Las aguas bajan turbias en el Partido Popular de Granada tras la dimisión de su presidente, Sebastián Pérez. La renuncia del que ha sido el máximo dirigente popular en los últimos quince años ha abierto un nuevo cisma que se asumía como superado después de su adiós. Cuando parecía que Pérez era el obstáculo para la paz interna, los nuevos acontecimientos están dibujando un panorama en el que se observa cómo Granada se aleja cada vez más de la dirección nacional del partido que encabeza Pablo Casado.
No gusta el heredero interino Pablo García y tampoco el que plantea Génova, José Antonio Robles. En el primer caso, el hecho de que el delegado de la Junta de Andalucía en Granada, Pablo García, sea reconocido a todos los efectos como nuevo presidente del Partido Popular granadino ha levantado algunas voces críticas. No tanto porque el elegido no sea del agrado de la mayoría ni sea considerado un político de consenso, sino porque sobre su elección vuelve a flotar la duda de si se ha obrado conforme a los estatutos internos. Algo que ya suena en Granada porque el último congreso provincial acabó en los tribunales debido a esas dudas.
En los últimos días está circulando por los foros populares un relato que desmonta la sucesión inmediata de Sebastián Pérez por Pablo García. Ese escrito, que se ha volcado sobre todo en WhatsApp, recuerda varios puntos y plantea problemas de forma fundamentalmente. El primero es que la dimisión de Pérez tenía que haberse materializado por escrito y no sólo por sus declaraciones ante la prensa el pasado enero. Tras ese defecto de forma, aparece que Pablo García no puede asumir la presidencia inmediatamente por ostentar la Secretaría General del partido a nivel local. Lo que tendría que haber ocurrido, afirman fuentes del PP, es que se hubiera convocado un comité ejecutivo provincial en el que se incluyera el debate sobre la dimisión y la proposición de un nuevo presidente interino hasta la celebración del siguiente congreso.
Robles no es vocal
Si con Pablo García se asume que la mayor parte de los militantes estarían de acuerdo en que él fuese el presidente una vez se cumpliese con el reglamento, no sucede lo mismo con el candidato a secretario general que quiere imponer Génova. Fuentes populares deslizan que desde la dirección nacional del PP se está maniobrando para que este puesto lo ocupe José Antonio Robles, un nombre que carece de apoyos locales y su elección como candidato al Senado molestó por considerarse una decisión unilateral de Madrid tomada por petición del expresidente local, Sebastián Pérez, y auspiciada por el secretario general nacional, Teodoro García Egea, que guarda una buena relación con Robles.
Sin embargo, Robles no podría ser elegido secretario general del PP de Granada porque no fue vocal en el congreso de 2017 en el que Sebastián Pérez salió reelegido como presidente. Esa condición, la de ser vocal, es clave para que un candidato pueda asumir un puesto dentro de la estructura organizativa del partido. Aún así, ese hecho no se está cumpliendo con Robles, al que en Génova quieren colocar como número dos de Pablo García una vez consumado el cambio de cromos. Si normativamente no encaja su nombramiento, políticamente cuenta con menos respaldo si es posible.
La figura de José Antonio Robles se considera a nivel local como la de un político que ha ganado demasiado terreno en muy poco tiempo. Su estrecha relación con Sebastián Pérez le ha permitido pasar de ser ayudante de cocina en un restaurante granadino a sentarse en la Cámara Alta como senador. Un ascenso meteórico que los militantes granadinos no aceptan sobre todo porque ven en Robles al ejemplo perfecto de cómo prosperar sin tener méritos suficientes. El último giro de guión, además de la propuesta para que sea secretario general local, es que ha sido nombrado por Madrid como vicepresidente de una comisión en el Senado dedicada a I+D+i, conocimiento y universidad. Un cargo para el que, dicen los críticos, no está preparado debido a que carece de currículum académico.
Mensajes desde Madrid
Las voces más críticas dentro del partido creen que los movimientos a favor de Robles tienen una explicación: Génova quiere mandarle mensajes a la dirección andaluza del PP. Juan Manuel Moreno Bonilla es actual presidente de la Junta de Andalucía con los peores resultados de la historia de los populares en Andalucía gracias a una suma histórica de votos. Sin embargo, el perfil del presidente no resulta alineado al cien por cien con Casado - explica el sector más rebelde-. De ahí que haya quienes apunten a que Teodoro García Egea busca en Robles una “marioneta” con la que advertir a Moreno Bonilla de que sus decisiones están supeditadas a lo que se decida desde Madrid.
Un panorama complejo, que lo es desde hace ya dos años, y que no deja de enturbiarse. La renuncia de Sebastián Pérez sigue abriendo heridas que no parecen cerca de sanar. Mientras el expresidente sigue como concejal del PP en el Ayuntamiento de Granada, en Génova nadie respira tranquilo. Por eso, le buscan un puesto para que no dinamite la Alcaldía de Granada que mantienen Ciudadanos y Partido Popular tras ser elegida desde Madrid en junio. Esa intromisión de la dirección fue la que utilizó Pérez como excusa para dimitir, pero no es más que la punta del iceberg que puede chocar contra la línea de flotación municipal donde la moción de censura, aunque improbable, no es en absoluto descartable.