La brecha entre el Museo Picasso y sus trabajadores se agranda entre reproches mutuos
El conflicto que enfrenta a la mayoría de los trabajadores con la dirección del Museo Picasso de Málaga parece lejos de resolverse. Este lunes la brecha se ha hecho más visible que nunca. Mientras los responsables del museo y de su última gran muestra, fundadores y destacados patrocinadores presentaban El Eco de Picasso, el 64% de los trabajadores secundaron la tercera y última jornada de huelga, según el Comité de Empresa. El museo estaba de inauguración, pero ni la tienda ni la cafetería estaban abiertos y decenas de turistas hacían cola ante los tornos y las máquinas de preventa, instaladas por el museo coincidiendo con las jornadas de huelga.
Eso, por la mañana. Por la tarde la brecha se escenificó con una sonora protesta. Unos 40 trabajadores dieron así la bienvenida a los invitados a la inauguración de la exposición. Si la dirección pretendía que la convulsa situación laboral pasase desapercibida, no lo consiguió. A la puerta de la pinacoteca se formó un fenomenal embudo durante casi una hora. Por momentos, pareció instigado por una quinta columna en el interior.
De esa forma, cientos de personas, muchas de ellas con peso político, social o cultural en Málaga y provincia, asimilaron durante bastantes minutos las consignas de los trabajadores. “Museo de lujo, trabajadores de saldo”; “somos el museo, menos postureo”; “nos sobra mes a mitad de sueldo”. Algunos simpatizaban con la protesta, otros trataban de ignorarla en vano, pero a todo el que fue a la inauguración le quedó bastante claro que en el museo hay un conflicto importante.
El pasado viernes la ruptura se representó gráficamente en un tenso cruce de miradas entre Bernard Ruiz-Picasso, presidente del consejo ejecutivo, y los trabajadores, a las puertas del museo. El nieto del artista se quedó frente a ellos impertérrito, como si los desafiase a continuar las protestas que iniciaron hace ya seis meses. No dijo nada, pero la imagen fue captada por La Opinión de Málaga.
Cruce de reproches
Por primera vez en muchas semanas, el Museo había dado explicaciones. No lo hizo Bernard Ruiz-Picasso (nieto del artista y cabeza visible de la Fundación propietaria de la colección, los fondos y el Palacio de Bellavista) cuando fue interpelado en la presentación de El Eco de Picasso, pero sí el gerente Guillermo Peiró, quien no fue diplomático con los trabajadores en huelga. Acusó al Comité de Empresa de “falsedades” en las cifras, y advirtió de que no negociará “bajo presión” en un escenario de conflicto y huelgas.
“Lo que se pide es una reconsideración de la oposición, de que la vía de la confrontación no nos lleva a ningún lado y que la única manera es la vía negociada. Una vía sin la presión constante de huelgas, manifestaciones, declaraciones un poco altisonantes y muchas veces inexactas”, dijo Peiró.
Las declaraciones del gerente fueron respondidas de inmediato por el comité, y no ayudarán a encontrar el punto de encuentro. “Este Comité de empresa desea aclarar que nunca ha falseado información y que ante el silencio explícito que la empresa ha mantenido durante meses, ha venido informando con rigurosidad y asiduidad”, señaló en un comunicado. El comité denuncia que la ruptura de la paz social se debe a las “imposiciones, amenazas de externalización y el nulo interés de la empresa” por avanzar en derechos laborales.
Hace tres semanas ya desconvocó la huelga para dar una oportunidad al acuerdo, mientras simultáneamente convocaba nuevas jornadas (para el 28 y 29 de septiembre y el 2 de octubre). Fuentes del Comité aseguran que hacen todo lo posible para evitar los paros, y acusan a la otra parte de arrastrar los pies y presentarse sin propuestas si no hay movilizaciones en el horizonte. La renovación del convenio, caducado en 2021, se negocia desde hace aproximadamente un año, y las únicas jornadas de huelga (la única de su historia) se realizaron en mayo. No ayudó a calmar las aguas el hecho de que se conociera, en mitad de esta negociación, que el nuevo director artístico doblará el salario del actual, José Lebrero, y tendrá un complemento de vivienda de 35.000 euros, tanto como la base salarial de la categoría más alta entre los trabajadores.
Las condiciones de conciliación y la “amenaza” de la digitalización
Peiró admite que las posiciones están (o, al menos, estuvieron) cercanas. Principalmente, en retribución y horas anuales. Los trabajadores han ido rebajando sus posiciones iniciales y el acuerdo aquí parece hecho. Pero el gerente se escuda en el carácter deficitario del Museo para justificar sus reticencias a conceder otras peticiones de los trabajadores, como aumentar las semanas de jornada intensiva y otras medidas de conciliación. “Parece que las condiciones laborales son infrahumanas y se paga fatal. Ni una cosa ni otra”, dijo, lamentando la imagen que está ofreciendo la pinacoteca justo en el Año Picasso, que celebra el 50 aniversario de la muerte del pintor. “No estamos a la cola. Quizá no somos los que más cobramos, pero tampoco somos los que más trabajamos”.
El Museo Picasso está regido por un consejo ejecutivo presidido por Bernard Ruiz-Picasso, a su vez responsable de la Fundación (privada) que pone los fondos y el inmueble. Pero cada año recibe una subvención de la Junta de Andalucía, que ha sido de 4,3 millones de euros en los últimos ejercicios, y que supone en torno al 40% de sus ingresos. Los trabajadores llevan tiempo reclamando en vano las cuentas, pero según detalló Peiró, el resultado de explotación es negativo. Además, el gerente advirtió de que trabajan ya en “un vuelco” a los entornos digitales y en la distribución horaria de las visitas a través de las reservas por Internet para evitar aglomeraciones.
Desde hace meses, el Comité denuncia que la gerencia haya ido deslizando la posibilidad de privatizar determinados servicios como una amenaza latente. Precisamente, en las últimas semanas, y coincidiendo con la convocatoria de huelga, el Museo prorrogó los contratos temporales de verano, e instaló máquinas de preventa y tornos. Según Peiró, llevan “dos años dándole vueltas a esa posibilidad” y que haya coincidido con la huelga es casualidad. Pero el Comité interpreta que se está menoscaban el derecho a la huelga, y valora llevarlo a los tribunales. “Las máquinas de vending no pretenden sustituir a nadie, sino atender unas necesidades que tenemos materialmente en la actualidad. No hay más”, señaló el abogado del museo, ante la posibilidad de que el conflicto laboral que ya dura un año acabe, por un motivo o por otro, ante los tribunales.
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