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Barón Rojo: “Hacer discos es una labor ardua que ya no compensa”

La formación actual de Barón Rojo

Alejandro Luque

Sevilla —

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El último vuelo es el título con el que la legendaria banda de rock duro Barón Rojo, de la que sólo quedan dos de sus miembros originales –Armando y Carlos de Castro– han decidido poner fin a cuatro décadas de trayectoria. Toda una vida en la que han conocido momentos de gloria y también baches profundos, incluyendo una sonada ruptura con los otros dos fundadores del grupo José Luis ‘Sherpa’ Campuzano y Hermes Calabria.

Carlos de Castro atiende a Eldiario.es Andalucia al teléfono para hablar de esta gira de despedida, que recalará en cuatro ciudades andaluzas (este viernes en Cádiz –Momart Theatre– y sábado en Sevilla –sala Fanatic–, para seguir luego por Córdoba y Málaga), y les llevará incluso a varias citas en Sudamérica y Estados Unidos. Los autores de discos tan aclamados como Volumen brutal, Metalmorfosis o En un lugar de la marcha aseguran, además, que se retiran en plenitud de facultades.

Sabemos que los viejos rockeros nunca mueren pero, ¿se jubilan?

Cada uno tiene sus particularidades vitales. Unos se jubilarán, otros empezarán nuevos proyectos… Es una situación que exige cierta reflexión para saber qué se puede o quiere hacer. Armando tiene otra banda en paralelo, su continuidad está más clara. Los demás, ya veremos…

Ahora que no sólo nadie se retira, sino que vuelven todos los grupos clásicos, ¿no es ir un poco a contracorriente?

Es por la vocación de seguir tocando. Parece difícil abandonar este entramado que es el rock, el que se retira lo echa de menos muy pronto, o coge una depresión… Pero el tiempo te lo dice todo. Si puedes seguir haciendo buenos shows, puedes seguir. Si no, mejor te retiras.

Bien pensado, el rock duro tuvo una época dorada, los años 80. Para ustedes, ¿todo lo que vino después fue, de algún modo, sobrevivir?

Para mí el verdadero heavy metal es el de los años 70. Lo de los 80 fue una especie de renacimiento, que quizá pervive hasta nuestros días, soportando la ausencia de ventas masivas de discos, masivas y casi de cualquier otro tipo. El panorama se disgregó en grupos que seguían tendencias distintas. Entonces, las bandas tuvieron que repartirse una cantidad de público que hacía que pareciera menos mayoritario. Pero el rock es la música más popular que hay, lo demás es bussiness. Todos esos bailarines con micrófono en la oreja, que no sabes si cantan... me mosquean. Son opiniones personales, no siento cátedra, pero para mí la música en directo es la intepretación de pasajes musicales con voces e instrumentos. Y la verdadera música la hacen los músicos. Lo demás es ballet.

Una vez vi en directo a Madonna, y tenía a los músicos escondidos tras el escenario. ¿Se lo imagina?

Parece que les diera vergüenza [risas].

A propósito de lo que me decía antes, es una paradoja que el rock duro se haya considerado durante mucho tiempo una música más o menos marginal, y al mismo tiempo llegara a ser tremendamente popular, ¿cómo se explica?

Hoy por hoy, el rock en general se ha convertido en la música popular. Hasta que no salga otra cosa, sigue siendo el idioma musical de la gente.

Hablando de idiomas, ¿fue el inglés el hándicap de los grandes grupos heavies españoles?heavies

Posiblemente. No permitió que tuviéramos una difusión internacional, como la que tuvieron otros grupos japoneses, alemanes o suecos. El inglés es más popular, es un poco el idioma que aprende desde niño todo el mundo, el número uno.

Pero ustedes descubrieron que también existía el mercado latinoamericano. Hasta Ángeles del Infierno acabaron instalándose en México, donde eran ídolos.Ángeles del Infierno

Y también ha habido latinoamericanos que han triunfado en Europa. Evidentemente, el español es un vínculo poderoso. Le falta algo más de capacidad económica para tener el poderío del inglés, que desde el fin de la II Guerra Mundial es hegemónico para todo.

Cuando actuaban fuera de nuestras fronteras, ¿eran vistos como algo más o menos exótico?

