Fernando Repiso: “La corrección política es una camisa de fuerza, una enemiga de la creación”

Alejandro Luque

9 de junio de 2022 21:33 h

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Cuando presentó su primera novela, 6 mujeres 6, Fernando Repiso (Sevilla, 1971) sentía que había llegado un poco tarde a la literatura. Sin embargo, no todo el mundo puede presumir de fichar por Planeta con su segunda obra. Eso es precisamente lo que ha hecho con Las agujas de la noche, un thriller negrocriminal ambientado en la Sevilla gay actual con el que ha sorprendido a sus lectores.

El protagonista, el inspector Iván de Pablos, debe su nombre a la periodista Mercedes de Pablos, que fue la primera valedora de la obra. “Es mi hada madrina. Fue ella quien, tras la presentación de 6 mujeres 6, le dijo a la gente de Planeta: ‘atención, que tiene Fernando un novelón negro que os va a encantar’. Y así llegué a la editorial”, recuerda.

Sobre el hecho de pasar de una trama multigénero y bañada de humor a una novela como Las agujas de la noche, el autor asegura que “es coherente con el hecho de que me gusta todo, como lector soy omnívoro. Quizá lo que menos me atrae es la novela social, pero leo todo lo que cae en mis manos y luego eso se traduce en lo que escribo”.

Un vicioso con principios

Repiso, que se autoproclama “muy de los 80, como la portada de mi libro, llena de neones”, no ha dudado en dibujar a Iván de Pablos como un policía gay y consumidor de drogas, lo que de entrada aleja al personaje de esa tendencia actual de la novela policiaca de presentar a los siervos de la ley como seres virtuosos e impolutos. “Yo creo que la corrección política es una enemiga total de la creación, una camisa de fuerza. A mí me gusta vapulear a mis personajes, llevarlos al límite”, sonríe. “Eso sí, Iván de Pablos es un vicioso, pero tiene su código, su sentido de la justicia. Y es un profesional. Todo lo demás queda en su ámbito privado”.

De Pablos –el inspector– deberá resolver el misterioso asesinato del dueño de la sauna gay a la que suele acudir, quien ha recibido varios pinchazos y al que le ha sido amputado un dedo del pie. Repiso asegura que “toda la trama está muy planificada desde el principio, como hice con 6 mujeres 6. Me gustan las estructuras bien construidas, que los personajes o las claves no salgan así porque sí. Me llevó bastante tiempo construirlo, pero una vez armado el esqueleto, ya iba sobre seguro”.

Otro de los elementos que articulan Las agujas de la noche es el escenario, Sevilla, una gran ciudad, pero no lo suficiente para que De Pablos vaya tropezándose con personajes muy familiares: el forense, por ejemplo, es la actual pareja de su exmujer. “Aquí nos conocemos todos”, asevera Repiso. “Aunque vivamos en una ciudad grande, nos movemos en los mismos grupos y ambientes. Yo, que vivo en la Alameda, rara vez voy a un bar de tapas de La Juncal, por muy buena que esté la cola de toro. Y tengo amigos de Sevilla Este que solo vienen al centro para Semana Santa y para el Alumbrado de navidad. Eso permite literariamente que los personajes se muevan en núcleos muy concretos”.

El imperio del hedonismo

Por otro lado, esa Sevilla a un tiempo conservadora y tradicional, pero que ha acabado convirtiéndose en un referente de diversidad sexual para toda Andalucía, era el escenario idóneo para una historia como esta. “La ciudad ha terminado compitiendo con Torremolinos, el Sitges andaluz”, comenta el escritor. “Debo aclarar que todo es ficción, por más que aparezcan locales reconocibles, incluso personajes. Ahora me divierte que la gente que va leyendo la novela no pueda evitar preguntarme: ‘¿Este personaje es fulanito?’ En realidad lo tomo todo del natural, solo he dramatizado y acentuado comportamientos”.

Para Repiso, la Sevilla gay no es sino “una forma diferente de divertirse en la ciudad, y en concreto si pensamos en locales de ocio como los que aparecen en la novela, en los que el hedonismo impera”. No obstante, asegura que la novela pretende abrir el foco y “poner en tela de juicio el tópico por el que el gay es el instruido, el que tiene un sueldazo y es guapo como su pareja. En esta historia intento demostrar que ese no es el tipo de gay dominante”.

También pretende el autor desmentir la engañosa impresión de que la homofobia ha sido erradicada de nuestra sociedad y ya no existen trabas para los homosexuales. “Vivo en Sevilla, donde hay bastante respeto, pero si sales 150 kilómetros ves que todavía sigue habiendo pueblos en los que los chiquillos no pueden salir del armario con facilidad porque se los comen”.

Prejuicios provincianos

En todo caso, Fernando Repiso considera que hay muchas Sevillas que todavía no han sido explotadas desde el punto de vista de la creación narrativa. “Me gustaría seguir explorando la noche sevillana, no solo la del ámbito queer, porque creo que da para mucho. Y la Semana Santa y la Feria dan también para novelas negras, no hay que dejárselo todo a Rancio Sevillano”, ríe.

“¿Sabes qué pasa? Que todavía tenemos el prejuicio provinciano. Nos cuesta escribir novela urbana sobre algo que no sea Madrid o Barcelona, y a veces ambientamos antes una novela en Nueva York que en nuestra ciudad. Nos parece quizá demasiado local, como si tuviera poca proyección. Pero a mí me parece un escenario inigualable”, agrega.

Devoto de A la caza de Al Pacino, de Raymond Chandler y de Almudena Grandes, “mi gran referente del último medio siglo”, Repiso defiende también a una nueva generación de escritores sevillanos en la que se dan cita nombres como Isaac Rosa, Sara Mesa, Daniel Ruiz o Susana Martín-Gijón. En esa foto de familia lucha por hacerse un hueco, y ya tiene dos proyectos para el futuro. “Uno sería un cambio de registro importante, del que no puedo contar mucho. El otro, una nueva aventura de Iván de Pablos. Si lo peta con esta novela, me lo llevo a Torremolinos”.      

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