Joaquín Sabina: “Desde hace veinte años, Cádiz es mi segunda patria”
“Que tengo ya 70 tacos”, le explica nada más alunizar en el carnaval de Cádiz Joaquín Sabina al alcalde de la ciudad, José María González. “Ya quisiera llegar a tu edad con ese porte”, le replica Kichi, que es como llaman todos al regidor gaditano, evocando sus tiempos de comparsista: “El alcalde es el mejor chirigotero”, le elogia Sabina entre risas.
Elegido como pregonero de la fiesta más canalla del sur, Sabina intentará reparar el desafuero que supuso que en la canción del pirata cojo, él asegurara que quería ser banderillero en Cádiz, cuando en ella apenas hay artífices de dicha suerte taurina y en cambio abundan los chirigoteros: “Es verdad que en Cádiz no hay ni plaza de toros y hay un montón de chirigotas”.
“En cuanto a la chirigota tengo que contar que un día, Alejandro Sanz, me parece que fue, me puso en casa una chirigota de los Yesterday y me pareció una cosa de lo más fantástico que he oído en mi vida. Les llamé a lo que quedaba con ellos y hay una versión del himno del Atleti, cantada por una chirigota de Cádiz y fue muy divertido porque además inventaron al final algo que era más de ellos que mío y es que hacía la música chan, tachán, tachán, y hacían ellos gol…uy…!
Lo del himno de su equipo favorito le ha dado para mucho desde que lo compuso: “Ja, ja, ja, ja... vamos a ver, el Atleti es un equipo tan glorioso que ha sobrevivido al doctor Cabeza y a Jesús Gil, eh”.
¿Y a tu himno?, le recochineo.
“Ja,ja,ja, ja también va a sobrevivir a mi himno; los hijo putas de otros equipos, cuando voy por la calle, en lugar de cantar otras partes de mi himno, me dicen: qué manera de palmar!!! Ja, ja, ja”-
Ante un eventual evento de los colchoneros con el Cádiz, Sabina se decanta: “Siempre estaré con el más débil”.
Es nuevo en el carnaval, lo confesó, pero no nuevo en Cádiz: “Desde hace ya casi veinte años que Cádiz es mi segunda patria y casi mi primera patria chica, porque mi patria grande es Madrid. En Cádiz y en todo su entorno, he encontrado a una gente muy hospitalaria, radicalmente democrática por abajo, un pueblo con la cultura popular más viva que he visto nunca en España. Es verdad que en Andalucía el flamenco está muy vivo, pero es verdad que lo que ví en el Falla, como decía Kichi, es que no había cuarta pared; el público era como si estuviera en el escenario y la gente del escenario como si fuera puro público. Les vi con una suavidad, un sentido del arte, de las preguntas y las respuestas, un sentido de la crítica y de la parodia y unas voces tan afinadas, tan ensayadas y tan hermosas, era una alucinación en ese teatro maravilloso. Yo, hace mucho que no tengo motivos para quitarme el sombrero, pero hoy los tengo para quitármelo aquí”.
En el salón de plenos del Ayuntamiento gaditano, a mediodía de ayer, Sabina se hacía ver a dos días del pregón que abrirá los carnavales. Junto al pregonero infantil, el poeta Javier Vela y el Dios Momo, Antonio Rivas, Sabina entonó su particular laudatio gaditana: “Hace muchos años que queríamos ver más a nuestros amigos más a menudo, a Felipe Benítez Reyes y entonces Luis y Almudena se compraron una casita en Rota y vinieron Benjamín y su familia, y luego yo. Ahí pasamos los veranos, venimos a Cádiz en el vaporcito maravilloso que recorre la Bahía. Poco a poco vamos a ir echando a los gringos de la Base, aunque no sería muy popular decir esto en Cádiz porque los gringos dan muchos puestos de trabajo”.
En su pregón, anuncia, habrá sorpresas de toda índole. No en balde, lleva más de un mes preparándolo: “Como sabe mi gente, el pregón me importa mucho más que algunos conciertos”.
