En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.
Lealtad a España
Si uno quisiera escuchar, ver y leer el aroma que se desprende de lo publicado en las semanas veraniegas obtendría la conclusión de que está al caer una sonada victoria en las urnas del PP gracias al denominado - ¡qué poca originalidad! -efecto Feijóo. La verdad es que sorprende que un tipo tan ambiguo en sus expresiones, tan lleno de incoherencias entre lo que predica y lo que hace, y tan proclive a los errores de bulto por desinformación o simple manipulación, sea objeto de tan publicitada subida en las preferencias electorales de la ciudadanía. Hemos tenido de todo este verano: un poco de sacar a pasear a ETA, otro poco de asustar al personal con la inflación y el próximo apocalipsis económico, y de nuevo el populismo barato y demagógico del Falcon. No ha faltado de nada, como tampoco han faltado corifeos varios, desde el faltón Bendodo hasta algunos sesudos opinadores que por tierra, mar y aire nos han ilustrado con sus ocurrencias.
Hemos leído milongas que nacen del odio marmóreo, ocurrencias sobre el uso presidencial de transportes desaparecidos hace años, y profecías taurinas acerca de la escasa casta del PSOE; todos ellos dan por hecho el mantra del cambio de ciclo político, dando por derrotado a un PSOE al que desearían ver humillado y/o exterminado según la mala bilis que destilan en sus palabras. Pero son ilusos que no tienen ni idea de lo que demuestra la historia de España: que el PSOE no es un invento de unos iluminados, ni el resultado de una intriga palaciega, ni de una simple sociedad de intereses, ni el fruto de un algoritmo de unos estudios pseudo científicos sobre actitudes y comportamiento socio-político. Muy al contrario, no es algo coyuntural, sino que responde a una necesidad de amplísimas capas y sectores sociales desde que el capitalismo dejó ver su auténtico rostro de explotación, desigualdad e inequidad, más allá de la formas concretas que en cada momento haya adoptado. Por eso se equivocan los que hacen de negros y de augures que venden sus palabras al mejor postor en el mercado de la desinformación y la manipulación: no saben que el PSOE es mucho más que todo eso, mucho más que sus dirigentes actuales y pretéritos, más que los errores que han cometido socialistas en su historia, porque su razón de ser es una necesidad histórica que los supera y les compromete a unos y otros.
El conservadurismo español ha emprendido una siempre renovada cruzada contra el peligro rojo llevando al borde del precipicio democrático a las instituciones con la inconfesable ambición de exterminar políticamente a su único adversario real y efectivo.
Apropiarse de Azaña, como intentó Aznar, de las grandes obras hidráulicas y de las reformas sociales de la Republica como hacen algunos falsos historiadores de la derecha, no puede esconder el profundamente arraigado prejuicio de los conservadores españoles contra la única fuerza política que nunca ha escondido ni sus siglas ni su ideología, que nunca ha interrumpido su lucha por la libertad y la equidad ni aún bajo el terror de la dictadura franquista, que mantiene sus convicciones socialistas y democráticas desde hace más de 140 años. Porque el PSOE forma parte indivisible del caudal más rico de modernización y reformismo de nuestra historia contemporánea, junto con los liberales de las Cortes de Cádiz, los federalistas y republicanos del siglo XIX, el socialismo utópico y las corrientes innovadoras en la educación, la herencia de la Ilustración a través de la Institución Libre de Enseñanza, y tantos otros ejemplos de ese alma progresista que pervive en la mente y el corazón de millones de personas en la España de hoy. Por eso, cada vez que la voluntad libre del pueblo español expresada en las urnas ha querido que gobierne el PSOE, el conservadurismo español, disfrazado más o menos de centro, transido del neoliberalismo económico más rancio, adornado con toques de trumpismo populista cada vez que es preciso, amparado por las posiciones religiosas más retrógradas y por la propaganda de los medios que previo pago de nuestros impuestos las sustentan, ha emprendido una siempre renovada cruzada contra el peligro rojo llevando al borde del precipicio democrático a las instituciones con la inconfesable ambición de exterminar políticamente a su único adversario real y efectivo.
No lo han conseguido nunca, ni lo conseguirán tampoco ahora. No me refiero a esas elecciones para las que faltan 16 meses, y cuyos resultados no van a depender de la sucesión de encuestas orientadas a generar un clima político decidido de antemano, sino de la gestión política que el Gobierno haga de los problemas y necesidades de la ciudadanía, de la posibilidad real de una información pública plural y objetiva que garantice la deliberación colectiva, y de la consiguiente expresión en las urnas de la voluntad ciudadana. Pienso más bien en la persistencia misma del PSOE como proyecto histórico que permita el puente entre unas generaciones y otras, entre los diversos sectores sociales, entre la pluralidad de territorios que constituyen, unas y otros, nuestra fuerza y nuestra esencia como país. Ahí seguirá estando, como siempre, a disposición del pueblo español.
Si uno quisiera escuchar, ver y leer el aroma que se desprende de lo publicado en las semanas veraniegas obtendría la conclusión de que está al caer una sonada victoria en las urnas del PP gracias al denominado - ¡qué poca originalidad! -efecto Feijóo. La verdad es que sorprende que un tipo tan ambiguo en sus expresiones, tan lleno de incoherencias entre lo que predica y lo que hace, y tan proclive a los errores de bulto por desinformación o simple manipulación, sea objeto de tan publicitada subida en las preferencias electorales de la ciudadanía. Hemos tenido de todo este verano: un poco de sacar a pasear a ETA, otro poco de asustar al personal con la inflación y el próximo apocalipsis económico, y de nuevo el populismo barato y demagógico del Falcon. No ha faltado de nada, como tampoco han faltado corifeos varios, desde el faltón Bendodo hasta algunos sesudos opinadores que por tierra, mar y aire nos han ilustrado con sus ocurrencias.
Hemos leído milongas que nacen del odio marmóreo, ocurrencias sobre el uso presidencial de transportes desaparecidos hace años, y profecías taurinas acerca de la escasa casta del PSOE; todos ellos dan por hecho el mantra del cambio de ciclo político, dando por derrotado a un PSOE al que desearían ver humillado y/o exterminado según la mala bilis que destilan en sus palabras. Pero son ilusos que no tienen ni idea de lo que demuestra la historia de España: que el PSOE no es un invento de unos iluminados, ni el resultado de una intriga palaciega, ni de una simple sociedad de intereses, ni el fruto de un algoritmo de unos estudios pseudo científicos sobre actitudes y comportamiento socio-político. Muy al contrario, no es algo coyuntural, sino que responde a una necesidad de amplísimas capas y sectores sociales desde que el capitalismo dejó ver su auténtico rostro de explotación, desigualdad e inequidad, más allá de la formas concretas que en cada momento haya adoptado. Por eso se equivocan los que hacen de negros y de augures que venden sus palabras al mejor postor en el mercado de la desinformación y la manipulación: no saben que el PSOE es mucho más que todo eso, mucho más que sus dirigentes actuales y pretéritos, más que los errores que han cometido socialistas en su historia, porque su razón de ser es una necesidad histórica que los supera y les compromete a unos y otros.