El pasado 1 de octubre daba comienzo el año hidrológico del curso 2020-2021. El periodo comprendido entre dicha fecha y el próximo 30 de septiembre es el que se tiene en cuenta a la hora de planificar las campañas de cultivo o de abordar la gestión de las confederaciones hidrográficas regionales. En territorio andaluz las cuencas hidrológicas suman en total poco más de 12.000 hectómetros cúbicos de capacidad de almacenamiento. Entre ellas están las del Guadalquivir, Guadelete-Barbate, la Mediterránea, y compartidas parcialmente con otras regiones, las del Guadiana en Huelva y Córdoba y la del Segura en Jaén, Granada y Almería. De estas, sólo la del Guadiana en territorio onubense se encuentra por encima del 50 % de su capacidad. En el otro extremo, con un escaso 32,6 % a finales 2020, se sitúa la del Guadalquivir.
De media, el total de los embalses andaluces se encontraban a cierre de año en un escuálido 36,5 %, casi 30 puntos por debajo de la media de los últimos 10, y casi 10 puntos abajo del agua almacenada a finales de 2019. Mientras Huelva se sitúa a la cabeza con un 55 % de agua total embalsada, en Almería a duras penas se roza el 9 % del total de su capacidad. Entre medias destacan las provincias de Córdoba y Jaén, las grandes recaudadoras de la Cuenca del Guadalquivir, con un escaso 26 y 29 % de volumen embalsado.
Las borrascas atlántica, grandes ausentes de la dinámica atmosférica
La situación en cualquier caso es muy irregular entre las diferentes provincias andaluzas. Esto es reflejo de las dinámicas meteorológicas que han afectado a la Península Ibérica desde comienzos de 2020, con pocas o muy pocas llegadas de borrascas atlánticas y muy sujeta a la variabilidad de depresiones aisladas y entradas del norte o del noroeste. Desde el 1 de octubre, el valor medio nacional de las precipitaciones acumuladas ha sido de 207 mm, lo que representa alrededor de un 10 % menos que el valor normal correspondiente a dicho periodo (229 mm) según datos de la Agencia Estatal de Meteorología.
En Andalucía, el déficit hídrico en los escasos 3 meses del año hidrológico es incluso más acusado. Amplias zonas del litoral mediterráneo y del valle del Guadalquivir se encuentran rondando los 30 puntos por debajo de los valores normales. Destaca la franja costera mediterránea, y en especial la costa almeriense, donde el déficit alcanza un 75 %. Sólo algunas áreas concretas del extremo occidental de la provincia de Huelva y del interior nororiental de Granada presentan un ligero superávit entorno al 10 o 15 % respecto a los valores habituales.
En el caso de las estaciones meteorológicas andaluzas pertenecientes a la red principal de la AEMET sobresale el caso de la capital almeriense, donde desde el 1 de octubre se han acumulado 9,9 mm de los 85 que debería, lo que representa un déficit cercano al 90 % respecto a su valor normal. Tras ella la de Málaga sitúa su precipitación acumulada en un 61 % por debajo de su media, con 99 litros por metro cuadrado registrados de los 257 que debería llevar. En cuanto al interior andaluz, la capital sevillana acumula cerca de la mitad de precipitación respecto a lo que sería normal, con 137 de 258 mm, seguidas de cerca por los observatorios meteorológicos de Jerez de la Frontera y Córdoba con un 39 y 33 % de déficit respectivamente. Incluso Grazalema, el gran manantial andaluz, presenta un acumulado ligeramente por debajo de su media. Sus impresionantes 709 mm quedan un 8 % por debajo de lo que debería haber llovido entre octubre y diciembre.
En el otro extremo, sólo las estaciones de Cádiz, Huelva y Jaén presentan un ligero superávit, que en ningún caso alcanza el 5 % de la precipitación normal acumulada en los tres últimos meses del año. Las dos capitales atlánticas comparten registros, sumando ambas unos 12 mm más de lo que suele ser habitual en dicho periodo, fijado en 262 litros para Cádiz y 246 en el caso de la capital onubense.
Hacen falta de 50 a 60 litros para retornar a la normalidad
De media, las estaciones meteorológicas andaluzas deberían recuperar unos 50 a 60 litros para situarse en valores normales y empezar así a recuperar parte del terreno perdido. Aunque las previsiones apuntan a un comienzo de enero muy húmedo en su primera mitad gracias a los importantes acumulados que se esperan de mano de la borrasca Filomena, resulta precipitado aventurar si estas serán capaces de paliar, al menos parcialmente, el déficit hídrico que acumula la región. Enero no es precisamente el mes que mayor porcentaje de precipitación anual suele representar, por lo que a poco que las dinámicas atmosféricas sigan permitiendo la llegada de borrascas atlánticas hasta la Península podría servir para volver a la normalidad. Lejos en cualquier caso de empezar a paliar la sangría que acumulan los embalses tras dos años de casi absoluta escasez.