Las construcciones de la identidad de género y de la orientación sexual son procesos complejos que tienen lugar a lo largo de la vida. No está claro cómo se producen estas construcciones, pero probablemente el aprendizaje por repetición esté involucrado de alguna manera, al igual que lo está en muchos otros procesos. Y, como únicamente se puede repetir lo que se conoce, es necesario que todas las oportunidades vitales sean visibles e igualmente valiosas. Sin embargo, y esto ya lo destacaba Empar Pineda en 1987, parece que “la homosexualidad (…) es cosa de hombres”. En efecto, en 2022 sigue siendo necesario un Día de la Visibilidad Lésbica que recuerde que las mujeres no solo pueden ser amigas sino mantener relaciones de pareja. Es decir, las mujeres pueden ser lesbianas, y lo celebran el día 26 de abril.
El argumento de la visibilidad es un arma de doble filo, y muchos planteamientos homófobos lo utilizan abiertamente: una persona puede ser homosexual, pero que no se le note, y, por supuesto, que nadie se entere. El colofón suele venir en forma de “vaya a ser que se pegue algo”, como si la orientación sexual pudiera contagiarse. En nuestra sociedad actual, en la que el avance legislativo en derechos LGTBI es fascinante, perviven estas concepciones homófobas, en ocasiones interiorizadas y poco reflexionadas, que impiden que otras personas encuentren los referentes visibles que les son tan necesarios para su desarrollo. En el caso de las lesbianas, añadimos dificultades en la búsqueda de referentes: por ser mujeres y por ser homosexuales. Así, mientras los hombres homosexuales construyen marcos de relación que se van incorporando al imaginario colectivo, las lesbianas aún cargamos con el imaginario que existe sobre nosotras a cuenta de esa menor visibilidad.
La visibilidad tiene sus contrapartidas: las agresiones lesbófobas existen, aunque tengan lugar en menor medida que las homófobas, según indican los datos del Ministerio del Interior. En efecto, en 2020, en torno a un tercio de las víctimas de los delitos de odio por orientación sexual e identidad de género eran mujeres. Este dato es válido solo en caso de denuncia, por lo que podemos aventurar que el cómputo total será mayor. Volviendo a los años 80, las compañeras del Colectivo Feminista de Lesbianas llamaban la atención acerca de la complejidad que suponía alejarse de la normatividad. Las parejas de mujeres suelen pasar por amigas o familiares, algo que las protege, pues es “normal”, pero es en el momento en el que salta a la luz su verdadera condición en el que se pierde la protección. Lo que puede pasar por tolerancia o aceptación no es más que invisibilización. Por no hablar de las peticiones (no pedidas) que reciben muchas parejas de mujeres por parte de hombres heterosexuales de participar en la relación. Yo misma he recibido alguna.
Escapar de la heterosexualidad obligatoria no sería un acto de heroicidad que hay que señalar con una salida del armario, ni se tendría que llamar la atención acerca del hecho de que las mujeres tienen salarios, en media, inferiores a los de los hombres
Efemérides como el 26 de abril (Visibilidad Lésbica), el 18 de mayo (Contra la LGTBIfobia), el 28 de junio (Orgullo) y el mismo 8 de marzo (de las Mujeres) no persiguen más que permear la cultura dominante. Así, escapar de la heterosexualidad obligatoria no sería un acto de heroicidad que hay que señalar con una salida del armario, ni se tendría que llamar la atención acerca del hecho de que las mujeres tienen salarios, en media, inferiores a los de los hombres. Ahora bien, no podemos olvidar que los ejes de discriminación género/orientación sexual también se ven afectados por el racismo o la aporofobia. En estos tiempos en los que las celebraciones institucionales relacionadas con la diversidad sexual son habituales, debemos ser especialmente cuidadosas en cuidar a las lesbianas migrantes, que han podido sufrir persecución debido a su orientación sexual en su país de origen, y que sufren dificultades para ser ciudadanas de pleno derecho en España. Tampoco nos podemos olvidar de las lesbianas sin hogar y en riesgo de exclusión social, oprimidas por múltiples vectores, incluidos problemas familiares debidos a su orientación sexual, que son la principal causa de sinhogarismo entre la comunidad LGTBIQ+. Ni dejar de mencionar a las lesbianas racializadas, que viven en sus cuerpos múltiples discriminaciones: por ser mujeres, lesbianas y no blancas. Sin ir más lejos, y recogiendo la denuncia del colectivo Kifkif, el acto que tuvo lugar en el Congreso el pasado día 25 de abril no incluyó a ninguna mujer racializada.
Sirva, por último, este espacio como pequeño reconocimiento a tantas mujeres que, en España, y en el resto del mundo, han luchado desde el punto de vista político por poder ser mujeres de pleno derecho, por poder vivir sus relaciones lesbianas con normalidad y por sacar a la esfera pública aspectos que no son individuales ni privados. El avance en el respeto de los derechos humanos para todas las personas no es lineal. Debemos estar alerta ante quienes pretenden hacernos retroceder en ellos, y defenderlos con todas las estrategias posibles. Gracias por vuestra lucha, compañeras, por el camino abierto ante las más jóvenes. Nuestra visibilidad es irrenunciable. Porque, sin lesbianismo, no hay feminismo. Feliz Visibilidad Lésbica.
Las construcciones de la identidad de género y de la orientación sexual son procesos complejos que tienen lugar a lo largo de la vida. No está claro cómo se producen estas construcciones, pero probablemente el aprendizaje por repetición esté involucrado de alguna manera, al igual que lo está en muchos otros procesos. Y, como únicamente se puede repetir lo que se conoce, es necesario que todas las oportunidades vitales sean visibles e igualmente valiosas. Sin embargo, y esto ya lo destacaba Empar Pineda en 1987, parece que “la homosexualidad (…) es cosa de hombres”. En efecto, en 2022 sigue siendo necesario un Día de la Visibilidad Lésbica que recuerde que las mujeres no solo pueden ser amigas sino mantener relaciones de pareja. Es decir, las mujeres pueden ser lesbianas, y lo celebran el día 26 de abril.
El argumento de la visibilidad es un arma de doble filo, y muchos planteamientos homófobos lo utilizan abiertamente: una persona puede ser homosexual, pero que no se le note, y, por supuesto, que nadie se entere. El colofón suele venir en forma de “vaya a ser que se pegue algo”, como si la orientación sexual pudiera contagiarse. En nuestra sociedad actual, en la que el avance legislativo en derechos LGTBI es fascinante, perviven estas concepciones homófobas, en ocasiones interiorizadas y poco reflexionadas, que impiden que otras personas encuentren los referentes visibles que les son tan necesarios para su desarrollo. En el caso de las lesbianas, añadimos dificultades en la búsqueda de referentes: por ser mujeres y por ser homosexuales. Así, mientras los hombres homosexuales construyen marcos de relación que se van incorporando al imaginario colectivo, las lesbianas aún cargamos con el imaginario que existe sobre nosotras a cuenta de esa menor visibilidad.