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In memoriam: Marciano Sánchez Bayle, “el imprescindible”
Estamos desolados. Aunque lo esperábamos, conociendo la evolución de su enfermedad, nuestro hermano Marciano se nos ha ido físicamente. No se nos ocurre mejor aplicación de los pensamientos de Bertolt Brecht que en este momento al referirnos a esta pérdida irreparable:
“Hay personas que luchan un día y son buenos. Hay otras que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”. Hay personas que, sin pretenderlo, se convierten en referentes, tanto en el plano ideológico como en el personal.
Lo conocimos en el año 1982. Un grupo de médicos que vivían en Madrid acababan de constituir la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública (ADSP). Estábamos recién terminada la licenciatura, la situación de la sanidad pública era caótica, desastrosa. No tenía el menor prestigio ante la población. Los que trabajaban y cotizaban tenían Seguridad Social y podían ser atendidos en sus deteriorados y desorganizados recursos. El resto de la población (en Andalucía amplios sectores), que no cotizaban, eran atendidos en la conocida como Beneficencia, cuyo emblema en Cádiz era el Hospital de Mora y el Policlínico.
Este panorama impedía el ejercicio de la profesión médica, tal como la concebíamos algunos. Un servicio público imprescindible. La ADSP se movilizó para reclamar un Servicio Nacional de Salud, una macroorganización que tuviera como objetivo el compromiso de no sólo atender a la enfermedad cuando apareciera, sino de promocionar la Salud mediante programas preventivos.
Se consiguió lo que parecía imposible. Constituimos la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP). Llegamos a ser más de diez mil médicos en todo el estado. En Cádiz, en 1983, se celebró con un éxito increíble el II Congreso Nacional. El sueño se consiguió. España tenía un modelo de Sanidad Pública, que asombró al mundo, que era universal, gratuita, solidaria, accesible, equitativa, integrada, integral y de la máxima calidad.
Nuestros objetivos han sido desde entonces la defensa del Sistema Sanitario Público, sin sectarismos o intereses espurios. Nos hemos sentido solos durante mucho tiempo, desde entonces. Nos enfrentamos a los corporativismos y a los que pretendían perpetuar los privilegios de los médicos.
Marciano ha sido el referente, la brújula, el incansable (el jartible, diríamos en Cádiz), el estudioso de las políticas sanitarias (es un líder a nivel mundial), el coordinador, el que te llama a casa cuando hace falta un sobreesfuerzo, el que ha dado la vida por ese proyecto... El imprescindible.
La FADSP ha sobrevivido gracias a Marciano. Desde que se jubiló, “ha trabajado” en horario completo, en nuestra sede en Madrid, diariamente y sin descanso. Ha conseguido que seamos respetados y que en nuestra web existan casi dos millones y medio de visitas. Claro está con “algunas colaboraciones esenciales”, pero siempre con su liderazgo permanente.
Marciano, te garantizamos que, aunque seamos consciente de que es imposible, vamos a intentar continuar con tu labor. Tú nos enseñaste que las utopías se pueden cumplir. Somos conscientes de que estamos en momentos difíciles en Andalucía. Están desmantelando la Sanidad Pública. No nos vamos a quedar en el sofá, tú nos guiarás, como siempre.
Pero además, en nuestro caso, hemos perdido a un hermano entrañable, a un amigo fiel, a una persona extraordinaria. Nuestro amor a Marisa, a Sergio y a Carlos. Siempre estaremos juntos y el espíritu de Marciano nos iluminará el camino. Descansa en paz hermano. Nunca te olvidaremos.
Estamos desolados. Aunque lo esperábamos, conociendo la evolución de su enfermedad, nuestro hermano Marciano se nos ha ido físicamente. No se nos ocurre mejor aplicación de los pensamientos de Bertolt Brecht que en este momento al referirnos a esta pérdida irreparable:
“Hay personas que luchan un día y son buenos. Hay otras que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”. Hay personas que, sin pretenderlo, se convierten en referentes, tanto en el plano ideológico como en el personal.