Geólogos de Granada alertan de un posible derrumbe con riesgo para la población en el embalse de Rules

Álvaro López

29 de noviembre de 2021 19:07 h

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Varias laderas situadas junto al embalse de Rules deben ser monitorizadas para evitar que se derrumben. Esa es la conclusión a la que han llegado un conjunto de geólogos de la Universidad de Granada (UGR) liderados por Cristina Reyes, autora principal del informe. Según la investigación, iniciada en 2015 y que continúa hoy, se ha observado que al menos tres zonas están sufriendo deslizamientos y que una de ellas, conocida como El Arrecife, compromete la integridad del embalse y pone en peligro a la población más cercana. Un desprendimiento podría dar lugar a una gran ola que rebasase la presa o incluso comprometer su propia estructura afectando a los municipios y terrenos próximos. Una situación de la que ya han informado a la Junta de Andalucía, que dice estar analizando los datos para tomar las medidas que sean necesarias.

Inaugurado en 2004 y construido hace ya casi tres décadas, el pantano de Rules es una de las infraestructuras más polémicas de la provincia de Granada. Pese a que lleva activo 17 años, carece de canalizaciones que permitan que el agua sirva para el abastecimiento humano y para el regadío, lo que sí sirve como fuente de enfrentamiento político desde hace tiempo. A este embalse se le ha llegado a renombrar como “la piscina más grande de Europa” porque el agua apenas sufre más fluctuaciones que cuando acaba desaguada porque hay demasiada y acaba fluyendo por el río Guadalfeo. Un panorama que, paradójicamente, es un aliado contra los deslizamientos, según se desprende del informe técnico de la UGR.

La investigación, realizada con radares por satélite y mediante el monitoreo de los datos, ha determinado que el agua que hay en el embalse hace presión para que las laderas, sobre todo la de El Arrecife, no se deslicen a una velocidad mayor. Actualmente, dos de las zonas conocidas como Lorenzo-1 y Viaducto de Rules tienen deslizamientos de tipo “rotacional” porque la superficie de rotura es curva y retrocede en dirección contraria al embalse. Su tasa de deslizamiento es pequeña, de apenas 20 y 25 milímetros al año respectivamente, pero ponen en riesgo tanto a la carretera nacional N-323 como al estribo sur del Viaducto de Rules por el que pasa la autovía A-44 en dirección a la Costa Tropical. Sin embargo, El Arrecife parece tener una velocidad de deslizamiento mayor y más preocupante porque, además, no se mueve en dirección contraria a la presa, sino directamente hacia ella. De modo que la caída de esta masa de tierra dentro del embalse, dependiendo de su tamaño y velocidad de desprendimiento, podría provocar una ola gigante que lo sobrepasase o podría poner en peligro su estructura hasta el punto de hacerla colapsar.

Un deslizamiento de seis centímetros al año

Según los datos, El Arrecife se mueve unos dos centímetros al año en su parte más alta y unos seis centímetros anuales en su zona más baja, justo debajo de la carretera nacional N-323. Es decir, el pie de la ladera se desliza más rápido que el conjunto de la misma, lo que compromete la estabilidad y abre la puerta a un posible derrumbe que afectaría en primer lugar a la carretera y posteriormente al embalse, dependiendo de la masa que se desprendiese y la velocidad con la que cayera. No obstante, Cristina Reyes, autora del informe, aclara que los resultados “no muestran que de pronto vaya a colapsar la masa junto al embalse de forma inminente”. Motivo por el que considera que hay margen para actuar y prevenir el colapso de la ladera.

“La gran duda en el mundo de los deslizamientos es que, aunque no se haya deslizado rápidamente ahora, no quiere decir que no pase en el futuro. Cuando baja el nivel de agua del embalse, el movimiento se acelera porque el agua no hace resistencia”. La geóloga admite que como hasta ahora el descenso de la cantidad de agua no ha sido “grande ni pronunciado”, el movimiento “se ha frenado y no ha pasado nada”. Sin embargo, las futuras canalizaciones y el previsible uso que tendría el agua, podrían afectar de manera más decisiva al deslizamiento de la ladera al haber menos reserva hídrica en el embalse haciendo presión contra la masa de la montaña de El Arrecife. “Sabemos que siempre se habla de las canalizaciones o que se vacíe el embalse y en el momento en que eso empiece a funcionar no sabemos cómo se va a comportar”.

