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Juan Espadas resetea el PSOE andaluz y se descarga de la “herencia recibida” de sus predecesores

Daniel Cela

26 de febrero de 2022 06:00 h

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Juan Espadas (Sevilla, 55 años) ha heredado la federación socialista más numerosa de España, con 37 años de Gobierno a sus espaldas y tres en la oposición. Pero está a punto de reinventarse un PSOE andaluz desde cero, que llegue a las próximas elecciones sin la “herencia recibida”, esa mochila de piedras que le carga el presidente Juan Manuel Moreno para inmovilizar toda su acción política. “Un partido político no son unas siglas: cambian las personas, cambia el proyecto”, explican fuentes socialistas próximas al secretario general, seguras de haber dado finalmente con la tecla.

Al PSOE andaluz le faltaba un relato político sobre el PSOE andaluz. Un discurso desacomplejado para rebatir los martillazos de PP, Ciudadanos y Vox que han silenciado su labor de oposición en esta legislatura. “¿Qué van a prometer ustedes en las próximas elecciones que no hayan prometido ya? ¿Por qué no lo hicieron durante las casi cuatro décadas que gobernaron Andalucía? Ustedes no tienen credibilidad para criticar la gestión sanitaria, porque la dejaron destrozada tras 37 años de gobierno”, vienen escuchando desde diciembre de 2018.

La fórmula mágica es ésta: “Los partidos los gobiernan las personas. Y este proyecto político socialista, con sus propuestas y prioridades, no tiene nada que ver con el de sus predecesores”, argumenta la nueva ejecutiva. Este camino -que en términos freudianos se conoce como matar al padre- conduce inevitablemente hacia la autocrítica, la autoexpiación y la catarsis. Espadas se lo ha explicado así a los suyos: “Que me dejen demostrar que este PSOE andaluz no es el mismo de siempre, como el de Pedro Sánchez no es el de Zapatero”.

Errores y debilidades

El “nuevo” PSOE andaluz lleva 10 meses “en construcción”, desde que el ex alcalde de Sevilla sucedió a Susana Díaz al frente de la secretaría general. Su nueva ejecutiva, con 60 miembros, está llena de alcaldes y de colaboradores heredados de su etapa en el Ayuntamiento hispalense. También ha heredado a los susanistas en el grupo parlamentario, muchos de ellos miembros del último Ejecutivo de Díaz. En esta “reconstrucción” del partido, todavía no se percibe una mano de obra coordinada.

Las nuevas dirigentes corren mucho, y en soledad, apremiadas por el riesgo de un adelanto electoral; los viejos dirigentes apenas se mueven, porque están de retirada. Lo nuevo y lo viejo se mezcla en un grupo parlamentario de 33 diputados que, en estos tres años, “ha hecho una oposición muy light”, permitiendo que el Gobierno de PP y Ciudadanos se haya consolidado “sin apenas proyecto ni agenda legislativa”.

La nueva dirección del PSOE ha empezado a desmarcarse de “los errores” que cometieron sus predecesores y por los que perdieron el poder. “Moreno es un líder mediocre. Si se está dando por hecho que va a ganar, lo atribuyo a nuestra debilidad, no al mérito de nuestro adversario”, asegura un miembro de la ejecutiva. Espadas ha empezado a sacar piedras de esa mochila heredada de sus antecesores. “Hemos gobernado 37 años, con legislaturas mejores, en las que llegamos a aprobar 45 leyes, y con otras peores”.

Revisionismo crítico

El revisionismo crítico del equipo de Espadas abarca los últimos 13 años, desde la crisis financiera de 2008, cuando socialistas acometieron los mayores recortes a los servicios públicos -sanidad, educación, etc- empujados por las políticas de contención fiscal impuestas por Bruselas y el Ejecutivo de Mariano Rajoy. La enmienda al pasado que hace el nuevo líder del PSOE andaluz no se limita a los últimos tres años de Gobierno de Susana Díaz -“cuando contábamos a los que se manifestaban en las calles por nuestra gestión sanitaria y decíamos que no eran tantos”-; ni a los tres de “oposición light” al Ejecutivo de Moreno.

“En los primeros 20 años de gobierno, el PSOE ganaba sin bajarse del autobús. Los diez últimos años, la crisis financiera y la gestión nos ha llevado a peor”, recuerdan las fuentes socialistas consultadas, citando “todos los casos” [de corrupción] que salpicaron a Ejecutivos de Manuel Chaves y José Antonio Griñán. “Los últimos años del PSOE no han sido los mejores en iniciativa política”, concluyen en referencia a la etapa de Díaz.

La vida política de Juan Espadas está ligada a la Administración andaluza, de la que llegó a ser consejero de Vivienda entre 2008 y 2010, en la transición de los gobiernos de Chaves a Griñán. La dirección federal del PSOE le sacó de la Alcaldía de Sevilla, la más importante que gobiernan los socialistas en España, para precipitar a su vez la salida de Susana Díaz. Con Espadas, la federación andaluza ha recuperado la armonía con el equipo de Pedro Sánchez después de los años convulsos del susanismo: “Defender la gestión del Gobierno de España en Andalucía a mí me da votos”, dice. Pero también arrastra la vitola de ser una sucursal del sanchismo.

El ex alcalde encaja mal esa crítica; a menudo verbaliza que es el líder del PSOE andaluz y que tiene autonomía política para discrepar, si es preciso, con la dirección federal. Recientemente lo ha demostrado al defender la polémica abstención de su grupo a una iniciativa legislativa de PP, Ciudadanos y Vox para amnistiar pozos ilegales junto a Doñana. Contra el criterio del Gobierno central, la Unesco, la Comisión Europea y una parte notable de su propio grupo parlamentario.

