El arranque de la campaña de la fresa aumenta los asentamientos chabolistas
Subsahariano, entre 19 y 45 años y víctima radical de la crisis. Es el perfil del habitante en los asentamientos chabolistas de la provincia de Huelva asociados a la campaña de la recolección de la fresa, que oficialmente comienza este 1 de marzo. Unas 1.100 personas malviven en la actualidad en estos poblados, ilegales pero integrantes del paisaje desde hace una década. De hecho, Cáritas Diocesana calcula que al menos 700 inmigrantes viven en ellos durante todo el año. A lo largo de la temporada del 'oro rojo', hasta mayo, la cifra puede alcanzar los dos millares con la suma de los refugios localizados en Lepe, Palos de la Frontera, Moguer, Mazagón, Bonares, Lucena del Puerto y Almonte. La incorporación de la mujer, de momento con cifras bajas, es una novedad.
El presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Fresas de Huelva (Freshuelva), Alberto Garrocho, asegura que los empresarios agrícolas están siendo “muy rigurosos a la hora de contratar la mano de obra, teniendo en cuenta la antigüedad”. Los temporeros extranjeros hacinados en estos refugios del plástico y la chatarra son aspirantes porque en su mayoría son inmigrantes estabilizados en España, que dispusieron de trabajo y casas hace unos años, e incluso de prestaciones sociales, y que la coyuntura económica les obliga a vivir en estos asentamientos, en Huelva o donde haya una mínima oportunidad. Para medio millar de ellos, itinerantes, la fresa onubense es una esperanza tras la mala campaña de la aceituna en Jaén o la fruta en general en Lleida. Lejos queda ya el inmigrante ilegal llegado en patera de hace un lustro como protagonista principal de la fotografía.
La llegada irregular de temporeros ha dejado paso al hacinamiento en torno a las explotaciones como principal problema. Aunque administraciones y empresarios garantizan una contratación regulada, interna o en origen, Cáritas detecta prácticas permisivas en el origen de la creación de los asentamientos y en su mantenimiento. “(...) en algún momento de la campaña de la recogida de fresa estas personas han encontrado trabajo en alguna explotación fresera. Sigue siendo así y es más que probable que esto siga ocurriendo porque el tipo de explotación agraria de la que estamos hablando necesita de esta mano de obra. La mayoría de la personas que viven en los asentamientos chabolistas trabajan -sea esto reconocido o no- en la recogida de la fresa”. Así lo explica esta organización humanitaria en su informe 'Asentamientos e inmigración. El caso de Huelva'.
Es habitual hallar en estos poblados a inmigrantes que trabajan menos de una semana al año y que esperan con paciencia su momento. No hay otra salida en el callejón.
Las fuerzas de seguridad, no obstante, se afanan en erradicar la contratación irregular por pequeña que sea. Entre los objetivos del dispositivo especial para la campaña de la fresa de Huelva, en el que toman parte 50 efectivos de la Guardia Civil, está controlar la seguridad e higiene, además de evitar brotes xenófobos. El jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, el coronel José Antonio Hurtado Notario, señala que “controlar la bolsa de inmigración irregular es una prioridad” y recomienda con vehemencia a los inmigrantes y temporeros en general que usen chalecos reflectantes si caminan por carreteras, algo habitual para salir y entrar de los asentamientos.
La Subdelegación del Gobierno, no obstante, maneja datos de población a la baja de los asentamientos. En está línea, la principal preocupación para el Gobierno es evitar los hurtos durante la campaña, tanto de maquinaria como de fresas. Además de disponer de vehículos todoterreno, el operativo de seguridad contará con apoyos concretos de la Escuadra de Caballería de Madrid, de efectivos de la Agrupación Rural de Seguridad y unidades aéreas con base en Sevilla.
En Lepe, sin embargo, se pueden contar hasta cinco grandes campamentos: Vía Verde, El Prado, Huerta Márquez, Cementerio y Hotel Portugal, con entre 550 y 600 personas según el mes. Es el municipio con mayor concentración. Cartaya también se destaca entre el resto de localidades, pero los asentamientos están más dispersos. El Ayuntamiento cartayero ha instado públicamente a los empresarios en vísperas del comienzo de la campaña a que prioricen la contratación de trabajadores locales. “Estamos facilitando a los empresarios agrícolas el contacto con desempleados locales que han dejado constancia en la bolsa de trabajadores agrícolas de su disposición a trabajar en la campaña”, avisa Lucía Rodríguez, concejal de Desarrollo Local del consistorio. Alberto Garrocho (Freshuelva) espera un aumento de “entre el 10 y el 15 por ciento” de mano de obra procedente de otras provincias andaluzas, sobre todo Sevilla y Cádiz. Malí y Senegal, principalmente, y Mauritania, Gambia, Guinea Conakry, Guinea Bissau, Nigeria, Marruecos y Rumanía son los países de procedencia de los temporeros extranjeros en la provincia de Huelva.
Para que haya empleo para todos, la campaña debe ser fructífera. El presidente de Freshuelva explica: “Hemos tenido los meses de diciembre y enero complicados. Después tuvimos un repunte de buen tiempo durante dos semanas y hemos producido una buena calidad de fruta”. “Como consecuencia de la humedad -advierte Garrocho- se puede pudrir mucha fruta y darse la circunstancia que cuando se inicie el consumo fuerte, no haya la fruta que se pide en los mercados”.
La actividad agrícola da trabajo en Huelva a alrededor de 75.000 personas. La provincia onubense es la primera productora mundial de fresa a partir de inicio del cultivo intensivo en los años sesenta con un 'boom' en los ochenta. La regulación en extranjería de 2000 motivó un giro en la contratación por los impedimentos que encontraron muchos foráneos para mantener una actividad que realizaban desde hacía varios años. Para muchos, éste es el verdadero origen de las amalgamas actuales de personas en campamentos considerados ilegales. Ante la falta de una solución efectiva, los desalojos están descartados. En Lepe, el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía iniciaron en 2005 la construcción de un albergue para dar acogida a estas personas. La infraestructura está terminada, pero sin inaugurar por la falta de entendimiento entre las administraciones desde hace año y medio. En los poblados chabolistas, las ONGs Cáritas, Cepaim, Cruz Roja y Huelva Acoge aportan comida y otros productos de primera necesidad, ropa, mantas y medicamentos.