Las izquierdas andaluzas exploran una coalición que deje “autonomía” a cada grupo para entrar o no en un gobierno con el PSOE
Para reconciliar a las izquierdas andaluzas, para lograr que los cuatro partidos del arco progresista se presenten juntos bajo una candidatura unitaria a las próximas elecciones autonómicas, un grupo de mediadores ha dibujado una hoja de ruta de diez propuestas que pasa, zigzagueante como un esquiador, rozando los puntos de más discordia entre ellos, pero sin llegar a tocarlos de lleno.
El sábado 8 de enero tuvo lugar en el Palacio de los Marqueses de la Algaba, en Sevilla, la primera reunión de los líderes de las cuatro formaciones políticas a la izquierda del PSOE andaluz: Toni Valero, de IU, y Martina Velarde, de Podemos, conforman ya un tándem bajo las siglas de Unidas Podemos por Andalucía; las otras dos eran Teresa Rodríguez, dirigente de Anticapitalistas que abandera la refundada Adelante Andalucía; y Esperanza Gómez, ex candidata de Más País Andalucía, la marca de Íñigo Errejón que acaba de integrarse en otra coalición de nuevo cuño: Andaluces Levantaos.
Los anfitriones de aquel encuentro, que ejercen de “mediadores”, fueron el histórico dirigente de IU y ex alcalde de Carmona, Sebastián Martín Recio, y el catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla, Francisco Sierra. No son los únicos que median en esta difícil tarea de reunificar a las izquierdas para evitar otro Gobierno de derechas, pero son los que obraron el reencuentro en aquella primera cita en Sevilla, de la que la prensa no dio cuenta hasta pasadas tres semanas.
Desde el pasado 8 de enero, los líderes de IU, Podemos, Adelante Andalucía y Andaluces Levantaos analizan un documento “de síntesis” que recopila una serie de compromisos y de renuncias para posibilitar una candidatura unitaria. La fórmula de convivencia que se propone es una especie de “juntos, pero no revueltos”, lo cual tiene difícil traducción en la práctica. La propuesta de los mediadores plantea dos escenarios de negociación: uno anterior a las elecciones andaluzas -el diseño de la candidatura unitaria- y otro justo después: la constitución, desarrollo y funcionamiento del grupo parlamentario resultante, en el que convivirán diputados de cuatro formaciones distintas.
Grupo en el Congreso y listas electorales
El primer escenario deja en el aire quién será el candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía, pero sí propone que cada dirigente de los cuatro partidos encabece la lista electoral en una provincia con posibilidades de salir. Por ejemplo, Teresa Rodríguez sería número 1 por Cádiz; Esperanza Gómez por Sevilla; Toni Valero por Málaga y Martina Velarde por Córdoba (cada dirigente sería cabeza de lista en su provincia de origen). El resto de candidaturas provinciales y el orden de prelación tendría que consensuarse, incorporando a independientes de reconocido prestigio y a personas vinculadas a movimientos sociales e instituciones públicas con proyección social.
El segundo escenario es el más novedoso de la propuesta que hacen los mediadores, pero también el que más dudas ha generado entre los cuatro partidos. Tras las elecciones, se constituiría un grupo parlamentario en el que no exista una disciplina de voto en sentido estricto. Es decir, los cuatro partidos habrían pactado previamente un programa electoral común que garantizase la acción unitaria y coordinada en sus iniciativas parlamentarias. Pero la unidad de voto se acabaría ahí. Los diputados podrían preservar su autonomía política y votar diferente en todas aquellas cuestiones sobrevenidas y ajenas al programa electoral.
El reglamento interno de la coalición y del grupo parlamentario resultante incluiría ese margen de posicionamiento y acción autónoma para aquellos temas no contemplados en un programa de Gobierno para Andalucía. Por ejemplo, en asuntos de actualidad como la intervención militar de España en Ucrania, o la reforma laboral del Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos: unos diputados podrían votar a favor y otros en contra.
Es un planteamiento teórico “innovador”, dicen sus autores, aunque su traslación a la realidad política actual se antoja bastante difícil. Las discrepancias internas son, precisamente, lo que dinamitó el grupo Adelante Andalucía. Lo que provocó que IU y Podemos expulsaran a Teresa Rodríguez y otros 10 diputados díscolos a la bancada de no adscritos, acusándolos de “tránsfugas”. La restitución de estos parlamentarios a su grupo, junto con todos sus poderes políticos, es una condición sine qua non de Adelante Andalucía para seguir negociando cualquier tipo de acuerdo.
La propuesta de síntesis también plantea la posibilidad de crear diferentes portavocías en el grupo parlamentario, según temáticas consensuadas, o bien portavoces rotatorios, como sucede en el grupo confederal de Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados.
Pactar las discrepancias
Los cuatro partidos de izquierdas ya comparten cuestiones básicas de carácter ideológico: hay una alta coincidencia en sus programas políticos, en sus propuestas, en sus reivindicaciones, en los vínculos que mantienen con los movimientos sociales; comparten un mismo diagnóstico sobre la situación actual de Andalucía, comparten el objetivo de evitar un gobierno de derechas sustentado o aliado con la extrema derecha.
Los mediadores plantean, además, la necesidad de crear un grupo parlamentario plural, de obediencia exclusivamente andaluza y no dependiente de las direcciones nacionales de sus respectivos partidos. Un modelo similar al de En Comú Podem o al de Compromis, con autonomía política y grupo propio en el Congreso, en un ámbito político federal-confederal.
Lo más novedoso y a la vez complejo del documento de síntesis es que también se pactarían las discrepancias que enfrentan a los cuatro partidos, naturalizándolas como parte del funcionamiento de la coalición y del grupo parlamentario. Y la mayor discrepancia en el seno de las izquierdas es la posibilidad de formar una coalición de Gobierno con el PSOE andaluz.
