La cita es a las cinco y media de la tarde de un viernes. Cita telefónica. Juan Alberto Martínez, cantante de la banda granadina Niños Mutantes, descuelga el teléfono al tercer tono. Va conduciendo y habla por el manos libres. Acaba de salir de Granada con destino Madrid y le acompaña su hijo, de ocho años, que asiste mudo a esta entrevista. Nos advierte de que la llamada puede cortarse porque hay “alguna montañita” por ahí que podría dejarle sin cobertura. Afortunadamente, eso no sucede.
En un par de meses estáis en Sevilla, en el Festival Interestelar, y llegáis con un nuevo trabajo bajo el brazo, Diez y medio, la continuación de vuestro anterior disco Diez. ¿No era bastante con Diez o no era un trabajo de diez? Diez y medioDiez(Risas)
Estábamos tan contentos con el resultado de Diez que queríamos darle continuidad. Para ese disco trabajamos con la producción de César Verdú y Abraham Boba de León Benavente y estábamos tan a gusto que nos apetecía estirarlo un poco. Además, teníamos varias canciones que habían quedado fuera de Diez y alguna canción nueva como Sin Pensar -tema que ya ha salido al mercado- y nos quisimos dar el regalo de meternos otra vez en el estudio, con el mismo equipo, a estirar un poco el Diez y llevarlo al Diez y medio.
Entonces, ¿os lo planteásteis como un regalo? (Risas, de nuevo)
Sí, parece que si está siendo un regalo porque la aceptación por ahora es buenísima pero la verdad es que el regalo inicialmente era bastante egoísta. A nosotros nos apetecía mucho volver a encerrarnos -lo hicieron en el mismo estudio que Diez, en Albuñuelas, una pequeña localidad granadina de apenas 800 habitantes-. Era una repetición de todo: mismo estudio, mismo sitio de trabajo, solo que un año y pico después y con canciones diferentes.
Sin pensar, el primer tema que ha sonado de este nuevo trabajo, es una llamada a no perder trenes... ¿qué habéis hecho como grupo sin pensar? sin pensar
Como grupo lo hemos hecho todo sin pensar, dejándonos llevar simplemente por la pasión y las sensaciones de cada momento. Quizá el trabajo más cerebral que hemos hecho ha sido Diez porque sí había unas intenciones claras y muchos aspectos que habíamos trabajado con antelación, como la imagen y el sonido que queríamos en el disco. Pero yo diría que de diez discos, nueve los hicimos sin pensar y uno pensando.
Dices que en Diez había unas intenciones claras... ¿la principal era superar el bache que casi les lleva a la separación en 2016? Diez
Sí. Diez fue un disco en el que se mezclaban muchas sensaciones y quizá la más fuerte de todas era superar una crisis interna, superar la ruptura de la ilusión de pensar que nuestra relación era perfecta y que nunca iba a tener altibajos. Y sí los tuvo y vivimos situaciones complicadas en nuestra relación interna y nos aferramos a la música y a Diez como un desafío en lo musical y también en lo personal, para ver si nos servía de terapia para volver a recuperar las buenas sensaciones entre nosotros... que las tenemos. Nuestras crisis no son diferentes de las que se pueden producir en las familias y en la gente que tiene relaciones muy largas y muy estrechas. Hay mucho amor pero también diferencias y hay veces en que tienes muy presente los defectos de los demás y los ves antes que las virtudes.
El detonante de vuestra crisis, ¿fue la borrachera de éxito?
Fue una mezcla de sensaciones muy fuertes. Nos habíamos tomado 2016 como un año casi de paréntesis, nos hacía falta un pequeño descanso y luego ver por dónde orientábamos nuestra música después de mucho tiempo sin parar. Pero ese descanso se convirtió en otra cosa porque nos sorprendieron con Muntaciones -un disco homenaje en el que participaron una quincena de bandas entre las que estaban Lori Meyers, Russian Red, Dorian o Maga- y el homenaje que nos hicieron tantos grupos fue muy vertiginoso porque de repente recibir ese abrazo de tanta gente, ese respeto, ese cariño, esa admiración... fue un momento muy alto que te hacía ver tu carrera con cierta perspectiva, pararte un momento y ver que en un abrir y cerrar de ojos habían pasado veinte años en la música. Estábamos en un momento con emociones muy intensas y quizá por eso también pasamos del cielo al infierno tan rápido. De hecho, fue en una sola semana. No llegaron a pasar ni siete días desde el histórico concierto de Mutaciones en la sala Riviera en Madrid -abril de 2016-, quizá el momento más bonito de nuestra carrera, a tener las diferencias más grandes... ¡en solo una semana!
Se calla. Al otro lado del auricular solo se escucha el ruido ambiente de un coche en marcha. Cuando la periodista está a punto de iniciar otra pregunta, Juan Alberto rompe el silencio para reflexionar sobre la rápida caída a los infiernos que sufrió la banda.
Eso se llama ser masoquista y no saber disfrutar de los buenos momentos pero afortunadamente lo superamos. Día a día hay que aprender a conciliar las diferencias entre unos y otros. Nos sentimos muy contentos, muy agradecidos y muy afortunados de saber que lo que tenemos no es fácil de conseguir.
Y no es fácil de conseguir porque tres de los cuatro integrantes de Niños Mutantes se conocen desde adolescentes. El instituto Mariana Pineda de Granada les unió en primero del antiguo BUP y hasta hoy.
¿En qué se inspira para componer?
