Diana Quer y otras desapariciones: claves para equilibrar periodismo y respeto al dolor de la familia
“Céntrate en las cuestiones relevantes y objetivas que puedan ayudar a encontrar a la persona desaprecida”. El periodismo como servicio público, alejado de morbo y sensacionalismo, donde primen los valores sociales. Son solo un par de claves contenidas en una guía inédita de buenas prácticas para el tratamiento informativo de las desapariciones de personas (íntegra al final del texto), presentada este jueves en Sevilla y que ha sido elabotrada por el Consejo Audiovisual de Andalucía y la Fundación QSDGlobal. Responsabilidad, respeto, sensibilidad y conciencia social, han insistido sus promotores.
Cada año se registran en España unas 21.000 denuncias por desapariciones sin causa aparente. Desde el año 2010 hay acumulados más de 4.000 casos sin resolver, de los que 1.676 corresponden a Andalucía. El impacto mediático de la desaparición en A Pobra de Caramiñal (Pontevedra) de la joven de 18 años Diana Quer el pasado verano fue el punto de inflexión para que la fundación presidida por Paco Lobatón apostara por tratar de “no añadir más dolor al dolor” de las familias de personas desaparecidas y de hacer una llamada de atención a los profesionales de la comunicación para que cuidaran la forma de dar a conocer a la sociedad los casos y las circunstancias que los rodean.
Se trata, según han explicado los autores de la guía, de hacer buen periodismo y de evitar traspasar los límites de lo ético y del buen gusto, como ha lamentado Lobatón que ha ocurrido en ocasiones. El periodista, conocido por conducir el programa televisivo '¿Quién sabe dónde?' en los 90, ha anunciado que está en marcha una especie de laboratorio judicial para regular este tipo de casos ante la ausencia de un estatuto de la persona desaparecida. “Cuando una persona desaparece, no desaparecen sus derechos”, ha comentado, apostando por el respeto y la sensibilidad a la hora de abordar estas informaciones periodísticas. “Detrás de las historias, hay personas”, ha señalado.
Durante la presentación de la guía a un grupo de medios de comunicación, entre ellos eldiario.es Andalucía, y representantes de la Asociación de la Prensa de Sevilla y del Colegio de Periodistas de Andalucía, los promotores de la guía han insistido en huir del sensacionalismo y del tratamiento banal y dañino, en no entorpecer las investigaciones policiales y, en resumen, en conseguir un equilibrio entre una buena información y el respeto al dolor de una familia que desconoce el paradero de un ser querido.
El problema y la noticia
La guía está dividida en dos partes. La primera, titulada 'El problema', enumera una serie de recomendaciones para dar visibilidad a los casos, y para afrontarlos con responsabilidad. Como ha explicado la presidenta del Consejo Audiovisual, Emelina Fernández, los medios de comunicación tienen un papel de corresponsabilidad social porque la difusión de las noticias y de datos relevantes puede contribuir a que la ciudadanía ofrezca pistas que puedan ayudar al esclarecimiento de los casos.
Las recomendaciones de este capítulo parten de la consideración de que “la acción informativa debe acompasarse a la prioridad de encontrar a la persona”. Por ello conviene seguir las recomendaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y procurar encontrar un equilibrio entre el interés general y los derechos particulares de las personas implicadas. “Retener la información que puede poner en riesgo una investigación o vulnerar derechos fundamentales te convierte en mejor periodista y te distancia de quienes ejercen esta profesión sin escrúpulos”, apunta la guía.
Respecto a los familiares, que suelen vivir un estrés emocional, hay que respetar su intimidad y su dolor sin caer en el riesgo de que la información derive en espectáculo. Y en cuanto a las personas desaparecidas, se sugiere obviar aquellos datos que pueden deteriorar su prestigio o causar un daño innecesario a las familias.
La segunda parte, 'La noticia', emplaza al mantenimiento siempre del rigor periodístico, “incompatible con la difusión de rumores o elucubraciones”, o a cuidar la publicación de imágenes y fotografías difundiendo solo aquellas facilitadas por la familia, entre otros aspectos. También se conmina a respetar la intimidad de los familiares y el derecho de éstos a no conceder entrevistas, así como a evitar dramatizaciones de los hechos en las que se mezclan datos reales y ficticios. También previene sobre la reutilización de materiales de archivo para evitar reverdecer sufrimientos.