Un mes después de que Sebastián Pérez dejara de ser presidente del Partido Popular de Granada tras 16 años de mandato, los populares siguen deshojando la margarita para ver quiénes llevarán las riendas de la formación hasta que se celebre el próximo congreso provincial en el que se deba elegir al nuevo dirigente. En este mar de intereses se mueve desde hace tiempo el alcalde de Güejar Sierra y senador, José Robles, y la tensión interna está llegando hasta Madrid.
Lo que hasta hace unos años se dirimía en Granada, ahora se decide también en Génova 13. El nuevo presidente de los populares granadinos, Pablo García, que es a su vez delegado del Gobierno andaluz en la ciudad de la Alhambra, se encuentra en una situación compleja al tratar de tejer el equipo con el que controlar el día a día del partido. El puesto de secretario general provincial es muy codiciado y José Robles, principal candidato al mismo, no quiere dar su brazo a torcer. La posibilidad de tener poder orgánico dentro de la estructura local es demasiado jugosa como para rechazarla, según indican fuentes del partido.
Por eso, José Robles está siendo el hombre del momento en el PP de Granada. Pero no está solo; le acompaña en su tarea de ganar adeptos el diputado Pablo Hispán. Considerado paracaidista por sus propios compañeros tras haber sido prácticamente de todo dentro del PP a nivel nacional, su papel en estos momentos se basa en lograr tejer una red de apoyos que obliguen a Pablo García a decantarse por Robles como secretario general. Hispán, hombre de confianza de Pablo Casado que se quedó fuera de los planes populares en las elecciones de abril de 2019 y que recibió una bola extra de vida en noviembre cuando sí logró el escaño, se ha convertido en el aliado perfecto de Robles al dedicarse a llamar a los alcaldes que el PP tiene en la provincia de Granada.
Según fuentes internas del partido, José Robles está tan preocupado por asegurarse la secretaría general granadina que en el grupo parlamentario del Senado empiezan a preguntarse para qué ha sido elegido senador. Robles no está integrado con sus compañeros madrileños, afirman, y no participa de las decisiones de su formación pese a haber sido nombrado como vicepresidente de la Comisión de Ciencias, Innovación y Universidades de la Cámara Alta.
Batalla de barones
En esta encrucijada gana peso la figura de Teodoro Garcia Egea, la otra figura clave del entorno de Casado. Según fuentes internas de los populares, el secretario general nacional del Partido Popular lleva casi un año tratando de recomponer el partido tras los malos resultados electorales vividos en 2019 y para esa tarea no duda en endosar a determinados en las estructuras locales. No ayudó a su empresa que pactara con Ciudadanos la Alcaldía de Granada para dársela a los naranjas porque aquello abrió un cisma que mantiene sumido en una crisis de gobernabilidad al Ayuntamiento granadino, como tampoco que el entonces presidente local, Sebastián Pérez, lanzara continuos mensajes de reproche hacia Génova y por lo tanto hacia García Egea.
Teodoro, toda vez que Pablo Hispán está ejerciendo como conseguidor de Robles, parece haber adoptado una postura tolerante con la nueva presidencia del PP de Granada. Voces autorizadas del partido asumen que García Egea está dejando libertad a Pablo García para designar a su equipo de confianza, a pesar de que aún no ha elegido a un secretario general cuando ya lleva más de un mes dirigiendo a los populares granadinos. Sin embargo, Pablo García era secretario general provincial cuando su presidente, Sebastián Pérez, se decantó públicamente por Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias nacionales de 2018. Santamaría perdió, Pablo Casado ganó y los que se significaron en el proceso empezaron a convertirse en cadáveres políticos.
Tan solo Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, ha logrado salir vivo de aquella limpia de la que se habla internamente en el Partido Popular y en la que el otro gran líder popular, Alberto Núñez Feijóo, intentó no exponerse. El dirigente andaluz es amigo íntimo de Pablo García y es el único barón sorayista que ha sobrevivido. Por eso desde Madrid quieren controlarlo. Imponiendo nombres y estructuras, Génova quiere evitar voces discordantes. De ahí que desde dentro del PP se asuma que el interés de Teodoro García Egea por apoyar a José Robles a través de Pablo Hispán responde a una batalla entre barones por controlar el partido.