Decía Eduardo Galeano decía “pobres, lo que se dice pobres, son los que no saben que son pobres”. Quizás la diferencia con la reflexión literaria del escritor uruguayo es que, en la sociedad actual, aquellos que no lo saben son los vecinos, los amigos o incluso la familia de personas que no pueden llegar a final de mes. La campaña 'La pobreza invisible' presentada por la Red Andaluza de lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-A) incide en ese punto, en tratar de visibilizar “la pobreza que se vive en los hogares, con las persianas bajadas y las puertas cerradas”, como ha expresado en rueda de prensa su presidente, Manuel Sánchez, “más allá de la imagen general que podemos tener”.
Aquella pobreza emocional que “hace mella en el autoestima” o la que refleja que, solo por ejemplo, que “el 60% de andaluces no pueden disfrutar de una semana de vacaciones al año”, ni calentar la casa en invierno ni pagar el alquiler ni acceder a la cultura ni disfrutar de tiempo libre. “Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen tiempo para perder el tiempo”, decía también Galeano. Ni para que los niños sigan con los estudios, ni para que el abuelo siga en la residencia de ancianos, ni para irse sin cenar a la cama, etc.
Una pobreza “real” que “no se exterioriza quizás por vergüenza o por resignación”, “basada en hechos reales” como reza el lema de la campaña, de “gente que vivía bien pero que ha caído en las garras de la pobreza”, aquella derivada del recurrente mantra 'es que vivíamos por encima de nuestras posibilidades' y que hace “que la gente se sienta incluso culpbale”. Numerosos informes han dado cuenta en los últimos años del aumento en los índices de pobreza, pero EAPN-A ha querido poner el foco en aquella “la pobreza que no se ve, que no se exterioriza”, según han expuesto sus promotores. Su particular estudio apunta a las consecuencias sociales, a presente y a futuro, de la pobreza emocional, habitacional o cultural, y a aquella que afecta especialmente a niños y mayores.
Durante presentación de la campaña de sensibilización se ha incidido en la evolución del concepto de pobreza. “El pobre no es el que se viste con harapos”, ha ejemplificado Isabel Viruet, presidenta del consejo territorial de la ONCE en Andalucía. En ese sentido, ha destacado que la visualización de esa pobreza “vergonzante” de puertas para adentro “sirve para avanzar en su erradicación” y ha pedido que también se incluya “en la estadística oficial” para que conlleve su “incidiencia” en el ámbito político y en el de las administraciones.
¿No se percibe esa pobreza? Según encuestas sociales recientes, solo el 26% de los andaluces (2,2 millones) afirma percibir que la pobreza alcanza los datos oficiales. Se trata de algunas realidades como la cultura, el ocio, las emociones, las condiciones de vida o el acceso a las nuevas tecnologías. Son “nuevas formas de pobreza como son la incertidumbre del presente y el miedo al futuro”, expone EAPN-A, que alerta de “la espiral” en la que se ven envueltas las personas “bajo tensiones económicas, conflictos familiares, estrés, discriminación, desempleo...”, que hacen más difícil “salir del círculo de la pobreza”.
Los datos de pobreza, de la visible y la invisible, no por diversos y a veces repetidos dejan de ser demoledores y se pueden descargar en el informe completo de EAPN-A. Entre algunos de los aportados, el número de andaluces que no pueden mantener la casa a una temperatura adecuada se ha duplicado desde 2013, así como el número de personas que se retrasa en el pago de gastos relativos a la vivienda.
1,5 millones de andaluces invierten más del 10% de sus ingresos en energía, un 34% no pueden gastarse cantidad alguna en sí mismo cada semana o un 36% no tienen acceso a internet por su elevado coste. La estadística está ahí. Desde EAPN-A piden cruzar los datos oficiales con esta otra realidad cotidiana, de más difícil visibilización, de puertas para adentro, aquella que no se ve, para poder acometer una solución. Lo primero, visualizarla.