Las grandes fosas comunes de Huelva y Córdoba confirman la “masacre” de civiles en ciudades sin guerra
Huelva y Córdoba trabajan ahora en cementerios con miles de víctimas estimadas mientras Málaga y Sevilla ya exhumaron a más de 4.500 personas
Andalucía es una tierra repleta de desaparecidos. Las excavaciones de las grandes fosas comunes en ciudades donde no hubo guerra confirman la matanza de civiles orquestada por los golpistas: Huelva y Córdoba son las últimas que están realizando trabajos arqueológicos en cementerios con miles de víctimas estimadas, mientras Málaga y Sevilla ya exhumaron más de 4.500 esqueletos. Las cifras actuales, junto a lo que queda por abrir, esa foto fija, retratan el discurso genocida aplicado contra el sur de España.
Los huesos aguardan enterrados para contar esas historias. Y queda mucho suelo por abrir, según los expertos. Como ejemplo, “el porcentaje que se ha abierto –en Huelva– está entre el 2 y 3 por ciento” de la superficie total que ocupan los enterramientos clandestinos, calcula a vuela pluma uno de los codirectores del equipo técnico, Daniel Quiroga. La primera campaña ha culminado este verano con un mínimo de 36 víctimas del franquismo recuperadas que, con las 75 de Córdoba –que retoma la actividad en los próximos días–, superan el centenar en estas dos capitales andaluzas. Por ahora.
Un número que crecerá de modo exponencial, en teoría. La densidad de asesinados muestra “siete u ocho” personas en cada depósito “solo en el sondeo 1 del sector San Juan”, como certifica elDiario.es Andalucía a pie de fosa. Así será en cada “pradera” del camposanto onubense de La Soledad que roza sobre el papel los 1.500 asesinados. No menos en la otra búsqueda activa en las necrópolis cordobesas de San Rafael y La Salud donde, según las previsiones, hay 4.000 desaparecidos.
Una “masacre” que también alcanzó los municipios. “Las grandes capitales fueron centros de represión, pero eso no quiere decir que en los pueblos no se diera también ese castigo brutal”, añade el experto.
La violencia onubense, por caso, registra “dos fases muy claras”: una, el “terror caliente” que usa los Bandos de Guerra como coartada criminal, y otra, desde febrero de 1937 con el inicio del “terror judicial” que ordena que “para aplicar la pena capital –los presos– tienen que pasar por juicio sumarísimo”, explica Quiroga.
Sobre el terreno también hay dos contextos. En uno están enterrados los desaparecidos de los primeros meses, matados a tiros y arrojados a las fosas sin registro alguno. Los “sin nombre”. En el segundo yacen dispersos los ejecutados por Consejo de Guerra, a priori con ubicación localizada.
El escenario “acerca cada vez más el número de 50.000 víctimas de los golpistas en Andalucía”, remarca Francisco Carrión, corresponsable de los trabajos. “Estamos ante un contexto de represión total en zonas donde no hubo ningún tipo de guerra y sí una masacre de población civil”, en palabras del profesor de la Universidad de Granada.
Una posible ventaja para futuras identificaciones que deviene, en todo caso, del trámite de juicio idéntico al que sufrió en 1963 el último asesinado por Franco con la excusa de la guerra, Julián Grimau, proceso del que elDiario.es Andalucía desvela en primicia el expediente académico del ‘abogado’ impostor que le condenó a muerte.
“La tierra habla”
Los datos del Mapa de Fosas de la Junta de Andalucía asumen con números la barbarie fundacional del franquismo. Huelva aparece con 10.378 víctimas estimadas en 137 tumbas ilegales (5.000 personas en la ciudad) y Córdoba señala 5.730 ejecutados en 134 fosas (con 2.460 en 10 enterramientos en la capital). Málaga cuenta 8.317 en 114 (4.288 en 9 enterramientos en la urbe) y Sevilla, por su parte, 12.599 en 171 (3.250 en 7 depósitos en la metrópoli).
“Luego la tierra es la que habla”, sostiene Quiroga, y no pocas veces trastoca las cifras oficiales. “Aquí hay un trabajo previo de profesionales y de las propias familias que ya aseguraban que en Huelva también íbamos a encontrar crímenes de lesa humanidad”, como apuntaba el informe realizado por el historiador José María García Márquez y el investigador Miguel Ángel Harriero Capilla.
Los trabajos en Córdoba pararon en verano y con el nuevo curso retoma la tarea que arrancó 87 años después de los asesinatos con una labor previa de localización. La búsqueda sigue para ‘la causa de los 4.000’ cordobeses y los mil y pico de Huelva, mientras Sevilla sestea con miles de esqueletos mal enterrados en su cementerio y suma con Málaga 4.500 cadáveres recuperados. Huesos rotos, proyectiles, montoneras de cuerpos... la tierra custodia evidencias de muerte violenta y cuenta, cuando la dejan, que Andalucía es la capital del exterminio franquista.
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