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Mujeres en la ciencia: un oasis de igualdad en Microelectrónica

En pleno siglo XXI, el presidente de la prestigiosa Universidad de Harvard y secretario del Tesoro estadounidense, Lawrence Summers, sugirió en unas declaraciones durante una conferencia que las mujeres tienen “una capacidad innata menor para las matemáticas y las ciencias” que los hombres. Sin ni siquiera valorar manifestaciones que parecen de otros tiempos, la realidad demuestra que en eso no hay nada de cierto. Existen desequilibrios estadísticos, es verdad, pero no es cuestión de capacidad y habrá que buscar otras razones.

Además, existen áreas de conocimiento científico-técnicas, supuestamente dominadas por los hombres, donde las barreras no existen, como el Instituto de Microelectrónica de Sevilla (IMSE), uno de los tres centros que componen el Centro Nacional de Microelectrónica de Sevilla (Consejo Superior deInvestigaciones Científicas) donde las estadísticas de distribución de género ya no están tan lejanas del 50 por ciento y el futuro promete mejores cifras. Quizás un oasis en el desierto del desequilibrio.

Un estudio comparativo de géneros realizado en 2013 reveló que el Instituto de Microelectrónica viene a ser algo así como un oasis de igualdad en lo que a género se refiere. En este centro, mixto entre el CSIC y la Universidad de Sevilla, hay un 50 por ciento de mujeres y otro 50 por ciento de hombres en lo que al personal investigador se refiere. No es así en los doctores y doctoras, que suponen un 68 frente a un 32 por ciento. Pero aquí tenemos un nuevo reto, sin duda. Estos datos sorprenden si tenemos en cuenta que dentro del CSIC (según datos de 2012) la estadística habla de mayor alejamiento aún en la paridad: un 76 por ciento de investigadores frente a un 24 por ciento de investigadoras.

¿Sabéis qué estudiamos en este centro? Encuadrado en el área de Ciencias y Tecnologías Físicas, una de las ocho áreas en que el CSIC organiza su actividad investigadora, el área de especialización del Instituto es el diseño y test de circuitos integrados analógicos y de señal mixta en tecnología CMOS, así como su uso en diferentes contextos de aplicación como radiofrecuencia,microsistemas o conversión de datos… En un lenguaje más coloquial, nosotros trabajamos, por ejemplo, para que la batería de los smartphones que utilizamos dure más tiempo. Es sólo un ejemplo, porque en el instituto trabajan unas cien personas… entre hombres y mujeres.

En pleno siglo XXI, el presidente de la prestigiosa Universidad de Harvard y secretario del Tesoro estadounidense, Lawrence Summers, sugirió en unas declaraciones durante una conferencia que las mujeres tienen “una capacidad innata menor para las matemáticas y las ciencias” que los hombres. Sin ni siquiera valorar manifestaciones que parecen de otros tiempos, la realidad demuestra que en eso no hay nada de cierto. Existen desequilibrios estadísticos, es verdad, pero no es cuestión de capacidad y habrá que buscar otras razones.

Además, existen áreas de conocimiento científico-técnicas, supuestamente dominadas por los hombres, donde las barreras no existen, como el Instituto de Microelectrónica de Sevilla (IMSE), uno de los tres centros que componen el Centro Nacional de Microelectrónica de Sevilla (Consejo Superior deInvestigaciones Científicas) donde las estadísticas de distribución de género ya no están tan lejanas del 50 por ciento y el futuro promete mejores cifras. Quizás un oasis en el desierto del desequilibrio.