cortesano, que el rey tiene mando en tropa y efectivos militares desplegados antes que el Gobierno del que depende constitucionalmente o que ha habido una milagrosa conversión colectiva al independentismo del indignado pueblo valenciano.
El engaño y la mentira política son imposibles sin la alianza y colaboración activa de medios y periodistas para algo que corroe y pretende difuminar la exigencia de responsabilidades, la aclaración y transparencia de lo ocurrido pero, sobre todo, afecta a la mismísima democracia en tanto que fomenta el descrédito en la instituciones. Sin lugar a dudas que hay periodistas que cuentan la verdad, gracias a ellos veremos algo de luz, otra cosa serán las responsabilidades; otros, sin embargo, cuentan lo que está en su imaginario a sueldo o en las consignas y argumentarios facturables. Lo primero es periodismo, lo segundo es activismo y encarguito sobrecogedor. También está el periodista tan ufano de su proceder y misión que cree que es él y su desempeño, el burdo protagonista de la desgracia ajena.
De la Grecia clásica nos llega la reflexión de Anaxágoras, maestro de Pericles, padre de la democracia helena y, por tanto, nuestro abuelo: si te engañan una vez es culpa del que te engaña; si te engañan dos es culpa tuya.
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