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En las entrañas del infierno en llamas

Alejandro Ávila

“El fuego es como un monstruo que está vivo. No te impresiona solo su imagen, sino su alarido de monstruo de película”. Así describe Manuel H. Martín su experiencia a pie de incendio forestal durante el rodaje del documental La Vida en Llamas.

El director onubense se ha adentrado junto a su equipo en la vida de un cuerpo de élite único en el mundo: la BRICA. “Son como los geos de la policía. Una unidad helitransportada con una gran preparación. Son los primeros en llegar al incendio, gente capaz de trabajar muchísimas horas en condiciones muy duras y con temperaturas que pueden superar los 50 o los 60 grados”, explica Olmo Figueredo, productor de La Claqueta.

La película, coproducida con 93 Metros y Canal Sur, está pensada como un homenaje a “esos héroes anónimos que dan su vida por salvar la naturaleza y que realizan un trabajo que la sociedad reconoce poco”, profundiza Figueredo.

El director describe el rodaje como “una grabación guerrillera” por su imprevisibilidad, ya que había que medir la magnitud del incendio para tener tiempo suficiente de rodar las escenas. Martín recuerda las sensaciones: las altas temperaturas, el ruido monstruoso del fuego, el sonido de los helicópteros y la sensación de estar en medio de una batalla.

Más que superhéroes o soldados, el realizador los considera “guardianes de la naturaleza con una gran humanidad y sensibilidad. Llevan a cabo una guerra contra el fuego, pero hay algo más profundo y ancestral en esa protección de la naturaleza que piensa en las generaciones del futuro”.

Su técnica, el ataque directo, les permite plantarle cara al fuego con motosierras, hachas y azadones que van eliminando el combustible y cerrándole el paso a las llamas. Desde el terreno, su líder, Gustavo, se encarga de dirigir a un equipo de once personas y a los helicópteros que lanzan el agua desde el cielo. Gustavo parece capaz de leer el corazón de las llamas, atendiendo al viento, al combustible y al estado del terreno.

Gustavo, Abarca y Curiño, el presente, pasado y futuro de la BRICA, son los que guían al espectador a través de esta particular lucha contra el fuego en Andalucía, “una de las peores zonas del planeta” para hacerlo debido a las altas temperaturas que se alcanzan en verano y el tipo de bosque, mediterráneo, con una gran cantidad de matorrales que arden con facilidad.

El documental se presentará en dos formatos: uno cinematográfico, dirigido por Manuel H. Martín, donde los tres personajes vehiculan la historia, y otro seriado para Discovery Max con David Beriain en la dirección. El primero se estrenará en cines el 4 de septiembre y la serie de televisión lo hará a finales del mismo mes.

Superproducción internacional

Con 600.000 euros de presupuesto, la película ha contado con el apoyo de Europa y se emitirá en España, Portugal, Andorra, Bélgica, Francia, Suiza, Suecia, Alemania y Canad. Se ha tratado de una superproducción con más de mil horas de material, seis editores, cinco guionistas y dos directores.

Figueredo destaca que se trata de un “proyecto muy innovador”, en el que han empleado cámaras de alta definición con efecto de cámara superlenta, multitud de minicámaras, “un director de fotografía y unos operadores de cámara que han tenido que pasar las mismas y duras pruebas físicas que los brigadistas para poder montarse en los helicópteros y adentrarse en los incendios más peligrosos” y “un helicóptero con una red one que permitía hacer unos planos bellísimos” al sobrevolar sobre los helicópteros de extinción mientras realizaban las maniobras de despegue o cargaban agua.

Las minicámaras se le colocaron tanto a los helicópteros, por dentro y por fuera, “para ver cómo cargaban agua en una piscina o un pantano”, como a los brigadistas, de modo que se puede ver en primera persona cómo se meten en el incendio o emplean las mangueras. “Queremos que el espectador sienta que está en el infierno de llamas de estos brigadistas”, explica el productor sevillano.

Aunque el temor y la tensión han estado a flor de piel durante el rodaje por su riesgo, Figueredo recuerda el de Cómpeta (Málaga) de 2014 cómo el “más complicado”. “Parecía que se iba de las manos y hubo que desalojar a 600 personas. Teníamos tres dispositivos grabando a la vez, además de cámaras independientes para ver lo que pasaba alrededor. A uno de los protagonistas se le cayó el casco y perdió el micro. Había mucho calor y nerviosismo, pero gracias a todos los medios que puso el Infoca y la Brica acabó extinguiéndose”, añade el productor.

Todos los años muere algún brigadista en España durante la extinción de un incendio. Por eso, Manuel H. Martín habla de “gente que da su vida por la protección de la naturaleza. Para mí, los personajes han sido más importantes que la acción. Esta película debería llamarse Vidas en Llamas. Espero que sirva para poner en valor su trabajo y concienciar al espectador sobre la protección de la naturaleza”.

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