La vida política de Hong Kong ha vivido días intensos recientemente. El domingo 26 de marzo tuvieron lugar las elecciones al jefe del Ejecutivo, donde la candidata “puesta a dedo” por Pekín, Carrie Lam, obtuvo el apoyo mayoritario del selecto comité encargado de la votación, convirtiéndose en la nueva jefa de Gobierno.
Horas después de conocerse los resultados, el lunes 27 los fundadores del movimiento ‘Occupy Central with Love and Peace’ Kin-Man Chan y Benny Tai eran detenidos para ser procesados judicialmente.
Los acontecimientos coincidieron con la visita del activista pro-democracia y Catedrático en Teoría Política Joseph Cheng a Sevilla, invitado por el Máster en Comunicación y Cultura de la Universidad de Sevilla para ofrecer diversas charlas sobre el desarrollo de la sociedad civil en China y los desafíos a los que se enfrenta el movimiento pro-democracia en Hong Kong.
¿Cómo valora los resultados de las elecciones en Hong Kong? ¿Cuál ha sido la influencia de Pekín en el proceso electoral?
La victoria de Carrie Lam era bastante predecible. El comité electoral está dominado por líderes pro-Pekín y grandes empresarios, en un sistema diseñado por Pekín. Las autoridades chinas decidieron dejar de apoyar a C.Y. Leung (antiguo jefe Ejecutivo) y respaldar a Carrie Lam con la intención de que ganara con un amplio margen.
Dejaron de apoyar a Leung fundamentalmente porque resultó ser muy impopular, no sólo entre la gente de Hong Kong sino entre el sector favorable a Pekín. Por supuesto, Leung alegó razones familiares, pero nadie cree a los políticos cuando se retiran por “razones familiares”.
¿Cuenta Carrie Lam con el apoyo de la población? ¿Cuáles son las principales medidas que acometerá como jefa del Ejecutivo?
Antes de las elecciones, Carrie Lam daba una imagen de funcionaria muy competente, un poco cruel, un poco arrogante, pero eficaz. Sin embargo, cuando se declaró candidata, dejó claro que continuaría con el programa político de C.Y. Leung. Esto, unido a que era la candidata elegida a dedo por Pekín, la hizo muy impopular.
Cuando era Secretaria Jefa de la Administración se negó a introducir un sistema de pensiones. Esto era un claro indicador de que adoptaría una política fiscal muy conservadora y con limitaciones en los servicios sociales.
¿Cómo espera que sea Hong Kong los próximos cinco años bajo el mandato de Carrie Lam?
Una política continuista con énfasis en la economía. En Pekín creen que cuando la economía marcha bien la gente está más satisfecha, descienden las tasas de criminalidad, etc. Por supuesto, no se espera que Carrie Lam acometa reformas políticas porque no está interesada en establecer un diálogo constructivo con el sector pro-democracia.
Y casi con total seguridad Lam impulsará el artículo 23 de la legislación (Basic Law). Esta es una de las mayores preocupaciones de la gente de Hong Kong, ya el artículo 23 está diseñado para reprimir cualquier acto contra el Gobierno. Será una herramienta muy útil para la represión política.
En este contexto de las elecciones en Hong Kong…
(Interrumpe) ¿Elecciones o “selecciones”? (Ríe). Más bien podríamos hablar de “selecciones”.
Kin-Man Chan y Benny Tai serán procesados judicialmente. Se enfrentan a penas de cárcel. ¿Cuál es su relación con ellos?
He trabajado muy estrechamente con ellos. Durante la campaña de ocupación yo era el responsable de entablar conversaciones con el Gobierno. Y a día de hoy sigo trabajando con Kin-Man Chan para recaudar donaciones para el Fondo Social de Defensa Jurídica que creamos juntos para para cubrir las costas judiciales de los diputados hongkoneses actualmente vetados por Pekín.
También trabajé con Benny Tai en la consulta no oficial que llevamos a cabo en 2014 para que, aunque la gente de Hong Kong no tuviera derecho a voto, al menos pudiera expresar sus preferencias.
Una de las grandes dificultades para Tai y Chan es que son académicos. Esto quiere decir que, si son declarados culpables y van a prisión, serán despedidos de la universidad y no podrán volver a dar clase.
Pero usted también es un académico.
Pero para mí es más fácil retirarme antes de tiempo porque soy viejo, ¡tengo 67 años ahora! (ríe). Pero claro, para mis colegas la presión es mucho mayor porque son profesores jóvenes, tienen que pagar una hipoteca, tienen niños…
Usted fue degradado en la Universidad.
Fue algo diseñado para avergonzarme y hacerme la vida más difícil.
¿Ha tenido oportunidad de hablar con el señor Chang?
Sí. Somos íntimos amigos y hemos estado hablando.
¿Cómo se encuentran él y el señor Tai?
Estaban psicológicamente bastante preparados para esto. Entienden que cuando comenzaron la campaña de ‘Occupy Central’ corrían el riesgo de ser procesados criminalmente e ir a prisión. Pero sí es cierto que como no había ocurrido nada desde 2014 hasta el pasado lunes les ha sorprendido.
Deben acudir al tribunal el próximo jueves. ¿Qué cree que ocurrirá? Si son condenados, ¿cree que el caso de Chan y Tai pretende ser ejemplificante?
Perseguir activistas, mandarlos a prisión y tener antecedentes criminales sin duda será un freno importante para otros activistas. Es una estrategia diseñada para demostrar que, si vas contra las autoridades, tu vida puede ser muy difícil. Si son declarados culpables, sin duda mantendrá a la gente a raya.
¿Ha recibido presiones o amenazas?
(Ríe). Sí… De hecho, fui arrestado el primer día de la ocupación.
¿Cuál es el papel de la comunidad internacional? ¿Qué espera de ella? ¿Cree que intervendrá a favor de los activistas?
Entendemos que es difícil persuadir a los Gobiernos para que los defiendan porque tienen que preocuparse del comercio, de las inversiones, del turismo... España estuvo durante el régimen de Franco durante muchas décadas, por lo que podéis entender los problemas de vivir bajo un régimen autoritario. Sabemos que, al final, tenemos que luchar nuestras propias batallas.
Pero el apoyo moral de la comunidad internacional y de la sociedad civil de otros países al movimiento pro-democracia en Hong Kong es muy importante porque hoy, con la globalización, compartimos unos valores universales, tenemos los mismos ideales. Es importante demostrar que en Hong Kong, un lugar económicamente muy próspero, la gente merece tener sus derechos políticos básicos, su dignidad. Y buscar el apoyo y el entendimiento de países como España.