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Córdoba: Ganemos se presentará en solitario a las municipales frente a la confluencia de IU y Podemos

Seis meses de negociaciones para la confluencia de las fuerzas de la izquierda en Córdoba de cara a las próximas elecciones municipales quedaron en punto muerto hace unas semanas y, ahora, tras esos seis meses de tiras y aflojas, la baraja se ha roto definitivamente: Ganemos se presentará en solitario a los comicios locales y enfrente tendrá a la confluencia que sí han pactado Izquierda Unida y Podemos.

Este es el último capítulo de la historia de la confluencia que nunca llegó a cuajar en Córdoba, donde la izquierda no ha logrado ponerse de acuerdo, precisamente en el territorio que se llegó a conocer como el Califato Rojo, donde esta opción política ha gobernado 32 de los casi 40 años de ayuntamientos democráticos.

La asamblea de Ganemos, órgano soberano de decisión, optó este domingo por unanimidad seguir su camino en solitario. Defienden que son una candidatura municipalista “útil para defender los principios políticos por los que nacieron este tipo de agrupaciones de electores y hacer una política local más arraigada a los territorios, cercana y abierta a la ciudadanía”.

Pretenden mantener los principios políticos surgidos del 2015 por las que estas candidaturas de unidad social nacieron y han mantenido en estos años con unos principios éticos y organizativos comunes: la garantía de la desprofesionalización de la política a través de su código ético, garantizar unas primarias abiertas, la participación -una persona, un voto- y la horizontalidad en la toma de decisiones.

Líneas rojas para la confluencia

Precisamente parte de esos requisitos han sido claves a la hora de no confluir con Podemos e Izquierda Unida. En sus condiciones para seguir negociando, Ganemos propuso que las listas fueran realmente abiertas y no un reparto de cuotas, que la confluencia fuera real y no una suma de partidos y siglas, que solo se pudiera repetir dos mandatos y que se exigiera un código ético. Pero esas condiciones no fueron aceptadas. Han sido las líneas rojas de Ganemos sobre las que los otros partidos no han avanzado en su posición, argumentos suficientes para la ruptura. Finalmente, eso ha hecho que la confluencia de la izquierda no se vaya a hacer realidad en Córdoba.

Para Ganemos e Izquierda Unida, la fractura no es nueva. Cuando surgió Ganemos en 2015 ya hubo movimientos de integración que quedaron en nada y cada fuerza se presentó por separado a las elecciones entonces. En aquellos comicios, Ganemos logró los mismos concejales (4) que IU, pero mayor número de votos. Y en las negociaciones posteriores para conformar un gobierno de mayoría absoluta junto al PSOE en el Ayuntamiento de la capital, Ganemos tampoco se sumó a ello y prefirió quedarse en la oposición, aunque con un pacto de medidas concretas para apoyar la gobernabilidad de la izquierda. Ahora, cuatro años después, de nuevo Ganemos e IU siguen su camino por separado.

Cosa distinta es lo ocurrido con respecto a Podemos. En 2015, las elecciones cogieron al partido morado sin una estructura suficientemente fuerte como para enfrentarse a los comicios en solitario y sus miembros se integraron a título individual en Ganemos. Estuvieron en el inicio de aquella confluencia, de la que también formaron parte miembros de Equo y de movimientos sociales. Pero ahora, las tornas han cambiado y Podemos, mandatado por el acuerdo a nivel estatal y andaluz de su dirección, ha llevado al terreno municipal ese acuerdo con IU, rompiendo así al menos formalmente la unión con Ganemos.

Todo está ahora por ver en este nuevo horizonte que las fuerzas de la izquierda han dibujado en el panorama político cordobés. Habrá que ver cómo se traslada este posicionamiento, primero, a los meses que quedan de mandato, donde el gobierno municipal de PSOE e IU necesitan de Ganemos para aprobar los presupuestos para 2019, a la vez que cada fuerza intentará marcar posiciones y diferenciarse de quien será su competidor en las urnas. Y, después, ya en 2019, la campaña electoral se presentará más fraccionada que nunca en la izquierda y, enfrente, también en la derecha.