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El Supremo amplía la investigación de los correos de la pareja de Ayuso
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Opinión - Lobato, en su laberinto. Por Esther Palomera

Lobato, en su laberinto

Juan Lobato exhibe el correo en la mañana del 14 de marzo de 2024 en la Asamblea frente a Ayuso
25 de noviembre de 2024 22:19 h

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Bienvenidos al socialismo madrileño. La federación de los líos, las crisis internas, las mesas camillas, las luchas cainitas, los caídos en desgracia, las traiciones, las componendas orgánicas… Todo menos ganar elecciones desde que perdieron el gobierno regional allá por el 1995 del siglo pasado. El último incendio tiene como protagonista a Juan Lobato. El mismísimo secretario general ha sido llamado a declarar ante el Supremo como testigo, después de que el diario Abc publicase este lunes una información en la que se atribuye a Moncloa la filtración de un documento secreto del novio de Ayuso y “en la que trató de implicar” al aún líder de los socialistas madrileños. 

El aún es importante porque en la federación más convulsa del PSOE hace meses que se conoce la intención de Ferraz de promover el relevo de Lobato como candidato a la Comunidad de Madrid y también que el favorito de la dirección, como adelantó elDiario.es el pasado 16 de noviembre, es Óscar López, ministro para la Transformación Digital y la Función Pública. No se pierdan el dato ni la fecha porque es clave para desentrañar las presuntas intenciones de Lobato.

Y es que ahí puede estar la motivación política de la decisión de plantarse ante un notario para dar fe de una conversación de WhatsApp mantenida el pasado 14 de marzo con Pilar Sánchez Acera, quien en ese momento era la jefa de Gabinete de López, entonces director de Gabinete de Pedro Sánchez, y que supuestamente trató de convencerlo de que utilizara un correo enviado por el abogado de Ayuso a la Fiscalía en la sesión de control al gobierno regional que se iba a celebrar ese mismo día.

Esa misma mañana varios medios habían publicado que la defensa de Alberto González Amador había enviado un escrito al Ministerio Fiscal para reconocer que había cometido dos delitos fiscales y así lograr una rebaja de la pena que no le obligara a entrar en prisión. El mail en cuestión desmentía un bulo difundido por el jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, y publicado por varios medios sin la más mínima comprobación, según el cual fue la Fiscalía quien había ofrecido un acuerdo a la pareja de Ayuso y que, luego, habría retirado “por órdenes de arriba”, en referencia al Fiscal General del Estado. Pero de eso ya nadie habla. 

Ya dice el refrán que cuando el dedo apunta al cielo, el tonto mira al dedo. Y el caso del novio de Ayuso se ha convertido, por obra y gracia de la factoría MAR, en el caso del FGE y, quién sabe, si en el caso Sánchez porque es el argumento que ya utiliza la derecha gracias a la astracanada de Juan Lobato de acudir a un notario con los mensajes de Sánchez Acera, que también es miembro de su propia dirección regional.

En la federación socialista más convulsa de España se da por hecho que Lobato acudió al notario “pensando que así tendría un blindaje” frente al federal en el momento en el que se abriera el proceso de primarias para la secretaría general de Madrid y que lo que ha acabado es metido en un laberinto en el que apunta sobre La Moncloa en la investigación que el Supremo mantiene abierta contra el Fiscal General del Estado por el documento que acredita el reconocimiento de los delitos del novio de Ayuso y el pacto que ofreció al Ministerio Fiscal.

La versión de Lobato es que quiso dejar constancia de los mensajes intercambiados después de que se conociera que la justicia estaba investigando la filtración del correo electrónico; sin embargo, acudió a la notaría a principios de noviembre, ocho meses después de que la polémica saltara a los medios de comunicación y tras un mes desde que fue imputado por el Supremo Álvaro García Ortiz. Añade que “quería dejar registrado que ni a mí ni a Pilar Sánchez Acera nos llega ninguna información por parte de la Fiscalía, sino que ya la tenían los medios de comunicación. En época de bulos es útil dejar acreditada la realidad de los hechos”.

No explica, eso sí, por qué no informó a Sánchez Acera de su visita al notario si lo que pretendía era eximir también a la jefa de gabinete de López, como a él mismo, de cualquier responsabilidad sobre la procedencia del mail. Solo lo hizo la noche del pasado domingo, cuando se conoció la información de Abc, en la que por cierto se dice que Lobato se negó a usar el documento en su habitual cara a cara con Ayuso, una afirmación que se cae por su propio peso con solo revisar la videoteca de la Asamblea de Madrid del 14 de marzo, donde se ve con claridad cómo el líder del PSOE-M  blande el documento en cuestión.

Más allá de la derivada jurídica y lo que aporte o no a la investigación abierta por el Supremo, la actuación de Lobato que, según varias voces del socialismo madrileño, habría estado auspiciada y monitorizada por su padre, un histórico del socialismo madrileño del mismo nombre que, al parecer, le recomendó también el nombre del notario al que debía recurrir. Sea como fuere, Lobato se ha granjeado la animadversión de gran parte de su federación, que este lunes bullía contra su secretario general y pedía que no acudiese al Congreso Federal de Sevilla encabezando la delegación madrileña. Se da la circunstancia de que el todavía líder de los socialistas madrileños declarará como testigo en el Supremo horas antes de viajar a la capital hispalense para participar en el cónclave del PSOE. 

Cuadros y militantes no dan crédito al embrollo en el que el propio Lobato se ha metido y ya avisan de que, de no haberse modificado los Estatutos del partido en 2017 tras el cainita Comité Federal del 1 de octubre de 2016 en el que Sánchez se vio obligado a dimitir, la mitad más uno de la Ejecutiva regional habría renunciado este lunes al cargo para forzar la dimisión de Lobato y la creación de una gestora. En todo caso, el proceso de primarias para elegir secretario general arranca el próximo 7 de diciembre, por lo que los tiempos tampoco hubieran cambiado tanto. 

Lo que viene, si es que Lobato no dimite antes como le piden algunos cuadros del partido por “traidor y desleal”, será una nueva guerra fratricida en lo que en otro tiempo se llamó la Federación Socialista Madrileña que, dicho sea de paso, no conoce el éxito, ni la unidad, ni la paz orgánica desde los tiempos en los que se forzó la dimisión de Alonso Puerta como secretario general y le sustituyó Joaquín Leguina, quien arreglaba las peleas internas con el reparto de poder entre las distintas familias en la llamada mesa camilla. Pero de eso hace tantos años que aún quedarían cinco para que naciera Juan Lobato, quien hoy tiene más difícil aún que ayer la reelección. De eso nadie tiene duda alguna.

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