Manolo Casal y Modesto Barragán, responsables del programa 'El Tangai': “En el Carnaval se sufre demasiado”
En la historia reciente del Carnaval gaditano hay un hito insoslayable: el programa El ritmo del Tangai de Canal Sur, el primero íntegramente dedicado a esta fiesta, que durante tres décadas ha venido desvelando todos los entresijos del mundillo carnavalero y proyectándolo en todo el mundo. Ahora, un libro, Generación Tangai (Alfar) hace memoria de esta aventura mediática a través de las voces de sus artífices y protagonistas, encabezados por los periodistas Manolo Casal y Modesto Barragán.
“Hace 30 años, la afición carnavalera estaba concentrada en la provincia de Cádiz y el valle del Guadalquivir”, recuerda Casal. “Era un fenómeno que se desconocía en profundidad, y ahí la radio y la televisión tuvieron un papel fundamental para contarle al mundo lo que pasaba en Cádiz. Y lo que pasaba era que, desde hacía 200 años, un número indeterminado de personas –unos 5.000– protagonizaba una fiesta cantada, en la que más de 200 autores producían cada año unas 15 o 20 letras originales analizando su realidad, y componiendo, a menudo sin saber solfeo, músicas que no tampoco repiten. Hasta que la tele no llega y levanta la manta, a esto no se le daba la dimensión que tiene, una concentración de talento y creatividad sin parangón en el resto del mundo”.
“Nunca pensamos que fuera a ser tanto”, interviene Modesto Barragán. “Manolo y yo habíamos empezado con 25 años en la radio, a los dos nos gustaba mucho el Carnaval, y nos lanzamos en principio en las bambalinas del Teatro Andalucía, porque el Falla estaba de obras. Creo que hacíamos retransmisiones diferentes, amenas… No éramos conscientes de que estábamos creando un lenguaje nuevo, porque entonces las retransmisiones eran muy planas, muy serias. Nosotros le quitamos dramatismo, pusimos tono didáctico para que se entendiera lo que decíamos en toda Andalucía, y contamos con muy buenos elementos técnicos. Cuando pasamos a la tele, aplicamos la fórmula”.
Los entresijos y el argot
Así, la historia del Tangai –que en el habla gaditana significa jaleo, bulla, desorden– germina en el medio radiofónico y florece con la propia creación de la televisión autonómica, en 1990. Según evoca Casal, los responsables de la cadena buscaban elementos vertebradores de Andalucía para su programación, y el Carnaval se destacó desde el principio como uno de ellos. A mediados de los 90, El ritmo del Tangai se ponía en marcha, y la respuesta del público no se hizo esperar.
El corazón del programa consistía en compartir los secretos de la creación, cómo se elaboraban los repertorios, cómo se articulaba la escala de voces, cómo se tocaba la caja o el pito de caña, qué era el llamado ritmo de 3 x 4… Y, de paso, explicar el argot particular de la fiesta y de Cádiz en general, con vocablos tan genuinos como contraflecha o cambembo.
“Fue un antes y un después”, prosigue Barragán. “Por primera vez había un programa de Carnaval incluso fuera de la temporada carnavalesca, y que en Carnaval hacía una retransmisión muy completa: semifinales del concurso, pregón, cabalgata... Pero no fuimos conscientes del eco que tenía hasta que la gente no empezó a saludarnos en las peñas, por la calle. Fue una explosión. Ahora encuentras a un tío de Honolulú que sabe más que tú de Juan Carlos Aragón”.
Llegó la digitalización
En ese boom colaboró decisivamente el surgimiento de una nueva generación de autores que renovó por completo los parámetros de la fiesta: Selu García Cossío, Antonio Martínez Ares, Juan Carlos Aragón o Yuyu desataron un “fenómeno fan” insólito hasta la fecha, que se nutrió de la televisión y repercutió en ésta. Por primera vez en la historia, las agrupaciones carnavalescas actuaban en la Gran Vía madrileña, compitiendo con los grandes musicales, o conquistaban el Liceo de Barcelona, “un hito para mí comparable a la actuación de Paco de Lucía en el Teatro Real, que abrió este coliseo para el flamenco”, apunta Barragán. “Que uno de los grandes teatros del mundo recibiera a los carnavaleros así fue algo indescriptible. Vimos a gente llorando, y nosotros mismos acabamos igual. No lo olvidaré nunca”.
Lo cierto es que, en la medida en que el Carnaval cambió el rumbo de la televisión autonómica, el propio medio influyó en la evolución de la fiesta, especialmente del concurso. “Queríamos que Cádiz nos usara a nosotros y no al revés, pero todo lo que toca un medio de comunicación de masas cambia”, admite Manolo Casal. “Quisimos que el Carnaval se contara a sí mismo, que apareciera la esencia por si sola, y no fue difícil porque en Cádiz la gente parece casi profesionales de la comunicación. Sobre todo, creo que hemos influido en el sentido estético, en las escenografías y las puestas en escena, y no en la letra y la música, como sí está haciendo la digitalización”.
En efecto, tanto el Tangai como el mismo Carnaval han vivido la irrupción de las nuevas tecnologías: una nueva revolución. “La televisión no es ya el medio más importante, y lo digital ha hecho que los autores no sientan la misma libertad que antes a la ahora de escribir sus repertorios”, explica Casal. “Están amedrentados por el eco que estos pueden tener inmediatamente en las redes. El ciclo empezaba antaño por conseguir una entrada para el teatro y recordar las letras, luego llegaron la radio y la televisión y las cintas VHS que grababan el concurso. La digitalización ha cambiado el ciclo, el espectador es prosumidor y el chiste se tiene desde el primer minuto, y se quema también en seguida. Ya no valen tres, ahora necesitas 14 chistes. Pero el Carnaval se adaptará a esto, como se ha adaptado a todo”.
Juan en la memoria
En el lado triste de la memoria, la pérdida reciente de Juan Manzorro, el micrófono en los camerinos del Gran Teatro Falla, el tercer mosquetero del Tangai, que no obstante aparece como prologuista del volumen. “Habíamos hablado muchas veces de que Juan prologara este libro. Lo comentamos con su viuda, Modesto tenía varios textos suyos y decidimos componerlos para que encabezaran el libro”, dice Casal. El sumario, estructurado a modo de repertorio carnavalesco, incluye también textos de personalidades como Antonio Martín, Selu, Julio Pardo, Ana López Segovia, Adela del Moral, Yuyu o El Canijo, así como la única opinión que el también llorado Juan Carlos Aragón pronunció sobre la labor de la televisión en el carnaval durante una conferencia en Lucena (Córdoba).
Cuando se les pregunta si son tan jartibles o insaciables con el carnaval como parecen, o si alguna vez se han sentido saturados al respecto, Modesto Barragán sonríe. “Quien diga lo contrario, miente: todos los toreros han pensado alguna vez en retirarse, pero todos vuelven. Nosotros también, llega septiembre y caemos, y en febrero otra vez al Falla. Es cierto que demasiadas veces hemos visto de cerca los granos en la piel, las impurezas de la fiesta. Creemos que en el Carnaval se sufre demasiado, hay un exceso de pasión que en ocasiones lleva al dramatismo. Pero luego te puede el cariño de la gente, es como un combustible. A Canal Sur le han dado fuerte y flojo en las letras, porque la tele es siempre la tele, pero también hemos oído muchas a favor. Damos gracias por haber vivido todo eso, todos los días”.
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