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Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

La ola verde... y blanca

17 de mayo de 2021 20:13 h

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Algo está girando en la política española. Cada día parece más cercano el final de la pelea contra este virus que hace año y medio suprimió nuestra cotidianeidad, destruyendo expectativas y cambiando, por completo, nuestra forma de vida. Cuando esto sucedió, allá por marzo del pasado año, el “saldremos mejores” pasó de ser un mantra, a convertirse en casi un deseo. Probablemente no salgamos mejores de este impasse de año y medio, lo que es seguro es que seremos diferentes. Políticamente, esta transformación social parece estar cristalizando en tres efectos con desigual resultado.

En primer lugar, las prioridades de la ciudadanía han ido virando con el transcurso de la pandemia. En un principio, la mayor preocupación, como era lógico, pasaba por la cuestión de la salud. Los aplausos de cada día a las 8 de la tarde eran la traducción comunitaria de un sentimiento que todos albergábamos: el agradecimiento a nuestros sanitarios y sanitarias que, a pesar de ser un colectivo altamente precarizado, se estaban dejando la vida y la salud por salvar las nuestras. Pero una vez concluido el primer estado de alarma, el sonido de los aplausos acabo disuelto en el ruido de una disputa política cuyos resultados hemos podido palpar en las pasadas elecciones a la Comunidad de Madrid. La polarización, la simpleza y el cortoplacismo se han impuesto a la necesidad de replantear nuestro sistema económico y de cuidados.

En segundo lugar, parece evidente, y las encuestas lo están atestiguando, que existe un desgaste enorme del Gobierno de coalición. Moncloa ha permanecido demasiado tiempo impertérrita ante las necesidades de nuestro país. Un Consejo de Ministros ensimismado y más pendiente del anuncio que de la propuesta es la mejor munición para una derecha ultramontana que no duda en promover la guerra del último contra el penúltimo. Habrá notables spin doctors en las filas socialistas que opinen que regalar el gobierno de la Comunidad de Madrid al neoliberalismo más atroz puede ser una oportunidad estupenda para confrontar y presentarse como el mal menor, pero nosotros y nosotras llevamos meses advirtiendo de la necesidad de que Pedro Sánchez tome las riendas, y sea capaz de promover medidas que realmente mejoren las condiciones de vida de una población (especialmente la más joven) que, tras dos crisis seguidas, no puede aguantar más.

Y por último, también con su correspondiente reflejo en los comicios madrileños y en las encuestas publicadas después, se asienta la certeza de que en nuestro país crece una fuerza verde, transversal, feminista, proactiva y cuya prioridad es la justicia social. Nuestros compañeros y compañeras de Más Madrid han obtenido un resultado histórico, aunque agridulce. A pesar de ser capaces de liderar el bloque progresista, y de superar, por primera vez en la historia, al Partido Socialista, no se ha podido cumplir el objetivo: evitar que el fanatismo de Ayuso siga apoltronado en la Puerta del Sol. Los de Mónica García, con casi todo en su contra, han hecho la mejor campaña y han demostrado que hay espacio más que suficiente para un discurso que, ajeno al barro y al maniqueísmo infantiloide, ha puesto sobre la mesa los problemas que de verdad lastran la vida de sus gentes.

Más País Andalucía nace como respuesta a la necesidad de un pueblo, el andaluz (...). No claudicamos ante los que presentan el desempleo como una maldición bíblica, ni ante los que justifican el exilio masivo de jóvenes como “movilidad exterior”.

Somos conscientes de que existe una ola verde que recorre Europa, sirva como ejemplo la más que plausible victoria de Die Grünen (Los Verdes) en Alemania, o las movilizaciones promovidas por los y las más jóvenes, conocidas como Fridays For Future, cuyo principal eslogan es “No hay un planeta B”. Esta ola, que se tornará marea, ya empieza a mojar algunos pies que, molestos, tratan de desvirtuar la potencialidad de un espacio político que no interpela en función de una identidad predeterminada, sino que es capaz de hablar al conjunto de una población que ha de ser consciente de que el cambio climático nos va a golpear a todos, independientemente de nuestra ideología, y especialmente a los que menos tienen. Porque ser “verde” no es una etiqueta más, es una forma de entender la política: la de hacerse cargo de los dolores del día a día, de los problemas de la mayoría, y con la mirada puesta, no en la próxima elección, sino en la próxima generación.

Por eso, humildemente nos presentamos como representantes de esta manera de hacer política para Andalucía. Ante una izquierda que aún no ha sido capaz de purgar el veneno de la corrupción y que anda enfrascada en sus guerras intestinas, nosotros ofrecemos una alternativa, tan radical como simple, tan revolucionaria como amable: un andalucismo real, alejado de la bronca y el folclore, y con la voluntad explícita de teñir de verde y blanco todas y cada una de nuestras instituciones. Sin renuncias, sin fronteras.

