El lince se juega el futuro en su último año con fondos europeos
El lince ibérico es un gourmet al que es imposible dar gato por liebre. Su destino, como el de otros grandes depredadores, está ligado al conejo, su principal fuente de alimento. Su plato estrella. Hace cinco años, una terrible enfermedad arrasó sin contemplaciones las poblaciones de conejos de toda la Península Ibérica. Poco tiempo después, la de linces empezó a tambalearse y caer en picado.
Miguel Ángel Simón lleva más de 15 años al frente de Iberlince, el proyecto de recuperación y reintroducción del lince ibérico en España. Explica el biólogo que en 2013 tuvieron que establecer “un plan de choque con repoblaciones de conejo. Conseguimos levantar la población, pero lo único que hemos hecho ha sido ganar tiempo. La solución definitiva es que los conejos desarrollen cierta resistencia a la enfermedad”.
Hace dos años, la población de linces se quedó estancada ante la falta de alimento y la sangría de atropellos en la carretera. En los dos últimos años, en cambio, la población andaluza ha aumentado un 20% hasta llegar a los 389 ejemplares, a pesar de que el motor de la especie, las hembras territoriales, se ha estancado alrededor del centenar de individuos en Andalucía. Sin ellas, la especie no puede multiplicarse y sin alimento, prefiere emplear esa energía en otros menesteres que no sean la reproducción. De este modo, la población aumenta, en buena medida, gracias al éxito de la cría en cautividad y su liberación posterior.
Doñana y Sierra Morena
Hoy en día, según el censo provisional de 2016, se puede hablar ya de dos áreas consolidadas en Andalucía: Doñana y Sierra Morena. Mientras Sierra Morena (Guadalmellato, Cardeña, Andújar y Guarrizas) ha incrementado su población un 10% en un año (317 linces, hembras territoriales estancadas en torno a los 75 individuos desde hace tres años), Doñana no logra recuperarse y su población cae por tercer año consecutivo.
“La población de Doñana-Aljarafe parece haberse estabilizado en torno a los 70/75 ejemplares, situación que podría revertirse si mejoran las densidades de conejo ya que se mantiene un importante número de hembras reproductoras”, señala el documento, que añade que en la zona nunca ha habido mucho conejo desde los años 80 y que la situación ha empeorado aún con la aparición de la nueva cepa de la enfermedad.
Desde WWF, socio del programa Life, señalan que “nos preocupa Doñana, ya que, pese a que más o menos se mantienen las hembras (territoriales), nacen muy pocos cachorros. La productividad es muy baja y al final pierdes población, que es lo que pasó en Andújar”.
475 linces campan ya por la Península Ibérica
Fuera de Andalucía ya hay 86 linces repartidos por Extremadura, Castilla la Mancha y Portugal: 475 linces ibéricos campan ya por la Península Ibérica. La población se ha quintuplicado en 15 años y la cifra “se debe afianzar en los años venideros trabajando en la consolidación de las nuevas áreas de reintroducción, incrementando la conexión entre áreas y mejorando las poblaciones de conejo silvestre”.
Tanto en la administración andaluza, como en las organizaciones ecologistas, lo tienen claro: les preocupan los atropellos (15 muertes en 2016), pero lo más importante es luchar contra la enfermedad del conejo para que el lince sobreviva y pueda salir de la extinción inmediata a la que estaba abocado hasta hace pocos años.
“La preocupación sigue siendo el conejo. Creemos que es donde hay que poner el esfuerzo y por eso le estamos pidiendo a la Junta que ponga en marcha una estrategia regional”, indica Luis Suárez, responsable del lince en WWF. Miguel Ángel Simón, responsable del lince en la Junta de Andalucía, pone el acento en “un plan ibérico del conejo. Este es un tema que afecta tanto a España, como a Portugal, así que hace falta un macroplan que aborde la investigación de la enfermedad y una gestión que busque metodologías para paliar sus efectos”.
En la recuperación del lince ibérico se han invertido hasta la fecha más de 70 millones de euros, en proyectos financiados a más del 50% con fondos europeos. El Life Iberlince termina a finales de este año, de modo que el peso de la conservación del felino más amenazado del mundo recaerá al 100% sobre las administraciones autonómicas y estatales. Europa, con toda seguridad, cierra el grifo tras más de 20 años financiando su proyecto de conservación estrella.
Desde Ecologistas en Acción se muestran muy críticos con los resultados, a pesar de que la población se ha cuadriplicado y, según los estándares aplicados por la UICN, se ha rebajado el grado de amenaza de la especie: ya no es una especie en peligro crítico de extinción. Theo Oberhuber sostiene que “el resultado ha sido insuficiente para todo el dinero que se ha invertido. Se deberían haber tomado medidas de conservación de hábitats y de eliminación de riesgos antes de reintroducir en ciertas zonas. La mejora de la especie se debe a la cría en cautividad, que ha sido un éxito. Su área de de distribución no ha aumentado, ya que no se ha logrado recuperar las pequeñas zonas lincera de Castilla y León, Extremadura o Madrid. Todo eso se ha perdido, a pesar de que había una variabilidad genética interesante”.
“Va a ser muy complicado”, admite Miguel Ángel Simón. “El futuro será que cuestiones como el manejo del hábitat, las asuman las administraciones autonómicas, que están muy interesadas en que el lince salga hacia delante. No hay riesgo de que el programa se caiga”, concluye.