“Voy a aprender mucho viendo cómo de la vida y de la calle, salen coplas maravillosas, pasodobles, cuplés y popurrís. No conozco un pueblo y conozco muchos donde la cultura popular esté tan viva y la gente tenga una relación tan democrática con el poder”.
Poco antes de echarse a las calles gaditanas y maldecir entre risas la invención del selfie, Sabina se lo confirmó a los periodistas: “Me parece que aquí hay una cultura popular tan viva, tan democrática, tan ciudadana que el que viene de fuera se queda sorprendido y conmovido. Se nota en el Falla, en las calles, en Cádiz. Cada mes de agosto venimos a Rota, primero por amistad y luego se agrandó a todo Cádiz. Uno de los sitios más privilegiados, no sólo por su estructura urbana sino fundamentalmente por su gente”.
Asegura, aunque no sea cierto, que al pregón irá disfrazado de Jesulín de Ubrique, cuya intervención en el mismo oficio sigue siendo recordada como un fiasco. Frente a ello, Sabina ha urdido un espectáculo con “muchas sorpresas, amigos míos, cantantes o poetas, algunos versos divertidos”.
“Lo único que quiero es ir por la calle y que me digan picha. El pregón es todo en verso, incluida las presentaciones de mis amigos. Ya digo en verso que de Cádiz he aprendido mucho, del clima, pero sobre todo del clima espiritual. Desde el punto de vista del oficio, me impresiona la increíble afinación que tienen los chirigoteros, las comparsas, el modo cómo lo viven, muy teatral pero por eso sabiendo que lo están viviendo. Si me da tiempo hay una canción mía que voy a ver si lo puedo hacer con una chirigota, al mismo tiempo, todo el mundo.
Desde que le cambió las frases finales al “Pongamos que hablo de Madrid” y desistiera del “que me lleven al sur donde nací”, alguien puso en duda que Joaquín siguiera ejerciendo como andaluz, pero él lo desmintió de plano con el discurso en verso que pronunció cuando lo hicieron hijo predilecto de Andalucía.
“Durante años, cuando lo cantaba en Andalucía, me pegaban unas pitadas tremendas; mira yo decía que me lleven al sur donde nací, aquí no queda sitio para nadie. Debo aclarar, primero, que si me muero, que no me lleven a ningún sitio, que me dejen donde esté; segundo, que no me quiero morir; tercero, había gran demagogia en que me lleven al sur donde nací y también en aquí no queda sitio para nadie puesto que estás hablando de una ciudad que cuando yo dije aquí no hay sitio para nadie, no me había hecho sitio, pero con sólo decirlo, me dio un lugar. Alguna vez haré la canción de Cádiz o de Andalucía, porque el único himno autonómico que yo conozco que habla de la humanidad es el andaluz, ¿no? creo que dice: Viva Andalucía libre, España y para la Humanidad”.
En pleno 28 de febrero, su infancia siguen siendo recuerdos de Ubeda, de un huerto claro y de un cuartel: “Mi infancia era un cuartel, una campana y el babi de los padres salesianos y el rosario ocho lunes por semana y los sábados, otra de romanos, pero sí, eso era en Úbeda, los salesianos eran de Úbeda, la campana era de la Iglesia de San Pablo y el babi, era el babi que llevábamos los de pago, porque los gratuitos llevaban un babero; así que yo tenía un amigo que vivía en la casa de al lado, pero yo era de pago y mi amigo era gratuito y no nos dejaban jugar juntos en el recreo y teníamos que entrar por puertas distintas. Así eran los padres salesianos. Pero el cuartel no era el colegio, el cuartel era la vida entera. El cuartel era el franquismo, todo el mundo daba órdenes. El padre, la madre, el municipio, el sindicato, los curas.... Yo siempre he dicho, me habrás oído contar muchas veces, que no tengo la menor nostalgia de la infancia, que no entiendo eso que leo en todos los escritores y en todos los cantantes de que la infancia es el paraíso. Para mí, era un lugar de dónde escapar y no me refiero a Andalucía, me refiero a la infancia, de dónde huir de esa grisura, de esa cosa terrible que había. El mejor regalo que me hicieron en mi vida fue una llave, la llave de la primera pensión que tuve en Granada, ¿no? para poder volver cuando quería y cuando podía.... El cuartel era el franquismo, eran los años de la caverna”.