Mi hijo se ríe, luego me hará la crítica. (Risas) Las letras siempre han sido muy autobiográficas, mi vida se puede rastrear desde los veintipocos a los cuarenta y pocos. A veces eres más permeable a incidencias propias, otras veces al contexto social -y aclara que tanto El Futuro (año 2014) como Náufragos (año 2012) fueron discos muy impregnados “de la situación de crisis, de la rabia y de la indignación” que se vivía-. Quizá Diez es un disco que vuelve más a sentimientos personales.
¿Qué tipo de sentimientos esconde Diez? Diez
Este disco tiene bastante mala leche, hay unos cuantos ajustes de cuentas personales y sociales. El tema Menú del día, por ejemplo, habla de la alineación, de que vivimos en un momento en el que aparentemente tenemos más posibilidades y más comunicación que nunca pero estamos más cerca que nunca del Gran Hermano. Vivimos en una relación con dispositivos que ponemos a treinta centímetros de nuestra cabeza y que en el fondo hacen que no miremos realmente al mundo que tenemos alrededor. Estamos continuamente viajando por las redes en torno a nuestro propio ego y al de los demás pero en el fondo no nos paramos a mirar en qué nos hemos convertido y qué sentido tiene esta sociedad.
Cambiamos de tercio. ¿Es fácil conciliar siendo músico?
Se puede conciliar, a veces tiene sus precios y sus ausencias pero realmente el modelo de vida del músico en España es solo de fines de semana. Es verdad que en fin de semana acabas sin estar con la familia pero de lunes a jueves es raro el que no ande por su casa. Es muy diferente a lo que puede ser un músico en Estados Unidos, los países anglosajones o el resto de Europa donde a veces la gente sale de su casa de gira y tarda meses en volver.
¿Sigue viviendo en Granada?
Sí
¿Y habéis contabilizado los kilómetros recorridos?
Hacemos una media de treinta conciertos anuales y cada concierto como mínimo son unos 700 o 800 kilómetros entre ida y vuelta así que fácilmente hacemos más de 20.0000 kilómetros al año. Eso multiplicado por veinte años de carrera dan unos 400.000 kilómetros. No sé cuántas vueltas al mundo podría ser eso, más de diez, creo...
¿Niños Mutantes vive de la música?
Yo sigo ejerciendo como abogado, el pluriempleo es algo habitual en la música en España. Ahora con la proliferación de festivales y de música en directo en salas vivimos un momento dulce en el que puede resultar más fácil y viable vivir de la música. Después de una trayectoria de dos décadas sabemos que en este país es complicado y que la inmensa mayoría de músicos hemos compaginado la música con otras actividades porque vivir exclusivamente de ello es bastante complicado y a veces hasta heroico. Nosotros no vivimos exclusivamente de la música, hay quien sí lo hace pero hay quienes mantenemos profesiones en las que también hemos estado dando el callo desde hace muchos años e intentamos llevarlo todo para adelante como podemos.
En tu caso, la abogacía.
Sí, soy abogado laboralista.
¿Y te reconocen los clientes?
Al principio no pero en los últimos años ya sí. He terminado juicios y el juez me ha dicho: “Abogado, enhorabuena por su último disco.” (Risas) A veces te sacan los colores y te dan apuntes de canciones o conciertos en mitad de una negociación y te sacan un poco del sitio. Es bastante divertido. Lo llevaba con bastante pudor e incluso ocultándolo hasta que me di cuenta de que, a estas alturas, ya no tengo nada de lo que ocultarme y la verdad es que me ha abierto bastantes puertas... ¡o eso creo yo!
Y ya para concluir, ¿qué tiene Granada, caldo de cultivo de la música independiente en España desde los años ochenta?
Yo creo que tiene mucho que ver con que en esa época en Granada había mucho ambiente juvenil y nocturno, que siempre ha estado muy relacionado con la música. Ahora hay muchas universidades pero en los ochenta la única universidad potente en Andalucía oriental era la de Granada. Y a eso se suma el nacimiento de dos grupos: Lagartija Nick y 091. Ambos crean escuela, deslumbran a los jóvenes granadinos que teníamos la oportunidad de verlos en directo. Si veías uno de esos conciertos en directo, con 15 o 16 años como en mi caso, la edad en la que eres una esponja con la música, te tumbaban, te noqueaban. Y a eso se unía que luego te los encontrabas en la movida nocturna granadina, en los mismos bares a los que íbamos. Y acababas hablando con ellos. Y el hecho de verlos como ídolos pero a la vez como gente tan cercana, te permitía pensar que nosotros también podíamos intentarlo. Realmente nadie se planteaba ser Lagartija Nick o 091 porque lo veías como algo imposible pero sí que despertaron muchas vocaciones y yo creo que de esa escuela de gente que vimos de adolescentes a Lagartija Nick y 091 han salido bandas como Planetas, Lori Meyers, nosotros mismos,... muchísimas bandas que les reconocemos como maestros.
Despedimos aquí a Juan Alberto. Un hombre que se muestra en todo momento cercano, divertido y generoso al permitirnos abordar sin tapujos las luces y las sombras de la dilatada carrera de Niños mutantes. Cuando colgamos, el coche ya se acerca a Jaén, sumando kilómetros para una nueva vuelta al mundo. Les esperan ahora conciertos en León, Bilbao, Toledo... y Sevilla. La banda granadina es una de las confirmadas para la presente edición del Festival Interestelar que se celebra en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla los días 18 y 19 de mayo. Compartirán escenario con Lori Meyers, Dorian, Coque Malla y La Casa Azul, entre otros.