Andalucía Opinión y blogs

Sobre este blog

Al Ándalus no es Andalucía

Aunque, a priori, esto pueda parecer una obviedad, no lo es. Son numerosas las ocasiones en las que se confunde al-Andalus con Andalucía. Esta equivocación, no sólo se da en un ámbito concreto, ni siquiera en una zona geográfica determinada, sino que es una equivocación bastante extendida.

Tampoco sería correcto denominar andalusíes a los andaluces, error muy generalizado en los países árabes, ni referirse a la Junta de Andalucía como Ḥukumat al-Andalus (Gobierno de al-Andalus). 

Por tanto, si al-Andalus no es Andalucía ¿qué es? ¿Qué territorio abarcaba?

Desde la llegada de los musulmanes a la Península, en el año 711, hasta la caída del Reino de Granada, en 1492, la extensión de al-Andalus fue cambiando según las épocas y dinastías.

Su máxima extensión la alcanzó a mediados del s. VIII, cuando llegó a establecerse en prácticamente la totalidad de la Península, lo que incluye también a Portugal, nuestro país vecino, al que se ha obviado reiteradamente al referirnos a este periodo como la “España musulmana”. Términos totalmente inexactos y anacrónicos, pues ni existía España como tal, ni únicamente abarcó el territorio que hoy ocupa. Además de la Península, al-Andalus se extendió por parte del Reino Franco, actual Francia, llegando hasta Poitiers, donde los ejércitos andalusíes fueron derrotados y empujados hasta los Pirineos.    

A lo largo de sus ocho siglos de historia, al-Andalus conoció diversas extensiones, así como distintas formas de gobierno, no siempre uniformes para todo el territorio.

Durante el primer periodo, conocido como emirato dependiente de Damasco, al-Andalus fue gobernada por veinte emires nombrados por el califa omeya.

Tras este periodo, y con la llegada de Abd al-Rahman (I), príncipe omeya, que decidió refugiarse en esta tierra, huyendo de la matanza que los abbasíes llevaron a cabo contra su familia para hacerse con el control del imperio musulmán, al-Andalus se convierte en un territorio independiente del resto del imperio.

Cuando se proclama el Califato Omeya de Córdoba, en el año 929, el territorio andalusí había perdido parte de su extensión frente a los cristianos del norte, aunque sigue controlando buena parte de la Península. Los enfrentamientos a los que la administración andalusí tuvo que hacer frente, no sólo fueron externos, sino también internos, ya que la diversidad y complejidad de la sociedad provocaba revueltas y rebeliones que el Estado debía contener. Pese a todo, durante el siglo X, al-Andalus vivió una época de tranquilidad, lo que permitió que se alcanzara el máximo esplendor cultural.

A esta brillante etapa le siguió el periodo de Taifas, en el que el territorio andalusí se dividió en múltiples reinos independientes. Con la llegada de almorávides y almohades, al-Andalus se volvió a unificar administrativamente, pero su extensión se fue reduciendo, conforme se producía el avance de los reinos cristianos.

A mediados del siglo XIII, al-Andalus se circunscribía prácticamente al Reino Nazarí de Granada, cuya extensión abarcaba las actuales provincias de Granada, Almería, Málaga e, incluso, parte de Cádiz, Córdoba y Jaén. Este reino fue disminuyendo, a su vez, hasta desaparecer en 1492.

Como se puede observar, al-Andalus llegó a ser mucho más y mucho menos extensa que la actual comunidad andaluza.           

¿Quiénes eran, por tanto, los andalusíes?

Una respuesta sencilla sería decir: los habitantes de al-Andalus, (siempre teniendo en cuenta la extensión que ocupaba en cada periodo).

¿Y quiénes eran estos habitantes?

La mayoría eran musulmanes, que no árabes. Los árabes, es decir, aquellos que vinieron de Arabia, eran una minoría que gozaba de grandes privilegios.

¿Quiénes formaban el resto de la población, si los árabes sólo eran unos pocos?

En su mayoría estaba constituida por bereberes procedentes del norte de África. También hubo una importante población no musulmana de procedencia eslava y del África subsahariana, los esclavos.

Junto a éstos, convivían también los pobladores de la Península, visigodos e hispano-romanos que se quedaron en este territorio, gobernado por los musulmanes. Entre ellos había judíos y cristianos. De los últimos, algunos decidieron mantener su religión, y otros se convirtieron al Islam. Los actos de conversión se generalizaron poco a poco, de modo que a principios del siglo XIII ya no quedaban comunidades cristianas autóctonas en al-Andalus.

Por tanto, y para terminar, ¿al-Andalus es Andalucía? Como hemos podido observar sería totalmente desacertado realizar esta equiparación.

¿Y los andalusíes son los andaluces? Según se ha expuesto, el conjunto de la población andalusí iba mucho más allá de zonas geográficas concretas, etnias o religiones, por lo que, también sería desafortunado realizar esta identificación.

Esperemos que este breve apunte sirva para cuestionarnos estas definiciones que, el desconocimiento ha generalizado equivocadamente.

Aunque, a priori, esto pueda parecer una obviedad, no lo es. Son numerosas las ocasiones en las que se confunde al-Andalus con Andalucía. Esta equivocación, no sólo se da en un ámbito concreto, ni siquiera en una zona geográfica determinada, sino que es una equivocación bastante extendida.

Tampoco sería correcto denominar andalusíes a los andaluces, error muy generalizado en los países árabes, ni referirse a la Junta de Andalucía como Ḥukumat al-Andalus (Gobierno de al-Andalus).