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La conquista de Granada: nada que celebrar

Iniciativa Andalucista

La convivencia ciudadana necesita respeto por la memoria y por lo tanto no se puede imponer una interpretación única de la historia, menos cuando esa interpretación es racista, exalta la intolerancia religiosa y lo hace además celebrándolo desde el militarismo.

La historia de Andalucía es, como la de todos los pueblos antiguos del mediterráneo, una historia compleja que nos ha proporcionado una identidad rica por su mestizaje. Los andalucistas defendemos la unidad de la historia de Andalucía, desde Tartessos hasta nuestros días. Todas las culturas que se sucedieron durante siglos son culturas andaluzas, es más, el sustrato popular ha sido un continuo que nos ha trasmitido esta cultura rica cuyos bienes han sido un producto colectivo y por tanto, la mayoría, anónimos.

En esta historia, Al-Andalus tiene un protagonismo decisivo, porque fue un periodo de esplendor cultural gracias al cual la cultura clásica volvió a Europa hizo posible el renacimiento a partir del cual se explica la modernidad, la ciencia y la libertad.

La Toma de Granada es la celebración de un expolio cultural, de una conquista militar que se impuso por la fuerza y que desató una represión contra el pueblo que ha durado siglos.

La interpretación histórica de que hubo una reconquista es un mito inventado siglos después de la conquista de Granada en 1492 al servicio de una visión de España intolerante, centralista, excluyente y por lo tanto profundamente antidemocrática. Una interpretación incompatible con la convivencia de una pluralidad de sentimientos nacionales, incompatible con un Estado plurinacional, porque con esta celebración de cada 2 de enero la de la Toma de Granada, están aplaudiendo la matanza y persecución de los granadinos y granadinas de hace 500 años. Aquellos personas forman parte del árbol genealógico de los actuales habitantes de Granada y Andalucía. Ningún pueblo celebra festivamente su invasión y, mucho menos, la aniquilación de su identidad cultural. Tras la conquista vino el exterminio, la persecución de la diferencia, los asesinatos y las expulsiones en masa.

La democracia no es solo un sistema jurídico, es, sobre todo, un sistema de valores que se cimenta en el respeto al otro, en la tolerancia y en la defensa de la diversidad cultural. Lo ritos son importantes porque representan lo que nos une por encima de nuestras diferencias y por eso los ritos que son exaltaciones de valores xenófobos, que atraen la llegada de organizaciones ultraderechistas, son materiales tóxicos que destruyen nuestra convivencia.

Fueron los granadinos quienes construyeron la Alhambra de Granada, sevillanos quienes levantaron el Alcázar de Sevilla o cordobeses quienes pusieron en pie la Mezquita de Córdoba. Porque, aunque nos hayan explicado otra en los libros de historia,, no eran árabes quienes habitaban Granada en 1492, eran granadinos y granadinas, andaluces y andaluzas de distintas confesiones religiosas que fueron obligados a huir de su tierra persiguiendo la diversidad cultural, territorial y religiosa. Andalucía no fue reconquistada, fue conquistada. No a la Toma. No en nuestro nombre.

La convivencia ciudadana necesita respeto por la memoria y por lo tanto no se puede imponer una interpretación única de la historia, menos cuando esa interpretación es racista, exalta la intolerancia religiosa y lo hace además celebrándolo desde el militarismo.

La historia de Andalucía es, como la de todos los pueblos antiguos del mediterráneo, una historia compleja que nos ha proporcionado una identidad rica por su mestizaje. Los andalucistas defendemos la unidad de la historia de Andalucía, desde Tartessos hasta nuestros días. Todas las culturas que se sucedieron durante siglos son culturas andaluzas, es más, el sustrato popular ha sido un continuo que nos ha trasmitido esta cultura rica cuyos bienes han sido un producto colectivo y por tanto, la mayoría, anónimos.