La Iglesia entra de lleno en el debate de los fosfoyesos con una carta que critica “la cicatriz” que han provocado

Los partidos políticos, los sindicatos, grupos ecologistas, asociaciones de vecinos, y ahora… el Obispado de la Diócesis de Huelva. El Obispo onubense, José Vilaplana, ha publicado hoy una carta abierta en la que pide la unidad de la ciudad para acabar con lo que denomina “la gran cicatriz” de la zona: las balsas de fosfoyesos.

De esta forma, la Iglesia entra de lleno en el debate sobre las 1.200 hectáreas de residuos químicos que llenan unas marismas a unos 500 metros de la barriada de Pérez Cubillas, justo al día siguiente de que se conociese que la Audiencia Nacional ha ratificado la cuantía de 69,5 millones que la empresa Fertiberia tendrá que depositar por adelantado –fianza- para proceder al limpiado total de las marismas.

Vilaplana, en su carta pública, alude a la encíclica del Papa Francisco del pasado 18 de junio, en la que habla del cuidado de la casa común  -el planeta- y “clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y el abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella”.

“ Durante años, el hombre ha antepuesto el beneficio económico y el provecho personal al beneficio común y al desarrollo sostenible y es ahora cuando el desastre ecológico sacude las conciencias, hace estragos y se busca sanar la herida de una Tierra que, en Huelva, cuenta con una gran cicatriz: las balsas de fosfoyesos”, señala la carta difundida hoy en Huelva.

Por ello, apremia a abrir “un tiempo definitivo para el diálogo y el compromiso de todos y, de forma especial, de los agentes empresariales, políticos y sociales, a fin de llegar a soluciones capaces de equilibrar principios tan fundamentales como el derecho al trabajo, la justicia social y el respeto al bien común, con un desarrollo económico capaz de sostener una verdadera armonía ecológica”.

“La cultura del descarte”

El mismo Obispo critica la labor que han ejercido las industrias químicas, para señalar que “la cultura del descarte de la que habla el Papa, traducida al ámbito medioambiental, ha llevado a una sobreexplotación de los recursos naturales y a una contaminación industrial que han acarreado, tanto importantes problemas de salud para la población onubense, como la pérdida de especies autóctonas, algo a lo que se une un desarrollo urbanístico desacerbado que ha invadido irracionalmente nuestro espacio natural. Todo ello, que copa ahora la actualidad y concentra las investigaciones de expertos y la preocupación de los onubenses, duele profundamente a la Iglesia de Huelva”.

Por eso, “hay que considerar también la contaminación producida por los residuos, incluyendo los desechos peligrosos presentes en distintos ambientes. Se producen cientos de millones de toneladas de residuos por año, muchos de ellos no biodegradables: residuos domiciliarios y comerciales, residuos de demolición, residuos clínicos, electrónicos e industriales, residuos altamente tóxicos y radioactivos. La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”.

La carta termina señalando que “es tiempo, por tanto, de aunar esfuerzos en favor de nuestra Casa Común, a través de la apertura de las partes implicadas a un diálogo que quede exento de intereses particulares y coyunturales. Urge sanar la herida que la mano del hombre ha causado a la Tierra. Es tiempo de encontrar una solución equilibrada a los problemas que provocaron el daño y, siempre, de seguir dando gracias a Dios por el regalo de la Creación”.

Aunque de forma global la Iglesia se ha referido en varias ocasiones al medio ambiente, es la primera vez que en Huelva se pronuncia directamente sobre los residuos de las industrias químicas, en una ciudad dividida en esta cuestión entre los que defienden la labor social y de generación de empleo de las empresas del Polo Químico frente a los que argumentan que su retirada de la actual ubicación es urgente.

Con todo, la carta se publica en un día que se ha elegido para que los onubenses, convocados por primera vez por todos los partidos políticos por unanimidad, salgan a la calle en manifestación para pedir la retirada de las balsas de fosfoyesos de forma definitiva y eficaz, y al socaire de esta unidad la Iglesia ha hablado por primera vez y rotundamente sobre esta cuestión.