Teresa Lechuga ha pasado el peor mes de su vida. El viernes 8 de marzo se encontró con algo “que no pensaba que podía pasarme a mí”. Por debajo de su puerta se acababa de colar una citación del juzgado: el martes 12, apenas cuatro días después, la iban a desahuciar. No sabía que iba a costarles tres intentos y a ella sentirse abandonada por todos, pero tampoco que iba a recuperar la esperanza en la generosidad de sus vecinos.
Ahora Teresa ya está desahuciada, después de tres intentos por parte de la Policía, un manifestante de Stop Desahucios detenido y sentirse “humillada y despreciada” por los funcionarios de Justicia y los agentes de la Ley. Pero también tiene una casa nueva y muchas gracias que dar “a los que han venido a apoyarme, a los que han detenido y los han empujado, a mi Ayuntamiento de Armilla, que me ha ayudado, a la señora que se ha ofrecido a darme un alquiler…”.
Teresa llamó a Stop Desahucios y vivió su primer intento de desalojo “sin creérmelo”. Hoy ya habla con la tranquilidad de tener un techo para ella y su hijo de 13 años, pero en ese momento, desde su balcón, veía una concentración de más de cien personas cerrando el paso a la Policía Nacional en las estrecheces de su calle, Bernarda Alba, en Granada. “Lo había visto por la tele muchas veces, sabía que estas cosas pasaban, pero no a mí”.
Que no tuviese que verse en esa situación le deseó a una funcionaria judicial que acudió a su piso diez días después, el 21 de marzo, el que se consumó su desahucio. Veinticinco miembros de Stop Desahucios se presentaron en su casa a las 5.00 para pasar la madrugada dentro. Habían oído que la Policía pretendía cortar las calles a las 6.00 para impedir una concentración como la del primer intento.
Ese día sucedió de todo: cinco multados por saltarse el cordón policial, más de 50 agentes desplegados para desahuciar a una mujer en paro y víctima de violencia de género y su hijo de 13 años, un estudiante de 19 años detenido por agredir a dos agentes, patrullas y una comisión judicial que esperaron hasta las doce y media, cuando ya la concentración se había disuelto, para volver y forzar la puerta…
“Me sentí fatal, sola, empecé a llamar a todo el mundo. Me amenazaron con que echaban la puerta abajo, y una funcionaria dijo que pensase en los pobres abuelos, refiriéndose a mis caseros anteriores. Le tuve que sacar el papel que demuestra que me deben 3000 euros de una opción de compra que no pude asumir y de los que no han querido cobrarse mi deuda, y explicarle que estoy sin agua desde hace dos meses. Ahora presumen de que negociaron conmigo darme un día más para sacar los muebles, pero en ese momento me amenazaron. Me hablan así porque creen que no les puede pasar, pero yo también pensaba eso”.
La ‘buena samaritana’ que ha ofrecido su piso en Armilla a Teresa a través del Ayuntamiento no quiere aparecer en el reportaje. Cuando vio su caso por televisión, se puso en contacto con los Servicios Sociales del municipio, porque sabía que Teresa había trabajado para la Ayuda a Domicilio del Ayuntamiento en el pasado, y ofreció la vivienda que tenía vacía.
“No puedo dejar de agradecérselo. A ella y al Ayuntamiento”. La Policía y la comisión judicial le dio 24 horas para mudarse. Ese mismo día Gerardo Sánchez, el alcalde de Armilla, donde Teresa está empadronada aunque viviese en Granada, le ofreció un almacén donde guardar sus muebles, y luego la puso en contacto con su nueva casera.
Teresa trabajaba hasta hace unos meses para Armisad, la empresa de Ayuda a Domicilio municipal de Armilla. La echaron sin finiquito y debiéndole más de 4000 euros en atrasos, cuando aún gobernaba el Partido Popular. Este enero, el PSOE con apoyo de IU y un independiente que estaba antes en el equipo de gobierno del PP, recuperó la alcaldía con una moción de censura.
“No es cuestión de ponerme de parte de nadie, pero con los otros me echaron y estos me han escuchado y ayudado a encontrar casa. Voy a tener un alquiler que puedo pagar, porque mi único ingreso es la ayuda de 420 euros, y poder seguir buscando trabajo con un techo para mi hijo. A ellos estoy agradecida, y a la gente de Stop Desahucios, que me han apoyado sin conocerme de nada, siendo familias que están peor que yo. Porque lo mío es un particular, pero los de ellos son bancos…”.