La costumbre suele vestir de cariño y buenas palabras a las personas que se marchan. El homenaje a un ser querido que ha muerto se suele convertir en un diván de frases manidas, recuerdos cruzados y un sinfín de palabras que ponen en valor al ser humano que se ha ido. Pero en el caso de Juan Laguna (Madrid, 1950), toda descripción parece quedarse corta por la “gran talla” como profesional y humano que tuvo. El que fuera durante 30 años jefe de Epidemiología en Granada, acaba de fallecer víctima de la Covid-19 lo que ha conmovido a la clase médica y científica que le conoció, pero también a los ciudadanos de a pie.
Porque Juan Laguna, en palabras de su entorno más próximo, era una “buena persona”. No solo fue uno de los mejores epidemiólogos de España, al sentar las bases de un sistema que hoy permite luchar contra la enfermedad que le ha matado, sino que desarrolló su vida sin renunciar a ayudar a los demás. Nacido en el Madrid del año 50, se mudó a Granada tras aprobar las oposiciones a Epidemiólogo del Estado a principios de los 80. Aunque su plaza inicial era Sevilla, solicitó trasladarse a la ciudad de la Alhambra, “atraído por su embrujo”, según explica Isabel Marín, que fue su jefa en el Servicio de Salud Pública de la Junta de Andalucía.
Basta escuchar que “nadie quería que se jubilara bajo ningún concepto”, para entender la talla del profesional. Juan Laguna, que tenía 70 años, se había retirado profesionalmente con 63, pero nunca abandonó su pasión de seguir luchando por la salud pública. Marín califica al que fuera su compañero de “líder”. Según su testimonio, Juan Laguna formó parte del germen que hizo aflorar el servicio de Atención Primaria en Andalucía, que luego se exportó al resto del país y que solo la falta la inversión pública ha hecho desfallecer en los últimos tiempos. De hecho, Juan preparaba unos boletines epidemiológicos que han servido de base durante esta pandemia pues en ellos hubo personas que trabajaron con él que hoy también influyen a la hora de tomar medidas contra la Covid-19.
Pionero contra el Sida
“Se involucró mucho en todas las áreas sanitarias. Se esforzó en que la gente pudiese estar informada sobre enfermedades infecciosas”, cuenta Isabel Marín. Laguna fue especialmente reconocido por ello. Su trabajo durante los años 80 y 90 para entender, controlar y divulgar cómo luchar contra el VIH y el Sida, fue notable. Javier García León, epidemiólogo recientemente jubilado del Servicio Andaluz de Salud (SAS) y compañero de oposiciones de Juan Laguna, pone en valor precisamente su trabajo en ese campo. Gracias a ello, “Juan se erigió en referente en la provincia de Granada”.
García León recuerda cómo trabajaron “intensamente” en los años 90 “cuando impulsamos la red de vigilancia de Andalucía”. Por su carácter cercano y comprensivo, lideró a todas las generaciones de epidemiólogos que vinieron después de él. Su pasión era tal por la epidemiología que “cada brote era una nueva aventura y hacía sentir la importancia diaria de nuestro trabajo para la toma de decisiones. Amaba su trabajo y luchaba cada minuto por mejorar y llegar al final del porqué y del cómo. Esa es la filosofía de nuestro trabajo, lo que nos diferencia”, cuentan desde la propia Red de Alerta de Salud Pública.
Begoña López, también epidemióloga y discípula durante años del propio Juan, tiene claro que “los granadinos le debemos mucho. Ha luchado por todos”. Al haber trabajado codo con codo con él, cuenta que fue “muy trabajador, alegre y paciente”. Por su inclinación hacia las enfermedades infecciosas como el VIH también fue pionero creando el Centro de Enfermedades de Transmisión Sexual de Granada. Además, generó el primer comité antisida que hubo en Granada y Andalucía. “Eso ocurrió en una época en la que las epidemias preocupaban más en el ámbito hospitalario y Juan pensó en la sanidad comunitaria”, añade Begoña.
Un activista de la vida
Casado y con dos hijas que han seguidos sus pasos en el mundo sanitario, Juan no fue solo un líder contra las epidemias, sino un activista vital. Se involucró en la banca solidaria para darle créditos a personas que no tenían posibilidades económicas para cumplir sus sueños. Manuel Martín, Defensor del Ciudadano en Granada, lo conoció también. “Era una buenísima persona”, recuerda. “Desde que se jubiló se dedicó en cuerpo y alma a transformar la sociedad y a ayudar a quien más lo necesitaba”, añade un hombre que destaca de Juan que todo lo hizo “sin hacer ningún ruido. Siempre estaba ofreciendo su tiempo, y más que su tiempo, a las personas más desfavorecidas”.
También ha luchado contra los desahucios poniéndose en primera línea de muchos de ellos, según recuerdan quienes le conocieron. Su carácter optimista y solidario le define hasta sus últimos días. Isabel Marín cuenta que Juan se quedó sin teléfono móvil al poco de enfermar, pero que movió cielo y tierra para conseguir uno nuevo que “no tuviera coltán y así asegurarse de que ningún niño hubiese trabajado para fabricarlo”. Sabía prácticamente de todo y nunca rechazó ayudar a quien se lo solicitara. Preocupado por el medio ambiente, también dedicó su tiempo en ser agricultor.
Ejemplo hasta el final
Antes del fatal desenlace, Juan Laguna tenía una vida muy activa, hasta el punto de que se encontraba en forma y estaba sano. Incluso en eso ha sido un ejemplo, cuentan sus allegados. Porque Juan, epidemiólogo experto, ha fallecido tras más de un mes luchando contra la Covid-19 y sin que su buen estado de salud hiciera pensar que podía morir. “Era muy fuerte y estaba muy optimista porque no se encontraba mal. El no creía que fuese su final”, cuenta Isabel Marín. Apenas unas semanas antes había salido con su grupo de senderismo a hacer una ruta de 11 horas. Un hombre con 70 años “muy vividos”.
Juan Laguna ha sido “un intelectual que se movía sobre el terreno y una persona con mucha cercanía a la realidad”, asegura Begoña López. Batalló semanas en la UCI, pero no tuvo la fortuna de salir de ella. Abatidos, sus compañeros médicos que trataron de salvarle la vida, como hacen lo propio con el resto de pacientes, saben que se ha marchado un hombre difícil de repetir. Basta recordar su jubilación para tener una muestra de su talla como profesional y humana: fue un acto académico que se le hizo por sorpresa para acompañarle. Porque Juan Laguna ha sido muy querido y su legado, como demuestran los que le conocieron, perdurará en el tiempo.