Casi 30 incendios en diez años en una ciudad de inmigrantes de cartón y plástico
El 8 de abril de 2010, los servicios de emergencia fueron alertados de que estaban ardiendo una serie de chabolas en un asentamiento de inmigrantes de Lepe. Hasta ese momento, sólo algunas personas se habían percatado de que en torno al cementerio de la localidad se habían levantado una serie de chabolas de cartón y plástico en las que vivían los inmigrantes que no tenían casa en el pueblo.
Desde entonces, esas mismas chabolas han ardido en más o menos extensión en 27 ocasiones, la última la pasada madrugada, cuando sólo un milagro ha hecho que ninguna persona haya resultado herida o afectada por las llamas.
En cifras, son unas 300 personas desalojadas y 150 chabolas arrasadas. El primer aviso del siniestro se recibió sobre las 2.35, y se comunicaba la ocurrencia de un incendio en el asentamiento chabolista situado entre el cementerio y el estadio Ciudad de Lepe.
De inmediato, se trasladaron a la zona dos dotaciones de la Policía Local de Lepe junto a la Guardia Civil y efectivos sanitarios, que pudieron comprobar la veracidad de la llamada así como la virulencia y alcance que las llamas estaban tomando.
Ante tales circunstancias se procedió al desalojo de las personas que allí vivían, mientras trabajaban para sofocarlas efectivos de los parques de bomberos de Villablanca y de Punta Umbría.
Nadie sabe con exactitud cuántas personas viven en este asentamiento, que ha ido creciendo con el paso de los años, y fluctuando las campañas agrícolas en la que está ocupado.
Inicialmente, era ocupado de febrero a junio, el tiempo que multitud de personas acuden al pueblo para recoger sus fresas, un trabajo en el que la mano de obra local no se implica. Este año, de 19.000 empleos ofertados, los parados locales en Huelva que han pedido una de esas plazas no han llegado a las 1.000 solicitudes.
Ahora, la naranja, la nectarina o el arándano mantienen activos los campos de Lepe todo el año, y una población en el campamento que en invierno baja a las 250 personas aproximadamente, pero cuando crece la fresa supera las 1.000. Hay varios pueblos en la provincia de Huelva que no llegan a esa población.
Tal es el tamaño del campamento chabolista que en el municipio existen algún pequeño asentamiento más que pasa totalmente desapercibido.
En ese ambiente de pobreza máxima viven (sobre todo hombres mayores de edad) personas procedentes de distintos puntos de África sobre todo, aunque también de la Europa del Este se han sumado en los últimos meses.
Viven organizadores por barrios en el mismo asentamiento. Algunos trabajan en la recogida de la fruta o en pequeñas chapuzas en el pueblo. Muchos tienen documentación y son dados de alta legalmente, pero otros caen en manos de “empresarios” que les pagan una cantidad testimonial para que trabajen para ellos.
Se surten de lo que su sueldo les da después de mandar casi todo el dinero a sus familias. Algunos son médicos, ingenieros o arquitectos, y han convencido a su gente de que trabajan en hospitales o despachos, por lo que la mayoría no acepta ser grabados o fotografiados.
En el campamento se surten de agua de fuentes públicas, y cocinan sobre todo pasta y arroz. Lo hacen con sumo cuidado, porque varios incendios se han iniciado porque una ráfaga de viento se ha llevado las llamas al cartón en milésimas de segundo. De momento, no se sabe qué pasó la pasada madrugada para que todo ardiese.
Alojados de momento
El Ayuntamiento de Lepe ha gestionado el alojamiento de emergencia para los desalojados, una vez activado el protocolo municipal de emergencias para este tipo de siniestros.
El alcalde de la localidad, Juan Manuel González, ha explicado que el dispositivo se ha activado durante la madrugada, nada más conocerse la noticia, y a las personas desalojadas se las ubicado en distintas instalaciones del estadio, que no se está usando ya al haber terminado la pasada semana la liga de Tercera División en la que juega el equipo de la localidad, el CD San Roque.
Hasta allí se ha trasladado un equipo multidisciplinar que está atendiendo en sus necesidades básicas a las personas desalojadas, mientras que algunas han optado por pernoctar en algunas chabolas que han quedado en pie en el campamento.
La medida de acogida es temporal, y se mantendrá mientras los damnificados busquen otro alojamiento por su cuenta, aunque según la experiencia de sucesos anteriores similares es probable que durante la jornada de mañana ya quede desalojado el estadio.
Por su parte, la delegación de Huelva de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) y la Asociación de Nuevos Ciudadanos por la Interculturalidad (ASNUCI) reclaman a las administraciones locales, provinciales, regionales y estatales el establecimiento de medidas urgentes de alojamiento y alimentación, así como la facilitación de los trámites para la recuperación de la documentación perdida para los afectados.
Un alojamiento digno
“El alojamiento digno para las personas que residen en los asentamientos chabolistas tiene hoy, si cabe, una mayor importancia y urgencia, consideran las organizaciones, que demandan la intervención e implicación inmediata de las Administraciones competentes para que faciliten el alojamiento de las personas que han sufrido las devastadoras consecuencias del incendio”, señala la asociación en un comunicado, que pide “que se habiliten espacios públicos que reúnan las condiciones básicas para el acogimiento con duchas, camas, comedor, entre otros; exigimos que se faciliten los trámites para la recuperación de la documentación perdida y solicitamos colaboración para la obtención de bienes de primera necesidad”.
Al margen de las actuaciones urgentes, las organizaciones exigen la implicación real y efectiva de las Instituciones públicas para la reubicación habitacional estable de las personas asentadas, como medida previa a la erradicación del chabolismo.
“Es importante y necesario que se creen planes y medidas que tengan como objetivo establecer soluciones efectivas y duraderas y no medidas superficiales que tan sólo palien la situación de manera transitoria”, señalan desde Asnuci y APDHA.
Por ello, las asociaciones vuelven a reclamar derechos “para las personas que trabajan, cotizan, ofrecen su esfuerzo y forman parte del entramado productivo agrícola de nuestra provincia”.
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