Andalucía Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

SÍ, pero NO. A vueltas con la EPA

Le decía esta misma mañana una señora a otra, ambas en torno a los 40 años, en una cafetería de una céntrica calle sevillana algo parecido a “Te lo digo en serio, para nosotros ir al cine se ha convertido en un lujo. Desde que en (la empresa XXXXX) le han cambiado el contrato a mi marido, con más horas y menos sueldo, nos cuesta Dios y ayuda llegar a final de mes”. A lo que su interlocutora le respondía algo así como “Dímelo a mí, que teniendo como tengo dos niños, cualquiera se plantea ir al cine. El precio de las entradas se ha vuelto prohibitivo, pero ni a mi marido ni a mí nos han subido el sueldo desde hace ya ni me acuerdo. Como están las cosas, no hay más remedio que priorizar los gastos, y el cine puede esperar.”

Lo que a uno le ha llevado a pensar que las buenas noticias hay que recibirlas como tales, con optimismo, satisfacción y esperanza de un mejor momento, aunque por otra parte también hay que saber alejarse de la euforia y de fútiles cantos de victoria apresurados. No vaya a ser que se nos caiga el cántaro de la leche por el camino y la liemos. Otra vez.

Porque sí, es una buena noticia que se haya creado empleo. Según la EPA, en promedio el empleo ha crecido un 1% en el primer semestre de 2014. España ha logrado crear empleo seis años después desde que empezara la crisis. El paro bajó en 310.400 personas en el segundo trimestre del año respecto al trimestre anterior, un 5,2% y el número de ocupados aumentó con 402.400 empleados más.

Pero no, tampoco vamos a sacar pecho cuando seguimos teniendo un 53% de desempleo juvenil y un total de 5,6 millones de parados. Queda mucho camino por recorrer para salir de la crisis (para volver a las tasas de desempleo previas a la crisis), y lo que no está nada claro es que este momento satisfactorio sea fruto de una acertada política económica que esté asentando las bases para un nuevo modelo productivo a escala nacional, que venga a sustituir al denostado -y también añorado por muchos- del ladrillo.

Y es aquí donde empiezan las arenas movedizas, abonadas además por nuevas alertas internacionales que están empezando a pronosticar un rebrote de la crisis a nivel mundial para el próximo año y que, de cogernos desprevenidos en España, nos traerá sin duda renovados dolores de cabeza.

La pregunta por tanto es: ¿Qué modelo económico está promoviendo el Gobierno? Y de momento, la respuesta no resulta evidente, no sé si por el hermetismo/oscurantismo del que lleva haciendo gala desde hace dos años, o porque la única respuesta plausible es que no hay modelo.

Habida cuenta de lo que están haciendo con algunos sectores, me temo que la segunda opción es la más creíble: la incipiente industria de las renovables se la han cargado a base de regulaciones y contra-regulaciones. Hablar de industria cultural en España (subida del IVA mediante) es casi un oxímoron. Hace meses nos hablaban del buen funcionamiento de las exportaciones, se les llenaba la boca ensalzando el magnífico comportamiento de nuestra balanza comercial, esa gran panacea que nos iba a sacar del agujero. Pero lo cierto es que ya no lo hacen, porque las exportaciones están cayendo.

Ahora parece que les ha vuelto a dar por elogiar la importancia estratégica del sector turístico, ese tapón de corcho al que todos los gobiernos suelen recurrir alguna que otra vez, cuando quieren decirnos que la cosa no va tan mal. Llegan más turistas y gastan más: en el conjunto de España el gasto turístico en los seis primeros meses del año ha alcanzado los 26.345 millones de euros, un 7,8 % más que en el mismo periodo de 2013.

Muy bien. Fenomenal. Pero, ¿de verdad es este es el nuevo modelo? Una vez más, los matices son importantes: es la hostelería la que explica la mayor parte de la creación de empleo. Empleos parciales y precarios que, por sí solos no sostienen un modelo económico. Merece la pena recordar que nuestros grandes abanderados del turismo, Canarias y Baleares, tienen tasas de desempleo, respectivamente, del 33% y Baleares del 19%. Andalucía, la cuarta Comunidad Autónoma receptora de turistas tiene el récord del 34,74% de paro.

En definitiva, Rajoy y los suyos podrán decirnos que todo va mucho mejor que cuando llegaron al Gobierno, pero lo que no nos recuerdan es que, desde que eso ocurriera, hay casi un millón más de parados en España y que la precariedad laboral, los recortes y la aniquilación de derechos está socavando a la clase media. Como para ir al cine…

Quizás no tengan un modelo definido, pero cada vez está más claro hacia qué modelo nos están llevando.

Le decía esta misma mañana una señora a otra, ambas en torno a los 40 años, en una cafetería de una céntrica calle sevillana algo parecido a “Te lo digo en serio, para nosotros ir al cine se ha convertido en un lujo. Desde que en (la empresa XXXXX) le han cambiado el contrato a mi marido, con más horas y menos sueldo, nos cuesta Dios y ayuda llegar a final de mes”. A lo que su interlocutora le respondía algo así como “Dímelo a mí, que teniendo como tengo dos niños, cualquiera se plantea ir al cine. El precio de las entradas se ha vuelto prohibitivo, pero ni a mi marido ni a mí nos han subido el sueldo desde hace ya ni me acuerdo. Como están las cosas, no hay más remedio que priorizar los gastos, y el cine puede esperar.”

Lo que a uno le ha llevado a pensar que las buenas noticias hay que recibirlas como tales, con optimismo, satisfacción y esperanza de un mejor momento, aunque por otra parte también hay que saber alejarse de la euforia y de fútiles cantos de victoria apresurados. No vaya a ser que se nos caiga el cántaro de la leche por el camino y la liemos. Otra vez.