En este caso, cada subgrupo dentro del grupo parlamentario tendría margen de autonomía para decidir si forma parte o no de un Ejecutivo con los socialistas, si el bloque de izquierdas suma más que la alianza PP, Ciudadanos y Vox. Es de suponer que los diputados anticapitalistas de Teresa Rodríguez se quedarían fuera de ese Gobierno, porque rechazan categóricamente esta posibilidad. Es más, esta mera hipótesis es una de las causas de la ruptura de Adelante Andalucía.
Los socios fundadores -Podemos e IU-, previa consulta a sus bases, defendieron el pacto entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para constituir el actual Gobierno de coalición en España. Poco después, Teresa Rodríguez abandonó Podemos, facilitó la entrada de Anticapitalistas en Adelante Andalucía y aprobó por mayoría un documento político que vetaba cualquier posible acuerdo de gobierno con los socialistas.
La fórmula de los mediadores permitiría a los de Rodríguez votar la investidura de un presidente socialista y quedarse fuera del Ejecutivo. Pero previamente habrían firmado un compromiso de estabilidad con el resto de fuerzas de izquierdas, basado en un programa común de gobierno, con capacidad para fiscalizar su cumplimiento íntegro desde una doble condición de aliado externo y oposición. Ese pacto de estabilidad tendría que anteponer las coincidencias programáticas de un Gobierno progresista frente a la alternativa de un Ejecutivo conservador.
Financiación y coordinación con agentes sociales
En cuanto al problema de cómo distribuir los fondos de financiación del grupo parlamentario entre los cuatro subpartidos que lo componen, se baraja dividir el presupuesto asignado en cuatro partes: una cuantía básica para el funcionamiento general del propio grupo, por ejemplo, el 50% de los recursos asignados; otra cuantía se dividiría a partes iguales entre las cuatro formaciones para que desempeñen sus propias actuaciones; una tercera cuantía adicional para cada subgrupo, que variaría en función del número de diputados con representación en la Cámara; y una última cantidad según programas de actuación acordados.
Esta última partida introduce la novedad de “trabajar por proyectos”, para lo cual el grupo parlamentario tendría que constituir una mesa de coordinación política y social en la que participen los agentes sociales que hayan colaborado en la redacción del programa electoral. Esta parte del documento trasciende los límites de los propios partidos políticos que integran la coalición. Es decir, no bastaría con que la coalición asuma las propuestas de los movimientos sociales, como ya hacen casi todas las formaciones. Habría que dar un paso más y coordinar con ellos la acción parlamentaria y el orden de prioridad en las políticas que exigirían al Gobierno de turno. Esta idea no es nueva: emana directamente del esquema original de Julio Anguita para la creación de Izquierda Unida Convocatoria para Andalucía.
La propuesta de los mediadores es un documento abierto a la negociación, pero acotado en el tiempo: se fija como horizonte para sellar el acuerdo de candidatura unitaria el próximo 28 de febrero, día de Andalucía. Para entonces, los cuatro partidos tendrían que haber pactado un comunicado único, comparecer juntos ante la prensa, iniciar una ronda de contactos con movimientos sociales y plataformas por toda Andalucía y planificar la precampaña y la campaña electoral.
Los comicios no están convocados aún, aunque el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, baraja los meses de junio u octubre. Del resultado de la negociación de las cuatro izquierdas andaluzas dependerá, en gran medida, la mayor o menor implicación de la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, en las elecciones de Andalucía. Díaz sigue la evolución de estos contactos a través de intermediarios, y espera que cuaje algo parecido a ese “frente amplio” que ella misma promociona en el conjunto de España, pero a más largo plazo.
Preguntas en el aire
La dificultad de entendimiento entre las izquierdas de Andalucía no está en las cosas de las que, dicen, “es necesario hablar” (la vocación por lo público, la sanidad, la educación, el empleo, la dependencia...) sino en las cosas que, dicen, no les gusta hablar o “no le interesa a la gente”: sus problemas internos. La rivalidad personal entre sus dirigentes, el desgarro interno de la última coalición entusiasta que formaron hace tres años -Adelante Andalucía-, que logró menos escaños (17) de los que tenían por separado (20), y que terminó en una bronca monumental, con la expulsión de 11 de sus 17 diputados acusados de “tránsfugas”, y un recurso ante el Tribunal Constitucional.
El conflicto que deben superar las izquierdas para constituir un bloque que plante cara al auge de las derechas en Andalucía está en cosas más prosaicas que las políticas de sanidad, de educación, de dependencia, de igualdad de género o de medioambiente. Y sin embargo, fundamentales para conformar una candidatura unitaria: ¿Cuál será la fórmula orgánica que reunifique a las cuatro izquierdas: un partido político, una coalición electoral? ¿Cómo se llamará el nuevo sujeto? ¿Vale alguno de los nombres que ya tienen registrados? ¿Quién mandará sobre las cuatro izquierdas una vez se hayan unido? ¿Quién será el candidato a la presidencia de la Junta? ¿Quién encabezará las listas electorales en las ocho provincias y cómo se repartirán las izquierdas los principales puestos de salida? ¿Quién presidirá el grupo parlamentario que se conforme tras los comicios? ¿Quién será el portavoz o los portavoces? ¿Qué relación tendrá este sujeto político andaluz con las fuerzas estatales con las que están hermanadas sus miembros: Unidas Podemos, Anticapitalistas? ¿Esta candidatura unitaria y su proyecto político se agotará en las elecciones andaluzas o se mantendrá en las generales? ¿La nueva coalición será la marca de Unidas Podemos en Andalucía para las generales?
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