P.: Tu padre, Jerónimo Martínez, era un policía, pero era un policía curioso, al que le gustaban los poemas y que, según dicen, se sabía mejor a San Juan de la Cruz que el código penal. ¿Él te contagió la afición por la poesía o la aversión hacia la policía?
R.: Bueno, la aversión y hacia la policía me la contagió el clima de la época. Mi padre me contagió la afición a la poesía, a los toros y a una actitud ante la vida. Yo me considero un poco del cuerpo diplomático. Y mi padre que estaba en un cuerpo que no era nada diplomático, sin embargo era un hombre bueno, que trataba de hacer las cosas bien. En las novelas de Antonio Muñoz Molina, aparece el subcomisario Florencio Pérez y ese personaje está más o menos inspirado en mi padre. Antonio Muñoz Molina lo pone incluso mejor de lo que era, porque él daba esa imagen de hombre bueno.
P.: Creo que aparecía en El Jinete Polaco. Pero vamos supongo que nunca se enfrentaría a un psicópata como el del inspector sin nombre de la novela Plenilunio, también de Muñoz Molina.
R.: Al único psicópata al que se enfrentó mi padre fue a mí.
La escena de la canción Medias Negras transcurre, en su versión definitiva, en la estación Linares – Baeza, que era el lugar donde seguramente veía pasar aquellos trenes que iban hacia el norte: “Primero, veía pasar los trenes porque era algo que hacíamos los golfos del pueblo que no teníamos coche, pero había un tranvía y nos montábamos y nos tomábamos un coñac en la estación Linares – Baeza con 14 ó 15 años y veíamos pasar pues eso, fantásticos trenes, donde veíamos caras en las ventanas que nos parecían muy cosmopolitas y que iban hacia el Norte y el norte pues era Madrid, Europa, el mundo, ¿no? Y luego fue también cuando yo cogí uno de esos trenes, cuando me escapé a Londres, pero antes me escapaba a Granada, a Barcelona, o a sitios así, ¿no? Para mí, es un lugar absolutamente mítico”.
Ahora, mientras preparan una biopic sobre su biografía, también Fernando León de Aranoa se enfrenta a la producción de un documental sobre su figura, que probablemente también rememore aquellos días juveniles en que Sabina se debatía entre las canciones del Dúo Dinámico y las de Atahualpa Yupanqui: “Yo tenía una guitarra desde los 14 años, las canciones que cantaba, eran canciones del Dúo Dinámico y cosas así. De hecho, ahora cuando me indigno como todo vejestorio, con lo que se oye, con las Operaciones Triunfo y tal, pienso: Oiga usted, que usted con 14 años, cantaba por el Dúo Dinámico, así que todo no es tan grave, es decir, yo cantaba todo ese tipo de tonterías hasta que oí una vez otro tipo de canciones. Primero, fueron las Preguntitas a Dios de Atahualpa Yupanqui y luego, en Granada, ya a Paco Ibáñez, y a partir de ahí, los Beatles, Los Rollings, Dylan y todo lo que hiciera falta. Naturalmente, tuve un grupo musical. Y se llamaba Merry Youngs ”Los Jóvenes Alegres“. Era una época pre-industrial, porque yo recuerdo muy bien que la guitarra eléctrica que teníamos era una que le habíamos puesto una pastilla; una guitarra normal pero con pastilla. ¿Tú eres más joven, pero algo de eso has visto, no?”.