Cuando hicimos giras en el extranjero, prácticamente cantábamos el repertorio en inglés, estábamos más en el patrón anglosajón y no desentonábamos. En Alemania, por ejemplo, hacíamos el repertorio mitad en inglés mitad en español, hasta que sonaba entre el público alguna voz que decía “¡cantad todo en español, hostia!” [risas] Hoy la movilidad es mucho mayor, los vuelos son más baratos y cuando algo interesa, la gente coge un avión y va a verlo. Y el tema lingüístico ha pasado a un segundo plano. Además, en directo las letras del rock no suelen entenderse tan bien, porque la voz queda baja respecto a los demás instrumentos, o directamente el público se canta las canciones enteras…

En aquellos años conocieron a compañeros que tal vez eran sus ídolos. ¿Hay alguno que les impresionara especialmente?

Sobre todo Deep Purple, especialmente la primera vez que tocamos con ellos, en Leganés. Vinieron a saludarnos al camerino, eso nos animó mucho. También Judas Priest, recuerdo que Glenn Tipton y K K. Downing vinieron a saludarnos, antes incluso del bis. Aunque fueras fan y lo sigas siendo, porque seguimos escuchando sus discos, es algo que te hace sentir muy bien.

El heavy metal surgió en cierto modo de una crisis. ¿Qué nos dice de la que estamos viviendo ahora?heavy metal

No sé si el tema económico tiene preponderancia. La gente con menos dinero, lo que tiene, es que selecciona más los conciertos a los que va. Y la gente del rock ha sido quizá la que ha tenido menos dinero a lo largo de la Historia…

Sin entrar en política, ¿no quisieron ustedes hacer un pulso al poder con sus canciones?

Sí, eso sí, como cuestión de fondo. Esa intención era como un conglomerado que unía todas nuestras canciones. Siempre contra el poder, sea del tipo que sea. Tampoco es que seamos anarquistas, ni ácratas, pero el poder nunca nos ha hecho caso, viniera de donde viniera. Todos los que se han acercado al rock ha sido para la galería, se identifican poco con lo nuestro.

Los otros dos miembros originales del grupo se han reunido en Los Barones. ¿Les molesta?

Nos molesta porque, cuando hubo la disgregación de Barón Rojo con muy malas artes, ellos ya habían hecho ese registro, y nosotros nos opusimos. Al final lo dejamos pasar, y lo han aprovechado. Pero es igual: la gente sabe quién ha estado ahí los 30 años siguientes a la ruptura, currándose el nombre de Barón Rojo, para que ellos vengan ahora a sacar tajada.

Parece ser que el manager de Barón Rojo intentó que estuvieran presentes en el último concierto de Madrid, pero al final se malogró por cuestión económica. ¿Fue así?

La ruptura definitiva tuvo su origen en unas declaraciones de Sherpa para el Periódico de Catalunya.

¿Qué dijo?

Mírate la hemeroteca y ya me dirás [risas].

Lo haré. En todo caso, ustedes son conscientes de que muchos fans vivieron esa ruptura como el hijo ante el divorcio de los padres, ¿no? Quiero a los dos, pero no pueden estar juntos…

Sí, pero lo que está claro es que los que nos hemos quedado no provocamos el divorcio. Fue Sherpa quien un buen día dijo “me voy”, y Hermes dijo lo mismo a continuación. No tuvimos la culpa. Y ahora, al cabo de los años, cuando otros sacamos adelante la banda, se quieren apuntar al carro. Otra cosa es lo que los fans puedan opinar. Pero los otros antiguos miembros de Barón Rojo no están al nivel de facultades de un concierto decente. Es mi opinión, quien vaya a verlos tendrá la suya. No estoy aquí para hablar de ellos, sería hacerles publicidad.

Fortu, cantante de Obús, acabó participando en un reality-show. ¿Se ven ustedes haciendo algo parecido?

No, pero eso depende de cada uno. A Fortu le gustó y lo hacía muy bien. No sé si el público cree que está mal, yo como colega y persona que está en el mismo mundo profesional, no tengo ninguna objeción. Nosotros no lo hemos necesitado ni nos lo han ofertado, se juntan el hambre con las ganas de comer. Pero si hubieran venido, ¿por qué no? te lo planteas. Aunque no creo que hubiéramos entrado por ahí…

¿Qué hace uno el día siguiente del último concierto de una banda como Barón Rojo?

Cuando llegue el día, te lo diré. Tal vez sea el momento de replantearse todo, quizá de pensar en alguna obra en solitario. Pero como con los discos no pasa nada, es una labor ardua, que ya no compensa.

Y Spotify no da para vivir…

Pagan poquito, pero es lo que queda: comprar canciones, ya que nadie compra discos. Quién sabe, a lo mejor vuelven los discos. Spotify no puede cubrir todo lo que la gente quiere oír, y sobre todo recordar, cuando sea mayor. Piensa que la música que se te queda es principalmente la que oyes en tu adolescencia y juventud. Y si no te quedan soportes materiales de los recuerdos, a ver.

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