Manuel Liñán, Premio Nacional de Danza: “Las mochilas tóxicas han servido de inspiración para mi espectáculo”
Con una bien ganada fama de rupturista y renovador, Manuel Liñán, Premio Nacional de Danza 2017, regresa a los escenarios con la que probablemente sea su propuesta más íntima, Muerta de amor. Dos noches poniendo en pie los Teatros del Canal de Madrid han supuesto un buen arranque para una nueva gira con la mirada puesta en la próxima Bienal de Sevilla, donde actuará el 15 de septiembre. Pero para este granadino de 1980 es también el momento de saborear los resultados de un largo esfuerzo. “Han sido dos años de conversaciones, de creación… Tenía muchas ganas de hacerlo”, afirma.
En la publicidad del espectáculo, que forma parte del programa In- progress (residencias artísticas de Torrox), se anuncia “un innovador homenaje al amor”. Pero, ¿cómo se atreve el bailarín y coreógrafo a hablar de amor, con la que está cayendo? Él mismo ríe ante la pregunta antes de ponerse serio: “Las relaciones que tenemos, o al menos las que yo tengo y he tenido, han dejado en mi cuerpo algo que contar, y algo que bailar. El amor, a todos los niveles, deja una lectura. Mira, después de una relación, me doy cuenta de que mi cuerpo baila distinto. Incluso desde antes de consumarla, porque el momento del deseo también nos altera el cuerpo”.
“Quería preguntarme en escena qué es el amor, desarrollar un campo coreográfico abierto al deseo, al abrazo, a lo carnal… Y no solo en lo físico, también en lo emocional. Porque no solo he vivido relaciones físicas, también he tenido grandes amores platónicos que igualmente me han dejado una huella, sin que llegáramos siquiera al contacto”, agrega Liñán.
Copla y bolero
De lo que no parece caber duda es de que Liñán pertenece a una generación que puede expresar su sentimentalidad y su sexualidad en plena libertad, sin tener que reprirse por la presión social. Él lo asume, aunque asegura que también ha tenido que hacer su camino y su evolución. “Creo que cada persona vive el amor a su manera, pero me apetecía, partiendo de mi propia experiencia, hablar de todo lo que genera la simple palabra amor en la gente. Es verdad que las relaciones están cambiando, y también la forma de contarlas. En mi caso, las he vivido con mucha intensidad y al mismo tiempo pensando que había mucho que esconder, porque existía un juicio social que me asustaba. Por suerte, el sentimiento de culpa por sentirte atraído por personas del mismo sexo ha ido a menos”.
En esta línea, Liñán reconoce que la presencia del bolero y la copla en su nuevo montaje tiene mucho que ver con esa liberación, pues se trata de géneros capaces de usar un doble lenguaje en el que las pasiones cantadas podían referirse a personas de cualquier sexo. “Pero eso no quiere decir que haya concebido Muerta de amor como algo menos flamenco”, subraya el creador. “El punto de partida es la banda sonora con la que he vivido mis historias amorosas, y todas esas músicas caminan muy de la mano. La copla, por ejemplo, ha camuflado muchas veces relaciones homosexuales, y yo me he visto reflejado en esos músicos que quizá no podían abrirse porque ese juicio social del que hablaba antes les hacía sentirse equivocados. Pero puedo asegurar que el flamenco está bien presente”.
“Cuando me meto en un proceso lo hago hasta el fondo, y si para ello tengo que hundirme de cabeza en el barro, no dudo un instante”, prosigue Liñán, quien cuenta en esta producción con los bailarines José Maldonado, Alberto Selles, Juan Tomás de la Molía, Miguel Heredia, José Ángel Capel, David Acero, Ángel Reyes y Mara Rey como artista invitada. “Es más, creo que las mochilas tóxicas me han acabado sirviendo de inspiración para este proyecto. Se trataba de eso, de limpiarse y de convertir esos lastres en estímulos”.
Sin embargo, asegura que Muerta de amor no habría sido posible sin la complicidad de algunos buenos amigos que le han ayudado a conjurar todos los miedos. “He tenido mucha ayuda. He reflexionado mucho con Iván Baba, mi guía espiritual, así como con José Maldonado, con quien me encerré una semana entera para cuestionarnos, y salieron un montón de cosas interesantes. O Ernesto Artillo, que me focalizó en una dirección más concreta”.
Vida después de '¡Viva!'
Aunque la cabeza de Manuel Liñán siempre parece bullir de ideas, para muchos aficionados sigue siendo el autor de ¡Viva!, el espectáculo que lo dio a conocer internacionalmente, y que hasta le consagró en las páginas del New York Times. “No sé si la gente puede hacer comparaciones, pero yo he intentado mantener este nuevo proyecto completamente al margen. He creado un mundo, un imaginario, a partir de una creación honesta. Yo tengo que hacer y bailar independientemente de lo que haya hecho antes, no solo con ¡Viva!, sino con Pie de hierro, que también está ahí. Y esta vez lo he hecho con algo que me inquietaba de verdad”, asevera.
Por otro lado, cuando se le pregunta si hay en Muerta de amor una intención de provocar o de educar a esa parte del público que todavía puede escandalizarse por el amor entre dos hombres, asegura que “no es mi intención enseñar ni reivindicar nada a nadie. Para alguna gente podrá ser un trabajo reivindicativo, pero para mí es un simple ejercicio de libertad para hablar. En mis anteriores espectáculos me he travestido, pero esta es la primera vez que declaro abiertamente mi homosexualidad. Y ha sido muy satisfactorio poder decir que quiero a otro hombre a través de la danza”.
“Cuando me junté con Maldonado, apareció de inmediato la culpabilidad. Fíjate, recordé que en algún momento de mi vida llegué a pedirle perdón a Dios por lo que era, imagina el trauma que puede uno arrastrar. La reflexión llega poco a poco, y al final uno logra hacer una celebración de todo eso, desplegar un abanico de colores y evitar ir de víctima. Pero no puedes olvidarte de lo otro, porque donde hubo fuego siempre quedan rescoldos”.
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