Más País Andalucía nace como respuesta a la necesidad de un pueblo, el andaluz, que ha sido sistemáticamente relegado al ostracismo por los partidos que, se llamen socialistas o populares, actúan como franquicias de sus matrices madrileñas. No claudicamos ante los que presentan los datos de desempleo como si fuesen una maldición bíblica, ni ante los que justifican el exilio masivo de nuestros jóvenes como “movilidad exterior”. Si Andalucía ocupa el vagón de cola del Estado Autonómico es por culpa de 40 años de políticas ineficientes e injustas para con los intereses de la mayoría de andaluces y andaluzas.

La tarea es ardua, pero Andalucía tiene los mimbres para convertirse en una potencia a nivel europeo. Creemos que nuestra tierra debería de ser un lugar de atracción del talento, no un vivero de jóvenes que, una vez formados, se ven obligados a escapar del modelo de ladrillazo y chiringuito al que nos han condenado. Los fondos europeos deben de ser el punto de partida para que Andalucía dé el salto, modernizando nuestro sistema productivo y creando empleo verde y de calidad. Desde Más País Andalucía, avanzamos cuatro líneas fundamentales de lo que creemos que debe de ser la Andalucía del futuro:

  • Convertir a Andalucía en una referencia a nivel mundial en la producción de energías verdes, siendo respetuosos con nuestra biodiversidad y nuestros paisajes. Tenemos los recursos naturales para ello, es una cuestión de inversión pública y voluntad política. La rehabilitación de viviendas para mejorar su eficiencia energética serviría para reducir nuestro consumo eléctrico, las emisiones de gases contaminantes y generaría puestos de trabajo en el sector de la construcción.
  • Andalucía 2.0 : apostar por la innovación, el desarrollo de competencias digitales y el asentamiento de industrias de futuro. Nuestra región tiene la capacidad de ser un polo productivo en sectores punteros como el videojuego, el desarrollo de software o la investigación biomédica. Protejamos nuestro talento, en lugar de exportarlo.
  • Afrontar la modernización de nuestros dos principales motores económicos, el turismo y la agricultura. Andalucía no debe de competir en precios bajos, sino en calidad y valor añadido. Planteamos una actualización del sector hostelero incorporando herramientas del siglo XXI, que faciliten la vida de trabajadores y empresarios, estimulen la competencia en el sector y mejoren la experiencia del cliente. También creemos en la necesidad de robotizar y tecnificar el campo andaluz, pero con la condición irrenunciable de respetar nuestros cultivos tradicionales, como el olivar, protegiéndolos de la expansión de cultivares intensivos y superintensivos.
  • Vertebrar Andalucía mediante la expansión y refuerzo de nuestros transportes públicos, especialmente de las vías ferroviarias. El tren se ha mostrado como un transporte limpio, eficiente y respetuoso con el medio, por lo que nuestro compromiso es asegurar el acceso a las líneas férreas, tanto a viajeros como a mercancías, con la consciencia de que solo la inversión pública en infraestructuras será capaz de paliar las severas desigualdades internas que sufre nuestro territorio.

 

Pero, para desarrollar estas propuestas, no basta con anunciarlas en campaña electoral, y estamos convencidos de que, más pronto que tarde, serán ideas de consenso. La Junta de Andalucía tiene que convertirse en una Administración emprendedora, que apoye las inversiones en nuestra tierra. Nuestro Gobierno autonómico tiene que ser valiente, y priorizar el empleo y la salud a sus “guerritas culturales” y sus fuegos de artificio. Porque no son bajadas de impuestos para ricos lo que necesita nuestra tierra, sino una reforma fiscal que reequilibre la balanza y proteja a los más frente a los menos.

Recuperemos el orgullo de ser del sur, hagamos valer nuestra historia y nuestro acento ante los que nos quieren hacer de menos, y honremos a los que nos precedieron construyendo una Andalucía mejor que la que nos legaron, de la que no haya que irse y a la que merezca la pena volver, la Andalucía que soñamos, la Andalucía que merecemos.

Algo está girando en la política española. Cada día parece más cercano el final de la pelea contra este virus que hace año y medio suprimió nuestra cotidianeidad, destruyendo expectativas y cambiando, por completo, nuestra forma de vida. Cuando esto sucedió, allá por marzo del pasado año, el “saldremos mejores” pasó de ser un mantra, a convertirse en casi un deseo. Probablemente no salgamos mejores de este impasse de año y medio, lo que es seguro es que seremos diferentes. Políticamente, esta transformación social parece estar cristalizando en tres efectos con desigual resultado.

En primer lugar, las prioridades de la ciudadanía han ido virando con el transcurso de la pandemia. En un principio, la mayor preocupación, como era lógico, pasaba por la cuestión de la salud. Los aplausos de cada día a las 8 de la tarde eran la traducción comunitaria de un sentimiento que todos albergábamos: el agradecimiento a nuestros sanitarios y sanitarias que, a pesar de ser un colectivo altamente precarizado, se estaban dejando la vida y la salud por salvar las nuestras. Pero una vez concluido el primer estado de alarma, el sonido de los aplausos acabo disuelto en el ruido de una disputa política cuyos resultados hemos podido palpar en las pasadas elecciones a la Comunidad de Madrid. La polarización, la simpleza y el cortoplacismo se han impuesto a la necesidad de replantear nuestro sistema económico y de cuidados.