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Las porteadoras: un reflejo de la vulneración de los derechos humanos en la frontera sur

Cristina Fuentes

La frontera del Tarajal es el espacio geográfico ceutí que separa dos realidades bien diferenciadas, el territorio marroquí y el español, es más, junto a Melilla son los únicos territorios europeos en África. Este hecho genera que la Unión Europea, especialmente mediante FRONTEX, tenga muy presente a la frontera del Tarajal. Los indicadores sociodemográficos de ambos países vecinos hacen hincapié en notables diferencias. Para el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 2015, España ocupa la posición 26º mientras que Marruecos se sitúa en la 156º. Datos similares son los del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2014, quienes consideran que la economía española está localizada en el puesto 16º mientras que la marroquí ocupa la posición 56º de la clasificación mundial.

Estos indicadores únicamente son útiles para hacernos comprender por qué alrededor de 7.000 mujeres cruzan diariamente la frontera del Tarajal para buscar la oportunidad de conseguir unos dírham con los que alimentar a sus familias. Estas mujeres transfronterizas son: trabajadoras sexuales, empleadas domésticas y porteadoras.

El informe sobre Fronteras Más Desiguales del Mundo (FMD) sitúa a la frontera hispano-marroquí como la séptima más desigual del mundo, ya que, sumado a la situación de las transfronterizas, en esta frontera se producen constantemente devoluciones en caliente; falta de rigor en las solicitudes de asilo y refugio; y agresiones policiales. Todo esto supone una vulneración de los derechos humanos en la frontera del Tarajal.

Centrándonos en el caso de las porteadoras, ellas son mujeres marroquíes, mayoritariamente de los municipios de la diluya de Tetuán –Castillejos, Rincón, Martil y Tetuán- que se desplazan a Ceuta, concretamente a las naves industriales situadas en el polígono del Tarajal, para sacar bultos cargados de mercancías al lado marroquí de la frontera por el denominado puente del Biutz. Este puente es una salida desde el polígono del Tarajal hasta el territorio marroquí donde las porteadoras dejan los bultos, que son fardos cargados de todo tipo de mercancía –mantas, alimentación, tecnología, material médico, vestimenta etc.- de un peso de 60 a 90 kilos, que tienen que cargar en sus espaldas y brazos. La propia infraestructura del puente del Biutz es un reflejo de las vulneraciones a los derechos humanos de esta frontera. El Biutz es una jaula, un rectángulo metálico, cubierto por los laterales y por arriba, unidireccional, de una longitud de un kilómetro sin ningún tipo de seguridad, en el que las porteadoras deben avanzar lo más rápido posible para salir de ahí y soltar la mercancía al empresario del lado marroquí.

¿Por qué se produce esta situación? Desde el punto de vista legal, por un lado la inexistencia de una Aduana Comercial entre Ceuta y el territorio marroquí imposibilita las exportaciones entre ambos lados de las fronteras, es decir, tiene que ser por medio de las porteadoras que, en concepto de equipaje de mano, pueden sacar, sin limitación de peso, todo lo que puedan cargar sobre su cuerpo. De ahí que lleven los fardos encima y no por medio de carros u otro medio de transporte. Por otro lado, la aplicación singular del Tratado Schengen sobre Ceuta, que permite que la ciudadanía de la diluya de Tetuán no necesite visado para entrar en Ceuta, genera que sea esta ciudadanía la que trabaje como porteadora.

Desde el punto de vista económico, las ganancias que este “comercio atípico” reporta a la Ciudad Autónoma anestesian las reivindicaciones de esta actividad que entraña una vulneración a los derechos de las porteadoras. Según Aureliano Marín, profesor de la Universidad de Granada, el 46% de las importaciones de Ceuta se convierten en exportaciones a Marruecos, lo que equivaldría a unos 405.285.933 euros anuales. Sin embargo, el gobierno ceutí pretende perfeccionar el comercio atípico con la apertura del Tarajal II, un nuevo espacio donde las violaciones de los derechos de las porteadoras estuviesen aún más invisibilizadas, al alejarlas de la mirada de los turistas y demás agentes sociales que cruzan la frontera del Tarajal.

Este es el trabajo que realizan miles de mujeres porteadoras a diario, que sufren agresiones y arbitrariedad policial, acoso y abuso sexual, vejaciones e insultos, e incluso avalanchas que han llegado a costarles la vida a porteadoras, como el caso de Busrha y Zhora en 2009. Todo esto, ante la impasible mirada de las instituciones sociopolíticas de ambas zonas fronterizas; por únicamente ganancias de 8 a 15 euros al día con lo que alimentar a sus familias y, además, abocadas a la exclusión social en su sociedad de origen.

Cristina Fuentes es del área de Solidaridad Internacional de la APDHA.

La frontera del Tarajal es el espacio geográfico ceutí que separa dos realidades bien diferenciadas, el territorio marroquí y el español, es más, junto a Melilla son los únicos territorios europeos en África. Este hecho genera que la Unión Europea, especialmente mediante FRONTEX, tenga muy presente a la frontera del Tarajal. Los indicadores sociodemográficos de ambos países vecinos hacen hincapié en notables diferencias. Para el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 2015, España ocupa la posición 26º mientras que Marruecos se sitúa en la 156º. Datos similares son los del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2014, quienes consideran que la economía española está localizada en el puesto 16º mientras que la marroquí ocupa la posición 56º de la clasificación mundial.

Estos indicadores únicamente son útiles para hacernos comprender por qué alrededor de 7.000 mujeres cruzan diariamente la frontera del Tarajal para buscar la oportunidad de conseguir unos dírham con los que alimentar a sus familias. Estas mujeres transfronterizas son: trabajadoras sexuales, empleadas domésticas y porteadoras.