Probablemente el momento más crítico de su gestión, el más discutido, que le ha obligado a dar explicaciones alambicadas y urgentes a una propuesta que no es suya, sino de los partidos que sostienen al Gobierno de Moreno. No se ha entendido bien. En su equipo pasan página y aseguran que “se encadenará” si la Junta de Andalucía se empeña en meternos en un lío con Bruselas por el riesgo de conservación en Doñana.

La reforma del modelo de financiación autonómica, caduco desde 2013, es otro frente de reivindicación al Gobierno de Sánchez que comparten Espadas y Moreno. Del Parlamento andaluz salió una propuesta, diseñada por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que hoy constituye una herramienta política clave. Los socialistas asumen que la necesidad de cambiar el sistema de financiación “es un clamor y va muy lento”. “No podemos hacer una apuesta por un modelo sanitario eficiente hasta que no tengamos un buen modelo de financiación. Y con la educación pública ocurre lo mismo. Hacen falta presupuestos estructurales”, advierten desde la dirección regional.

Una campaña de “hormiguita”

Juan Espadas es un político serio, con el rictus de un burócrata que desayuna montañas de documentos oficiales, pero de repente se pone a hablar de artes marciales. “En las artes marciales hay que definir las debilidades de tu adversario para poder combatirle”, le citan sus compañeros de partido, sobre cuál será la estrategia del PSOE andaluz en las próximas elecciones autonómicas. La crisis interna del PP acaba de regalar a los socialistas “dos prórrogas al partido”.

El presidente Moreno parece inclinado a agotar la legislatura -la fecha tope para las urnas es el 27 de noviembre-, y Espadas ha decidido aprovechar estos “meses extra” para perfilar una estrategia menos frenética de lo que tenían previsto. Más acorde a su temperamento: “Una campaña de hormiguita, del día a día”, de pisar el territorio y hacer mucha pedagogía, de “centrarnos en lo micro”, en hablar con los ciudadanos y con los colectivos sociales más que con los periodistas, advierten fuentes socialistas. 

Espadas tiene un biorritmo propio, desacompasado a la celeridad de los tiempos, y le explica a los suyos qué lecciones se pueden aprender de las artes marciales para la política: “Hay que buscar las debilidades del oponente, no atacar sus fuerzas”. En el PSOE andaluz creen que la fuerza de Moreno Bonilla es “su perfil moderado”, que ha ayudado a disipar los viejos miedos a que gobierne la derecha en Andalucía. “Y su debilidad es la gestión” en estos tres años de Gobierno.

“Él quiere identificarse por encima del bien y del mal para que no se hable de su balance de gestión, pero tenemos un Gobierno del PP que no ha cuajado y a un líder que no es mal visto. Vamos a intentar demostrar que Moreno no es un buen gestor, y que Andalucía no necesita a un presidente cuyo balance sea que no lo ha hecho tan mal”, explican fuentes próximas al secretario general socialista.

El nuevo líder socialista quiere hacer una oposición más dura que la que se ha hecho en los últimos tres años, pero una oposición al uso: la punta de lanza es la crítica dura y constante al “colapso” de la sanidad pública, agravada durante la pandemia, y que se ha traducido en un desvío de pacientes a la privada, huyendo de la falta de médicos de atención primaria, el retraso de pruebas de diagnóstico y el aplazamiento de operaciones.

El pasado fin de semana se alinearon con los sindicatos CCOO y UGT en las protestas por el deterioro de la sanidad, que congregó a 75.000 personas, según los organizadores; unas 19.000 según la Policía. El próximo 4 de marzo apoyará la concentración organizada por los empresarios de Huelva para reclamar infraestructuras hidráulicas al Gobierno central, una derivada del lío de los pozos ilegales en Doñana.

Críticas a la gestión vs batallas ideológicas

Espadas quiere entrar en campaña haciendo propuestas de Gobierno y cuestionando la gestión de Moreno. Renuncia a pelear las batallas ideológicas, poniendo el acento en el miedo a la extrema derecha, porque “al PSOE no le ha funcionado” en los últimos procesos electorales, como en Madrid o en Castilla y León. “El debate está polarizado ideológicamente. Es Sánchez contra el resto del mundo, y eso ha calado”, explican fuentes socialistas, que descartan que el nuevo líder vaya a entrar “en el marco mental de la derecha”. “Si lo hiciera, le dirían que hace una campaña del miedo a Vox. Esas campañas han sido fallidas [en otros territorios]. Ese debate no lo estamos ganando, tenemos que fijar nuestro discurso en el territorio. El próximo Gobierno andaluz lo va a decidir la franja del votante de centro. Plantear las elecciones de izquierdas contra derechas es un error estratégico”, aseguran.

En la campaña electoral de los socialistas están jugando un papel fundamental los alcaldes y concejales, que gobiernan en el 65% de los municipios de Andalucía. Espadas ha depositado en ellos la esperanza de movilizar a los 700.000 votantes de izquierdas que en 2018 se quedaron en casa -400.000 del PSOE y 300.000 de Adelante Andalucía-. El secretario general del PSOE tiene otro modelo de gobierno para Andalucía, quiere delegar poder en los ayuntamientos y en las diputaciones, crear una conferencia de alcaldes y presidentes de diputaciones provinciales que se reúnan con el presidente de la Junta cada equis tiempo para testar las necesidades de su territorio. “Tiene ganas de hacer un cambio de modelo después de 40 años. Él está pensando en la Andalucía de 2030”, dice una persona cercana.

El tiempo sigue jugando en su contra, por mucho que el colapso interno del PP haya dilatado la legislatura hasta final de año. “Hemos renovado el PSOE en las ocho provincias, pero necesitamos más tiempo para que toda la estructura del partido reconozca e interiorice el nuevo proyecto”, admiten.