El Gobierno andaluz de PP y Ciudadanos ha acelerado la tramitación de los Presupuestos Autonómicos de 2020 para evitar que la negociación con su aliado externo, Vox, se mezcle con la campaña electoral del 10 de noviembre. Las cuentas de 2020 serán las primeras íntegramente diseñadas por el nuevo Ejecutivo conservador, con el apoyo necesario del grupo de extrema derecha. La Junta contempla profundizar más en la rebaja fiscal -bajada del tramo autonómico del IRPF, sobre todo para salarios superiores a 60.000; extinción del impuesto de sucesiones y donaciones- e introducir las medidas más identitarias del programa de Vox, como el teléfono para víctimas de violencia intrafamiliar (que contraponen al de violencia de género) o el aumento del gasto de seguridad en centros para menores inmigrantes no acompañados.
La Consejería de Hacienda asegura que la negociación a tres está “muy avanzada” y el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, ha confirmado que el anteproyecto de ley de Presupuestos llegará al Consejo de Gobierno “en unos pocos días” [la fecha tope legal es antes del 31 de octubre]. El calendario de Hacienda es que el primer borrador se apruebe a mitad del mes que viene y que el debate de totalidad en el Parlamento sea antes de que arranque la campaña electoral, el viernes 8 de octubre. Ante la junta directiva del PP andaluz, Moreno ha pedido a Vox que sea “tremendamente responsable” y que “no se deje arrastrar por la excitación electoral”. “Que piensen en lo que nos estamos jugando, una imagen de estabilidad, de progreso y de bienestar que hay que preservar, y que no podemos truncar el desarrollo económico por intereses partidistas o electoralistas”, subraya el presidente andaluz.
A priori, la Junta no espera sobresaltos porque hay ya un acuerdo presupuestario sobre la mesa, firmado por las tres formaciones el pasado junio, que sirve de hoja de ruta para los números del próximo ejercicio. Sin embargo, Moreno y su vicepresidente y líder regional de Cs, Juan Marín, quieren extremar la prudencia ante la cita electoral del 10N, y evitar sobresaltos de última hora, como ocurrió con la tramitación de los Presupuestos de 2019.
Entonces, sus socios de Vox amagaron con tumbar las cuentas del Ejecutivo andaluz, que se salvaron in extremis cuando PP y Cs comulgaron con las exigencias del partido de Santiago Abascal. Fruto de ese ultimátum de Vox -en mitad de las negociaciones de pactos postelectorales de la derecha en Madrid, Castilla y León y Murcia- surgió el acuerdo presupuestario de 34 medidas suscrito por los tres partidos conservadores en Andalucía, el primer (y único) documento en España con el logotipo de PP, Cs y Vox en el encabezado, y la primera foto de miembros del partido de Albert Rivera con dirigentes del grupo de Abascal (hasta ese momento los naranjas marcaban distancias con los diputados de extrema derecha).
Cambio de tercio
La precaución de los socios de Gobierno en Andalucía no es baladí. Vox ha cambiado el registro en sólo una semana. Justo después de que se haya confirmado la repetición electoral, su portavoz en el Parlamento andaluz, Alejandro Hernández, elogiaba hace unos días los “contactos y la buena predisposición” con Hacienda para cuadrar las cuentas de 2020. Este miércoles, en cambio, ha cambiado radicalmente de tercio, asegurando que su partido “no está en condiciones de poder aprobar en los términos que nos han adelantado” los Presupuestos para 2020. Vox tiene intención de endurecer su posición en la negociación y cobrar más caro su apoyo a las cuentas de Andalucía.
Ante la cita electoral del 10 de noviembre, los socios del Gobierno andaluz, PP y Ciudadanos, se han conjurado para renovar la misma estrategia de no agresión que desarrollaron en las generales de abril: encapsular su alianza para evitar que el cimbreo natural de una campaña electoral sacuda la estabilidad política de la Junta. Los populares acuden a los próximos comicios, esta vez con los sondeos a favor, con ánimo de recuperar el espacio político que perdieron el 28A, cuando Ciudadanos les desbancó como segunda fuerza por un puñado de votos (empataron a 11 escaños).
Los comicios del 28A supusieron una debacle histórica para el PP, que pasó de 137 a 66 escaños. El estreno de Pablo Casado como líder y candidato del partido coincidió con la fragmentación del voto conservador. Los populares vieron perder sus votos por el centro, en favor de Ciudadanos, y por la derecha más dura, en beneficio de Vox. Casado trató de taponar la sangría a la derecha con un discurso más duro que frenara la salida de los desencantados con el PP que siguieron la llamada más radical de Abascal. En Andalucía, el PP pasó de 23 a 11 diputados, se quedó con 785.199 votantes, frente a los 808.865 votos de Ciudadanos. En la “segunda oportunidad” del 10N, como la llama Moreno, los populares han regresado a un discurso más centrado y moderado, con un Casado más templado en las formas, buscando trazar alianzas estratégicas con los naranjas -la propuesta de coalición España Suma- y distanciándose de la corriente de Vox. “Nos sentimos más cómodos con Cs que con Vox”, ha admitido este martes el vicesecretario de comunicación nacional del partido, Pablo Montesinos.