Tampoco se sabe cómo se puede comportar la ladera en el caso de que hubiese lluvias torrenciales o un terremoto de gran magnitud, porque aún no se ha producido ninguna de las dos circunstancias en todo el tiempo que se lleva monitorizando el deslizamiento. “Es una zona sensible y de cierto riesgo, aunque no queremos alarmar porque no hay indicios de que pueda ocurrir mañana”. Como los datos se han recogido gracias a mediciones por satélite, Cristina Reyes admite que si se obtuviesen “sobre el terreno” podrían ser más certeros a la hora de saber la velocidad del deslizamiento y su potencial peligro. “Recomendamos que se monitorice en el mismo sitio para tenerlo controlado y actuar con suficiente tiempo”.

Temor a una ola que rebase el pantano

Cree que “en caso de que se precipitara una parte o hubiese un deslizamiento, no se rompería la presa, pero al caer una masa de tierra generaría una ola que, en caso de rebasar el pantano, la cantidad de agua que se moviese tendría unas consecuencias más o menos devastadoras”. El municipio más próximo es el de Vélez de Benaudalla, con una población de 1.000 habitantes que se verían seriamente comprometidos. También correrían peligro los campos de cultivo que se extienden en la ribera del río Guadalfeo y dependiendo de la gravedad del deslizamiento y de si hubiese una rotura de la presa, el agua almacenada podría hacer más daño a las personas y al entorno por el que pasaría.

Cristina Reyes considera que quizá esa no es la mejor ubicación para un embalse porque el terreno tiene rocas “poco resistentes y que tienden al deslizamiento”, aunque admite que la necesidad de que haya agua lleva a su construcción. Por otra parte, los datos del informe dejan claro que la rotura del terreno que da pie al deslizamiento es “tan grande” que pararla puede ser “bastante complicado”. Los geólogos que han trabajado en la investigación creen que la mejor solución “es monitorizarlo en el mismo terreno”. Lo primero sería realizar un sondeo en el terreno para ver que la superficie de rotura está a esa profundidad y de ese modo saber a qué potencial peligro se enfrenta el embalse.

“Muy alarmistas”, dice la Junta

Los investigadores ya han informado a la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía de las conclusiones de su estudio para que se pueda actuar con toda la información que han podido recabar. Cristina Reyes recuerda que su único afán es que su trabajo sea “aplicable” y que pueda evitar “pérdidas económicas y humanas”. De hecho, dice haber invertido poco dinero en el informe, ya que las imágenes sobre las que han trabajado son “gratuitas”. “El coste ha sido básicamente humano y del tiempo que invertimos en procesar la información”. Sin ningún interés en provocar miedo en la población o que el informe se malinterprete, el único fin que persiguen es prevenir cualquier potencial desastre.

Por su parte, la Junta de Andalucía asegura que ha recibido el informe y ha mantenido reuniones con el equipo de geólogos que lo ha realizado. Fuentes oficiales tachan de “muy alarmistas” los posibles deslizamientos en la presa. “Desde la Delegación Territorial de Agricultura de Granada en días pasados se mantuvo una reunión en la presa de Rules entre el director del Sistema Béznar-Rules, los profesores de la UGR y geólogos del IGME (autores de la investigación) y la asistencia técnica que se ha contratado por la Junta de Andalucía (geólogo de gran prestigio nacional y experto en deslizamientos del terreno) para analizar esos posibles deslizamientos”. Por último, el experto de la Junta remitirá “previsiblemente a finales de este mes” un informe sobre el asunto y será entonces cuando el Ejecutivo “tomará las medidas oportunas si fuesen necesarias”.

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