A pesar de llegar a Sevilla con el papel casi por estrenar (lo ha cantado una sola vez, en 2014), la soprano Ainhoa Arteta asegura que Adriana Lecouvreur es el papel que mejor la define emocionalmente. Lo dice una artista con una brillante y prolongada carrera internacional, que lo mismo ha sabido brillar con una dulcísima Mimí en La Bohème que en una desgarrada Violetta en La Traviata. Manon, Julieta, Tosca... Todo un rosario de roles de enorme personalidad jalonan su repertorio, pero en este nuevo desafío que le propone el Teatro de la Maestranza a partir del 21 de mayo es donde dice haber “encontrado mi verdad”. Adriana Lecouvreur, una ópera de Francesco Gilea apenas representada, plantea el drama real de la actriz del mismo nombre, diva de la Comédie française enfrentada a un destino trágico por participar de las intrigas políticas del París del siglo XVIII. Igualmente temperamental y enérgica, Ainhoa Arteta se mete de lleno en la arena de la actualidad y apela a su compromiso ciudadano para expresarse “con libertad”.
Debutó en 2014 con este papel que sólo ha cantado en una ocasión. ¿Cómo afronta su reencuentro con Adriana Lecouvreur?
Para mí es un caramelo, todo un regalo. Y puedo decir que es el título que mejor me define emocionalmente. Adriana es una actriz con una sensibilidad a flor de piel y yo me veo muy reflejada en muchas de las frases que canta en el primer acto, cuando está sola en el camerino y se plantea sus dudas, sus preguntas.... Los artistas debemos tener un alma que se acerque y que busque la verdad, por eso sufrimos tanto en la vida en general y nos lo tomamos todo a la tremenda cuando tenemos un problema, un mal de amores o una situación difícil que no sabemos gestionar. Como Adriana, que se ve involucrada en un mundo de intrigas y sale perdiendo.
La crítica asegura que Adriana Lecouvreur es un papel extremadamente goloso para una soprano ¿Cuáles son sus exigencias vocales?
Es complicado, hay que tener un centro muy bien colocado. Es un personaje que compagina momentos muy grandes de orquesta con otros muy íntimos vocalmente y eso requiere un dominio del instrumento vocal muy importante. Es cierto también que me encuentro ahora mucho más sólida, mucho más redonda que quizás en la primera Adriana que hice, con menos dudas técnicas. Lo asumo con amplitud, y eso me da mucho margen para entregarme al doscientos por cien en la parte escénica.
También hay unanimidad al considerar esta ópera como una obra maestra. ¿Por qué entonces es tan poco representada?
Principalmente porque hay muchísimos personajes, hasta 150 personas sobre el escenario en algún momento de la representación, y es una obra costosa, con una enorme complejidad escénica. Igualmente, requiere de cuatro solistas que tienen que ser cantantes de mucha envergadura, porque las partes para solistas son muy demandantes vocalmente. Todo esto hace que estemos ante una ocasión única en Sevilla, con un cast compacto y muy completo.
El Teatro de la Maestranza realiza una apuesta decidida por las voces españolas en su programación de ópera. ¿Qué percepción internacional existe actualmente del nivel de los cantantes de ópera españoles?
Ahora mismo hay un nivel extraordinario y se ha producido un relevo generacional muy pero que muy bueno. Tanto de las grandes voces como de los perfiles medianos, con una cantera lírica importantísima. Hay españoles cantando por todo el mundo, con unas carreras internacionales brillantísimas: Juan Jesús Rodríguez, Carlos Álvarez, que son andaluces de Huelva y Málaga; Nancy y Fabiola Herrera, María José Montiel, Ismael Jordi, Sabina Puértolas.... Hay muchos, muchos.... La calidad de los cantantes de ópera españoles es de Champion League.
Los que ha citado son la mayoría artistas bastante jóvenes. ¿Por qué existe entonces esa sensación de la ópera se ha desconectado de la sociedad?
Lo que yo creo es que en España falta educación para activar la cultura musical. Eso es fundamental, porque la ópera sigue estando de máxima actualidad. Desgraciadamente, la historia se repite y las óperas del siglo XVIII y XIX al final representan historias verídicas que se pueden ver y escuchar con una mirada actual. Y en el plano estético, la ópera arriesga con unas puestas en escena vanguardistas, rompedoras, brutales, como por ejemplo el estreno de Die Soldaten en el Teatro Real. La ópera está de rabiosa actualidad y quien piense que es un género acartonado está totalmente equivocado. El problema no está en la ópera, está en la falta de culturización y de acostumbrar a los nuevos públicos a educarse en la cultura.
Dice usted, a propósito de las intrigas de Adriana Lecouvrer, que los artistas no deben meterse en asuntos políticos, porque al final salen escaldados.... Sin embargo usted nunca ha renunciado a tener un compromiso y una voz pública, desde la causa animalista a la defensa de la unidad del Estado.
Totalmente. Soy una persona que tiene opinión y, siempre con respeto, digo lo que pienso. Nunca atropellada ni maleducadamente, pero estamos aquí para aportar ideas, para sumar y no para restar y yo siempre, todo lo que digo, no es con ánimo de crítica, sino de mejora, constructivo.
Se lo preguntaba porque le hemos escuchado últimamente, desde el propio escenario, reivindicar su españolidad, ahora que la unidad territorial del Estado está puesta en cuestión.
A ver, considero que tengo un perfil que no tiene posición política ni de derechas ni de izquierdas, pero soy una ciudadana española que cree firmemente en su país y en sus posibilidades, sobre todo en lo que concierne a mi mundo, el de la Cultura. Podemos aportar mucho a nivel internacional y eso debemos hacerlo unidos.
Es usted embajadora de la Marca España...
Sí, sí, y a mucha honra.
Le tengo que preguntar por el final de ETA, ¿cómo lo ha vivido como ciudadana del País Vasco?
Sinceramente, lo vivo como una alegría, porque que se termine una época de terror siempre es una buenísima noticia. Ahora, también es verdad que hay que entender que esto no es “se termina y aquí no ha pasado nada”. Cuando hay muertos de por medio existe una palabra que se llama duelo y el duelo hay que hacerlo, es una etapa que comienza ahora y de la que se tendrán que responsabilizar todos. Aunque, por supuesto, es una muy buena noticia.
En la era del #Metoo, ¿cómo se enfrenta al papel de la mujer en los roles operísticos?
A ver, los roles femeninos en la ópera son de todo tipo: los hay muy feministas y muy luchadores y hay otros muy sumisos, pero como pasa en la vida misma, y te toca interpretarlos, aunque no te gusten. No se trata de defenderlos, por supuesto, sino de mostrar una realidad y que está bien que esté ahí para plasmarla y para verla desde fuera y ver dónde está la virtud y el defecto de todo esto. La cultura sólo nos hace crecer, no tiene nada negativo, es todo positivo.