El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.
Transcendencia… si nuestro cerebro fuera inmortal
Hace un par de semanas me senté en la butaca del cine dispuesta a evadirme del estrés semanal ante una película de Hollywood de la que apenas sabía nada, salvo que estaba protagonizada por Johnny Deep. El argumento llamó mi atención nada más empezar: los protagonistas eran científicos que se habían dedicado a desarrollar durante muchos años un código de programación para crear el primer ordenador del mundo que piense por sí mismo.
La base científica de la película es escasa, es decir, los guionistas mezclan nombres muy rimbombantes ligados a la inteligencia artificial, que es la rama de la ciencia que aborda este estudio, sin dar una explicación argumentada científicamente. Como investigadora, esto me causó una pequeña decepción, pero el argumento hizo que mi atención se centrara rápidamente en el dilema ético: ¿es moralmente reprobable dotar a una máquina de un cerebro que piense como un ser humano?
Si existiera la capacidad científica y tecnológica para llevar esto a cabo, se podría “descargar” el cerebro de un humano en un superordenador. De este modo, al llegar la muerte de nuestro cuerpo, nuestro cerebro orgánico moriría también, pero su versión digital sería inmortal…
Y hasta aquí os voy a contar porque tampoco os quiero destrozar la película. Os animo a ir a verla y extraer vuestras propias conclusiones. Tras verla me animé a escribir estas líneas para contaros que ya se ha desarrollado mucho conocimiento que permite dotar de cierto razonamiento humano a los ordenadores. Por ejemplo, existen modelos matemáticos que les permiten “entender o comprender” expresiones con cierta ambigüedad del tipo hace mucho calor“ o ”no es muy alto“.
La lógica fuzzy
Todo este formalismo matemático constituye una rama de la inteligencia artificial conocida como lógica difusa o lógica fuzzy, que a diferencia de la lógica booleana tradicional considera más de dos valores de verdad. Fue gestada en la afamada universidad californiana de Berkeley (EEUU) por el ingeniero y matemático azerbaiyano Lofti A. Zadeh en 1965.
A lo largo de estos años, muchos científicos han desarrollado aplicaciones de la lógica difusa, lo que ha permitido que las máquinas adquieran el razonamiento mediante el que los humanos toman las decisiones. Algunos ejemplos de aplicación son la automatización del control de frenado del metro en la ciudad japonesa de Sendai o los sistemas de control incluidos en numerosos electrodomésticos (lavadoras, consolas de aire acondicionado, cámaras digitales, frigoríficos, etc.)
Desde los años noventa, un grupo de investigadores del Instituto de Microelectrónica de Sevilla (CSIC-Universidad de Sevilla) estamos desarrollando circuitos que implementan sistemas basados en lógica difusa. Algunas aplicaciones desarrolladas son la navegación de vehículos autónomos, el procesado digital de imagen/vídeo o el control del tráfico de datos en internet. El equipo ha desarrollado una aplicación informática de libre distribución que facilita la descripción de sistemas basados en lógica difusa. Actualmente, este entorno es usado por numerosos investigadores de centros de investigación a lo largo de todo el mundo.
Sobre este blog
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.